Escrito por Américo Gomes - Ilaese |
Lunes 19 de Septiembre de 2011 |
El derrumbe de Kadafi se transformó en otra divisoria de aguas en la izquierda mundial, por la ubicación de los distintos sectores de la izquierda frente al proceso revolucionario contra la dictadura y, también, a la forma en que se dio la caída. Es innegable que se dio un proceso contradictorio, una combinación entre una rebelión popular y una intervención militar de la OTAN. La naturaleza, la vida humana, las sociedades y las revoluciones están repletas de contradicciones. Pero existe una esencia en todos los procesos que, en este caso, gira alrededor de la respuesta a las siguientes preguntas: ¿fue una victoria de las masas o del imperialismo? ¿La caída de Kadafi, fue progresiva o regresiva? ¿La revolución que sacude el conjunto del mundo árabe se fortaleció o debilitó? Opinamos que hubo una victoria de las masas libias, que derrotaron una dictadura pro-imperialista de 42 años de existencia. El pueblo libio tomó las armas, formó milicias populares y derrotó el pilar del Estado burgués, el ejército de Kadafi, algo que no había ocurrido hasta ahora ni en Egipto ni en Túnez. La revolución árabe se fortalece y dictaduras como la de Assad en Siria quedan más amenazadas. No subestimamos, sin embargo, las contradicciones del proceso, que representan profundas amenazas contra la revolución. El imperialismo, que antes sostenía a Kadafi, pasó a la oposición cuando explotó la revolución. Ya con la guerra civil en curso, buscó una negociación con Kadafi, que no logró. Hasta que decidió enfrentarlo, tomando papel importante en las batallas militares. Ahora, tiene influencia concentrada en el Consejo Nacional de Transición (CNT), que busca constituirse como el nuevo gobierno en el país. Eso, en nuestra opinión, no cambia la esencia de la victoria de las masas. Pero determina la dinámica del próximo período, con un nuevo gobierno burgués pro-imperialista intentando apropiarse de la victoria y estabilizar un nuevo Estado. Del otro lado están las masas, armadas y organizadas en milicias, sin que exista un ejército ya organizado. Revolución y contra revolución se enfrentan en un nuevo escenario post-Kadafi. Falsificaciones del stalinismo Libia es escenario de una revolución que acaba de tener una victoria de carácter democrático. El imperialismo buscó relocalizarse en el proceso para frenar la revolución, manteniendo el control del petróleo. Pero existieron los que apoyaron directamente la contrarrevolución, como el castro-chavismo. Intentaron confundir lo que pasaba, para presentar a Kadafi como un líder antiimperialista que la OTAN quería derribar para controlar el petróleo libio. Pero es sólo una fábula del stalinismo. Ahora, las nuevas generaciones pudieron constatar la típica metodología de esta corriente, que falsifica consciente y metódicamente la realidad para defender sus intereses. Kadafi tuvo un pasado nacionalista, hace más de 40 años, cuando tomó el poder en Libia y nacionalizó el petróleo. En los años ‘90, giró a la derecha, entregando el petróleo libio para la Shell, British Petroleum, ENI (italiana) y Total (francesa). Se hizo parte de la gran burguesía y socio de las multinacionales. Posee una fortuna gigantesca, con 10% de las acciones de la FIAT y 7% del banco italiano Unicredit. Pasó a ser un aliado del imperialismo, recibido con fiestas por los gobiernos. Ahora, son revelados episodios en que la CIA y el servicio de inteligencia británico entregaron opositores a Kadafi para ser torturados y muertos. El castro-chavismo contra la revolución La rebelión contra la dictadura de Kadafi explotó como parte de la revolución árabe. La reacción brutal del dictador llevó a la división de las Fuerzas Armadas y al inicio de una guerra civil. El imperialismo se reubicó políticamente contra Kadafi para evitar identificarse con la dictadura cuestionada. Los revolucionarios de Benghazi conquistaron varias ciudades hasta dislocar el poderío bélico de Kadafi, que contaba con soldados de élite y mercenarios entrenados, además de gran poder aéreo, suministrado en el pasado reciente por el imperialismo. Kadafi llegó a acorralar a la oposición en Benghazi y preparaba un ataque arrasador. Fue cuando entró en escena la intervención de la OTAN, cambiando la relación de fuerzas del conflicto. Aprovechando la fragilidad de la revolución, el imperialismo inició una intervención militar para asumir un papel de vanguardia en el proceso y disputar su dirección. Otra vez se demuestra el papel nefasto del castro-chavismo. Si se hubieran ubicado junto a la revolución, podrían no solo apoyar seriamente la lucha militar, sino también disputar la influencia política con el imperialismo. Un ejemplo político de un proceso distinto puede ayudar en la comprensión del fenómeno contradictorio. Durante las grandes revoluciones democráticas que derrumbaron dictaduras en la América Latina en los años 1980, el imperialismo también “cambió de trinchera”, pasando a apoyar esas luchas para poder frenarlas. No por eso, la izquierda dejó de ser parte de esas revoluciones. Era necesario participar de ellas, inclusive para poder disputar su dirección. Existen grandes diferencias entre aquellas movilizaciones y la revolución árabe en curso. Las actuales son más profundas y se transformaron en lucha armada. Kadafi tuvo un pasado distinto de Videla o Figueiredo. Pero las diferencias no cambian lo esencial: son revoluciones democráticas en curso, pues así como Videla y Figueredo, Kadafi también se convirtió en un dictador. Y el castro-chavismo quedó del lado de las dictaduras cuestionadas por las masas, del lado de la contrarrevolución. Una posición vergonzosa Las posiciones del castro-chavismo son bien conocidas. Pero ahora, organizaciones que se dicen trotskistas están sumándose a las mismas. Las posiciones de la Fracción Trotskista (FT), de la cual son parte el PTS (Argentina) y a LER (Liga Estrategia Revolucionaria) son ejemplos de eso. Dicen que lo que sucedió fue “un triunfo de la política de las potencias imperialistas (…) que llevaron adelante una intervención militar para garantizar que surja un gobierno aún más pro-imperialista que Kadafi”. Y completan afirmando que “las fuerzas ‘rebeldes’ que tomaron Trípoli actuaban como ‘tropa terrestre’ de los bombardeos de la OTAN”. O sea, todo que ocurrió fue fabricado por el imperialismo. Las milicias populares son simples marionetas de la OTAN. La acción de las masas que destruyeron el ejército burgués de Kadafi se desprecia. Confunden el proceso revolucionario en curso con la dirección proimperialista de la CNT. Se trata de un error catastrófico que los aproxima a las posiciones del stalinismo. Si todo el proceso revolucionario deja de existir y no es más que obra del imperialismo, se trata de un proceso regresivo, y es preciso oponerse a él. No es casual que definan que el imperialismo quería un gobierno “aún más entreguista que Kadafi”, y que éste sería el “menos malo”. Así, terminan defendiendo a Kadafi. Veamos cómo se dio realmente el proceso. El cerco de Trípoli Para la toma de Trípoli, los rebeldes consiguieron cortar las rutas de abastecimiento, por el oeste y sur, interrumpiendo la línea de suministros. Tomaron por asalto la plaza céntrica de Zawiyah, donde se encontraba el mayor foco de resistencia de las fuerzas del régimen. En esta ciudad, a 40 kilómetros de la capital, tras asumir el control de la refinería local, que suministraba petróleo y gas a las fuerzas del régimen, cortaron la conexión con la frontera con Túnez, de donde las fuerzas gubernamentales habían conseguido obtener recursos durante el conflicto. Inmediatamente anunciaron el control de Garyan, al sur. A partir de Zawiyah, Misrata y Gharyan el cerco fue apretándose. El pueblo que destruyó Kadafi sigue armado La victoria del pueblo libio fue evidente en las imágenes de los rebeldes armados, acompañados por la población hambrienta y sedienta, cuando entraron en la capital Trípoli conmemorando lo que creían la ofensiva final de una guerra civil. Quien lideró las batallas fueron los jóvenes desempleados, que no tienen nada que perder, dispuestos a sacrificarse por algo mayor que ellos mismos. El avance de la insurgencia sobre Trípoli se dio inicialmente a través de la infiltración de rebeldes del este en la capital. A partir de ellos hubo una sublevación del pueblo contra el dictador. La población salió a las calles con molotov, bombas caseras y armas. Tomaron el control del edificio de los servicios de seguridad y consiguieron liberar algunos prisioneros. El apoyo popular y el agotamiento de las fuerzas militares de Kadafi fueron decisivos para la toma de la capital, minando por dentro la resistencia de la dictadura. Luego que las masas se insurreccionaron, la Brigada de Trípoli, que estaba en los alrededores de la ciudad, tuvo que correr para ayudar a los que atacaron, horas antes, sin ninguna autorización de la OTAN. Apesar de que los primeros combates ocurrieron en el este, el ataque final fue liderado por grupos rebeldes del oeste y finalizado por los combatientes expertos de Misrata. Los de Misrata llegaron por el mar, controlaron el Banco Central, el puerto y el gabinete del primer ministro, donde rebautizaron la plaza como “Plaza Misrata”. Los combatientes de la ciudad de Zintan, de las montañas del oeste, controlaron el aeropuerto y los bereberes de la ciudad de Yaffran asumieron el control de la plaza central de la ciudad. Los pobladores buscaron obtener el control de los hoteles, de la base aérea de Mitiga y de los alrededores de Bab al Azizia, donde queda el “palacio-bunker” de Kadafi. Los aviones de la OTAN se limitaron a bombardear el cuartel-general de Kadafi y el aeropuerto de Maitika. El domingo, los revolucionarios llegaron a la Plaza Verde, en el centro de Trípoli. Los periódicos informan al menos 1.300 muertes y 500 heridos durante los enfrentamientos. Los rebeldes fueron aclamados, con civiles corriendo junto a la caravana. Desde el inicio de la revuelta, los rebeldes improvisaron un ejército compuesto mayoritariamente por civiles armados, de forma precaria. Se dice que solamente en la capital son más de 70 grupos armados, varios autónomos. Las pintadas que usan para marcar su territorio cuentan la historia de cada una de ellas y potencian la crisis de liderazgo. Gran parte del territorio permanece dividido, controlado por brigadas semi-independientes que representan diferentes áreas geográficas. Los títeres del CNT El imperialismo cuenta con el CNT para garantizar que Libia respete todos los acuerdos con las petroleras y las multinacionales. La mayoría de sus miembros son islamistas americanizados, viejos exilados, que han trabajado para los Estados Unidos desde hace mucho tiempo. Su presidente, Mustafa Abdul- Jalil, ex-ministro de la Justicia, es acusado de fi rmar innumerables sentencias de muerte de opositores del gobierno. Junto con él están: Allí Abd-al- Aziz al-Isawi, ex-Ministro de la Economía, socio de Seif, hijo de Kadafi en varios negocios; Inyan Merkazi Mahmoud Jebril, que sirvió Kadafi en el Gabinete Nacional de Desarrollo Económico, donde promovió la privatización y la liberalización económica; Alí Suleiman Aujali, ex embajador en los Estados Unidos que servía a Kadafi y al imperialismo norteamericano. El plan del imperialismo es bueno y tiene cuadros para implementarlo. La cumbre contrarrevolucionaria de París El 1° de septiembre se instauró en París una cumbre para la “reconstrucción” de Libia, con la presencia de países y organizaciones internacionales. Pero la reunión se parecía más a un encuentro de piratas, que tras un ataque quieren repartir el botín. Todos acuerdan que es necesario “pacificar el país”, desarmando la población y los grupos de combatientes. Los dirigentes del CNT prometieron contratos que serán concedidos con base al “mérito” a los países que le dieron mayor apoyo, y que tendrán “recompensas significativas”. A Francia y Gran Bretaña que encabezan la fi la, les brillaron los ojos. Con eso las multinacionales del petróleo estarán de vuelta en Libia para retomar la producción. ¿A dónde va Libia? La verdadera intención del imperialismo era neutralizar el levantamiento del pueblo libio lo más rápido posible, normalizar la situación, aparecer como su aliado y garantizar el flujo de petróleo barato. Su primera táctica es negociar y engañar. Se presentan como autor principal de la victoria, en una tentativa de arrebatarla de las manos de las masas libias. Se quieren calificar para asumir el papel de coordinación de la policía que garantizará la seguridad. Pero tendrán que desarmar brigadas como la “de los Mártires de 17 febrero”, unidad encargada de la función de policía revolucionaria. Si no lo logran, les queda la intervención directa y una ocupación, que inicialmente sería presentada como humanitaria. Pero el imperialismo teme cómo sus tropas serán recibidas. Esta vez, diferente de todas las otras revoluciones en la región, el pueblo está armado. Y al contrario de las invasiones de Irak y de Afganistán, la población se siente triunfante por haber derrotado a la dictadura. La derrota de un dictador proimperialista en el mundo árabe será otro impulso a la revolución. Los que luchan en la Siria, Yemen y Bahrein verán que la victoria es posible. Con Kadafi fuera de escena, se abren dos perspectivas al país. Continuar con un gobierno proimperialista, o avanzar en la revolución, superando la actual dirección del Consejo y expulsando la OTAN del país para hacer de Libia un país independiente. Para eso, no puede depositar la mínima confianza en un gobierno de la CNT, que no fue elegido por nadie. El CNT es un organismo burgués-imperialista que buscará recomponer el régimen político y las Fuerzas Armadas. Ni gobierno del CNT ni intervención imperialista. Defendemos que son los Comités Populares armados, quienes deben tomar el poder en sus manos. El pueblo armado es quién debe gobernar Libia y profundizar la revolución. Todas las propiedades, la fortuna de Kadafi y los bienes congelados en el exterior deben ser confiscados y colocados bajo el control de estos comités. Así como deben castigar sin misericordia Kadafi y sus socios. Todos los contratos hechos por él con el imperialismo, particularmente los de la industria del petróleo, deben ser suspendidos Y la industria petrolífera debe ser nacionalizada y colocada bajo control de los obreros y del pueblo, para atender a las enormes necesidades de las masas libias. ¡Viva la revolución del pueblo libio! ¡Viva la revolución árabe! ¡Fuera el imperialismo de Libia! Fuente: Opinião Socialista n. 431, Setiembre 2011 Traducción: Laura Sánchez _________________________ PO y PTS: Una postura equivocada que niega la revolución Entre las fuerzas que integran el Frente de Izquierda y Los Trabajadores (FIT) para las elecciones se ha abierto una polémica en torno a lo que sucede en Libia. El Partido Obrero emitió un comunicado en el que dice: “Jorge Altamira denunció la ocupación de Libia por parte de fuerzas de la OTAN y lo que llamó el recambio de un régimen pro-imperialista por otro compuesto por títeres del imperialismo.” PO desprecia la acción de las masas que voltearon a Kadafi y sólo ve los intentos del imperialismo para capitalizar esa acción. Lo que dice PO, puede ser que sea el resultado futuro. Pero hay toda una batalla que tendrá que dar el imperialismo para desarmar al pueblo libio que PO ignora. El PTS va más allá Como decimos en la nota principal, el PTS no sólo ignora la acción de las masas, sino que cae en la posición del castro-chavismo. Pero además, hace una maniobra polémica confundiendo análisis de la realidad con política. En su periódico La Verdad Obrera Nº 442 titula: “¿Considera la LIT progresiva la “unidad de acción entre las masas y el imperialismo” en Libia?” Hace esta pregunta citando un artículo de nuestra corriente internacional, donde se dice: “La contradicción es que, en el terreno militar, existió una unidad de acción entre el imperialismo y las masas para derribar a Kadafi , pero con objetivos de fondo totalmente opuestos: las masas quieren liberar al país de la opresión, y el imperialismo detener la revolución para continuar con el saqueo de las riquezas libias”. Este artículo de la LIT-CI reconoce un hecho: hubo y hay una unidad de acción entre el imperialismo y las masas. Reconocer un hecho no es lo mismo que aprobarlo ni decir que es “progresivo”. Lamentablemente, no es la primera vez que el PTS deforma las polémicas. Podemos debatir sobre posiciones diferentes. Lo que es ajeno a un método revolucionario, es falsear los hechos. La LIT no dice que esa unidad de acción sea progresiva, por el contrario, desde un primer momento se manifestó en contra de los bombardeos de la OTAN. El título de LVO es, entonces, una falsificación de las posiciones de la LIT. Fuente: Avanzada Socialista n. 11, Setiembre 2011 |
domingo, 25 de septiembre de 2011
Libia: ¿Revolución o golpe del imperialismo?
Las violaciones colectivas de la MINUSTAH
| ||||||
|
sábado, 27 de agosto de 2011
La izquierda superó las primarias - Sigamos juntos la lucha
Escrito por PSTU-Argentina |
Lunes 22 de Agosto de 2011 |
Es una alegría muy grande, y un triunfo de todo el pueblo, en defensa de las libertades democráticas. Así lo entendieron miles y miles de compañeros, que en fábricas, barrios obreros, facultades y escuelas, nos decían: “cuenten con mi voto, uds. se merecen estar”. Y desataron así un verdadero movimiento que, vía las redes, boca a boca, compañero a compañero, creció y se “metió” incluso en la tele, donde algunos locutores con fino olfato vieron que la cuestión “tenía rating”, y lo bautizaron “milagro”, tal como se denomina deportivamente cuando un equipo pequeño, en inferioridad de condiciones, “pone todo” y logra la hazaña. A vos, que nos apoyaste Queremos desde aquí dirigirnos a todos ellos, y a nuestros lectores, para agradecer ese apoyo, y para felicitarlos. El triunfo de la izquierda es de todos uds. Pasamos las primarias porque un sector amplio de activistas independientes de izquierda, y trabajadores en general, tomó en sus manos la pelea contra la ley proscriptiva. Y vio en el último tramo de la campaña a candidatos que, despojados de la soberbia que mostraron en otras ocasiones, pidieron de manera franca una ayuda para superar la adversidad. Cientos de compañeros llevaron boletas, convencieron a su familia, fiscalizaron todo el domingo y se jugaron enteros para lograr esta conquista. Y muchos otros, que no coinciden con todo el programa del Frente y sus propuestas, se dispusieron a apoyarnos para que pasemos. Recordando tal vez el apoyo de la izquierda a sus luchas obreras, las peleas con la burocracia sindical, o las denuncias al saqueo de nuestras riquezas. A todos ellos y a vos, que compartís este periódico, queremos dirigirnos para convocarte a un nuevo esfuerzo, porque la lucha continúa. En primer lugar, porque aunque pasamos la primaria, la ley proscriptiva sigue allí. El partido de Pino Solanas, Proyecto Sur, quedó eliminado. Un sector, grande o pequeño, que confiaba en él, no podrá votarlo. Es injusto y antidemocrático. Si la ley sigue, en futuras elecciones podrá ocurrirnos a la izquierda, o a cualquier variante que intente postularse. Eso no es democracia. Tenemos que continuar en esta campaña luchando por las libertades democráticas, y por la anulación de esa ley. En segundo lugar, porque tenemos que continuar levantando un modelo alternativo al del gobierno, ante la crisis que se avecina, los ajustes que ya sufrimos y los que vendrán. Queremos alertar que la crisis llegará a nuestro país. Y Cristina estará obligada, en nombre de la defensa de los sectores patronales que representa, a hacernos pagarla a los trabajadores y el pueblo. Y a vos, que votaste a Cristina Nos dirigimos también a los millones que votaron a Cristina. No a los dirigentes sindicales corruptos, ni a los políticos que lucran con la política. No a los empresarios de la UIA ni a los capitalistas amigos del gobierno, como Cristóbal López, liquidador de Paraná Metal. Nos dirigimos a los compañeros que en las fábricas comparten con nosotros la lucha cotidiana por el salario, contra la explotación y contra la burocracia sindical. A los estudiantes y jóvenes en general que se suman a la política para cambiar el mundo y creen que con Cristina lo lograrán. A Uds. queremos decirles, con el mayor respeto a sus convicciones, que con Cristina no ganamos los trabajadores. Comprendemos las razones de tu voto, pero no las compartimos. El domingo, en su mensaje al país, Cristina llamó a la unidad a Duhalde y Alfonsín, los mismos que vos repudiaste con tu voto. ¿Por qué lo hizo? Porque sabe que la crisis mundial afectará a nuestro país. Y que cuando eso ocurra, deberán estar todos unidos para hacernos pagar la crisis a nosotros. Ahora, el argumento de que tenéis que votar al gobierno porque “si no viene Duhalde o Alfonsín” se cayó. No vienen, están en la lona. Pero cada voto que sume Cristina, todo el poder que le da ese 50%, será utilizado mañana para perjudicarnos. Y servirá desde hoy para sostener a la burocracia sindical, para seguir poniendo techos a salarios y jubilaciones, seguir subsidiando a grandes multinacionales y facilitar el saqueo de nuestras riquezas, tal como lo viene haciendo. Te llamamos a votar otra vez a la izquierda, y a sumar más votos. Porque cada voto a la izquierda, fortalecerá las actuales luchas por las necesidades de los trabajadores y el pueblo. Tal vez no estés de acuerdo. Igualmente, sigamos luchando juntos día a día, codo a codo, porque somos compañeros. Y en ese camino, de aquí a octubre iremos debatiendo qué hacer. La responsabilidad del Frente Por nuestra parte, estamos ante una gran responsabilidad. No podemos creernos que esos votos son de la izquierda. Y menos de algún partido o candidato en particular. Un sector de los trabajadores y la juventud hicieron una inversión en nosotros, para que participemos, para que ampliemos nuestro Frente, y actuemos sin sectarismo, con amplitud y humildad. Para que se oiga una voz distinta, de los trabajadores, socialista, que enfrente al “modelo” desde la izquierda. El desafío es hacer una campaña mucho más unitaria, mucho más colectiva, mucho más inclusiva, donde se expresen los puntos de vista no solo de los partidos, sino de decenas de grupos y organizaciones, o de compañeros que nos apoyaron. El Frente ya no es sólo nuestro, sino de todos uds. Vení al PSTU Finalmente, queremos hacerte una propuesta. Estuvimos y estamos juntos en estas elecciones, y en las luchas cotidianas en tu fábrica, lugar de trabajo o estudio. Compartimos la misma visión sobre la unidad de la izquierda y la necesidad de ampliar el Frente hacia las elecciones. Y también que la pelea no termina en octubre, sino que debemos continuar enfrentando al gobierno, las patronales y la burocracia sindical, y por un programa de fondo para luchar por un gobierno de los trabajadores para lograr una salida obrera a la crisis, aquí y en todo el mundo. Para todo eso construimos un partido en nuestro país y a nivel mundial, la Liga Internacional de los Trabajadores. Porque coincidimos en todo esto, te invitamos a sumarte al PSTU. Abajo la nueva ley electoral Uno de los objetivos centrales de la nueva ley era dejar fuera a sectores menores y partidos pequeños. Por eso, desde el PSTU llamamos a luchar contra la proscripción, para permitir a la izquierda superar el escollo. Estamos muy contentos y agradecidos por haberlo logrado, conscientes incluso de que miles de trabajadores y jóvenes que no son de izquierda nos dieron su voto o apoyaron para defender las libertades democráticas, el derecho de nuestro Frente a participar en octubre, y el de todo el electorado a contar con más alternativas. Sin embargo, haber superado el escollo no significa haber derrotado la ley. La ley se impuso. Y, aunque no les sirvió para dejar afuera a la izquierda, si impidió que, por ejemplo Proyecto Sur, el partido de Pino Solanas, se pueda presentar en octubre. Por eso, seguimos repudiando la ley. Y continuaremos utilizando este proceso electoral para explicar la necesidad de derogarla. Llamamos a los compañeros de Proyecto Sur a sumarse a esta pelea, y apoyar la única candidatura que peleará por eso. En particular a compañeros de la izquierda como el MST, con quienes polemizamos por su decisión de apoyar una candidatura de centroizquierda patronal en lugar de sumarse al Frente de Izquierda, los llamamos a unir fuerzas en defensa de su propio derecho democrático, votando ahora al FIT. Por otra parte, la ley tiene el objeto de recuperar el bipartidismo. En ese sentido, no pudo avanzar para nada. Aunque le sirvió al gobierno para fortalecer su votación, la dispersión y la pobre votación de los “partidos opositores” frustró ese objetivo. Por eso no lograron ni un paso en el sentido de fortalecer al régimen recuperando sólidos partidos patronales alternativos. En eso, el Argentinazo del 2001 sigue presente. |
Libertad a Oñate y Acosta
Libertad a Oñate y Acosta |
Extendamos la campaña por la libertad de los petroleros Oñate y Acosta
En la primera semana de agosto se cumplió un mes desde que los obreros petroleros Víctor Oñate y Juan Acosta fueron detenidos en la localidad santacruceña de Las Heras.
Los dos compañeros son presos de las multinacionales petroleras y del gobierno kirchnerista de Peralta. Ellos están detenidos por reclamar que se cumplan los acuerdos salariales que firmaron las empresas, pero la respuesta fue militarizar la región y meter tras las rejas a los dirigentes de las protesta.
Las familias y los compañeros de trabajo de Oñate y Acosta están buscando la solidaridad de los trabajadores, de los organismos de derechos humanos y todas las organizaciones políticas y sociales para lograr la libertad de los dos obreros presos.
En la primera semana de agosto se cumplió un mes desde que los obreros petroleros Víctor Oñate y Juan Acosta fueron detenidos en la localidad santacruceña de Las Heras.
Los dos compañeros son presos de las multinacionales petroleras y del gobierno kirchnerista de Peralta. Ellos están detenidos por reclamar que se cumplan los acuerdos salariales que firmaron las empresas, pero la respuesta fue militarizar la región y meter tras las rejas a los dirigentes de las protesta.
Las familias y los compañeros de trabajo de Oñate y Acosta están buscando la solidaridad de los trabajadores, de los organismos de derechos humanos y todas las organizaciones políticas y sociales para lograr la libertad de los dos obreros presos.
Los compañeros de Jujuy luchan por obtener tierras y viviendas dignas pero la empresa Ledesma y el gobernador jujeño responden con tiros, dejando un saldo de tres muertos. En Santa Cruz, las multinacionales petroleras y el gobierno kirchnerista de Peralta responden a los reclamos de los obreros petroleros con persecuciones, militarización en Las Heras y cárcel para Oñate y Acosta.
Mientras tanto, el gobierno de Cristina avala las muertes en Jujuy y las detenciones en Santa Cruz. Necesitamos redoblar los esfuerzos para que haya juicio y castigo, y para que Oñate y Acosta recuperen de manera inmediata su libertad.
Todos los trabajadores del país debemos expresarnos por la libertad de los petroleros presos. Hoy los meten presos a ellos por defender sus derechos y de esa manera quieren amedrentarnos a todos los trabajadores. Mañana van a venir por todos los que reclamemos o salgamos a luchar. Lograr la libertad de Oñate y Acosta es una tarea inmediata y que está nuestras manos.
Mientras tanto, el gobierno de Cristina avala las muertes en Jujuy y las detenciones en Santa Cruz. Necesitamos redoblar los esfuerzos para que haya juicio y castigo, y para que Oñate y Acosta recuperen de manera inmediata su libertad.
Todos los trabajadores del país debemos expresarnos por la libertad de los petroleros presos. Hoy los meten presos a ellos por defender sus derechos y de esa manera quieren amedrentarnos a todos los trabajadores. Mañana van a venir por todos los que reclamemos o salgamos a luchar. Lograr la libertad de Oñate y Acosta es una tarea inmediata y que está nuestras manos.
PETITORIO
LIBERTAD A VICTOR OÑATE Y JUAN JOSÉ ACOSTA
Familiares, amigos y docentes de Villa Delfina y Loma Paraguaya estamos impulsando una campaña por la libertad de Victor Oñate y Juan José Acosta. Están presos por reclamar el pago de salarios atrasados a la empresa Oleosur, contratista de Repsol YPF de Las Heras. Lo invitamos a sumar su adhesión
Nombre
Firma
Documento
viernes, 26 de agosto de 2011
Gran victoria del pueblo libio y de la revolución árabe
¡El pueblo en armas está destruyendo el régimen de Gadafi! Escrito por LIT-CI |
Jueves 25 de Agosto de 2011 |
El mundo entero asiste conmovido a las imágenes de rebeldes armados, acompañados por la población hambreada y sedienta de libertades democráticas, entrando a la capital Trípoli en el marco de lo que sería la ofensiva final de una guerra civil que lleva más de cinco meses. Estas escenas, de hombres y mujeres de pueblo, con armas en la mano y agitando banderas puño en alto, asaltando valerosamente el Palacio Bab El Aziziya, residencia de Gadafi y sede del poder dictatorial, tienen tanta fuerza que no pueden sino evocar en la memoria a las más grandiosas victorias que ha protagonizado nuestra clase. En las calles de Trípoli hay júbilo popular. El pueblo se siente victorioso, se siente libre, siente el poder de sus propias fuerzas. El dictador, si bien se desconoce su paradero, perdió el control del país. Aquel que hace pocos meses hablaba de “aplastar a las ratas" y de perseguir a los rebeldes "palmo a palmo" y "callejón a callejón" tiene ahora su presente más cercano a los ex dictadores de Túnez y Egipto. Desde la LIT-CI saludamos efusivamente estos hechos que constituyen, sin lugar a dudas, una tremenda victoria política y militar del pueblo libio y de todo el proceso revolucionario que sacude al mundo árabe. Hay que llamar a las cosas por su nombre: estamos delante de una impresionante victoria de un pueblo que tomó las armas -y su propio destino- en sus manos para enfrentar, emprendiendo una guerra civil, a una dictadura feroz e implacablemente sanguinaria que ejerció el poder absoluto durante 42 años. El pueblo libio, armado y organizado en Comités Populares, está liquidando no sólo a un gobierno dictatorial, sino a todo un régimen opresor con su principal institución: las FF.AA. No obstante, como veremos más adelante, es preciso alertar los peligros que acechan esta victoria democrática del pueblo libio, que tienen que ver con los afanes del imperialismo de derrotar o desviar el proceso revolucionario valiéndose del entreguista Consejo Nacional Transitorio (CNT), instancia burguesa y pro-imperialista que se postula para gobernar a Libia una vez caído Gadafi. El desmoronamiento del gobierno y del régimen de Gadafi, por la acción directa de las masas, es parte y representa un impulso monumental para el conjunto de la revolución árabe, uno de los polos centrales, junto a Europa, del proceso revolucionario mundial. De la misma forma en que la lucha heroica que libraron las masas en Túnez y en Egipto, cuando comenzó la primavera árabe, abrió el camino y expandió el proceso revolucionario a toda la región, ahora la revolución libia tendrá repercusiones impactantes en el estímulo a la revolución abierta en Oriente Medio y el Norte de África. En Siria, en Yemen e incluso en Túnez y Egipto esta conquista popular inflama mentes y corazones. La victoria del pueblo libio es gasolina pura en la incendiaria situación árabe. Las masas árabes y del mundo entero observan a los libios armados reventando estatuas o retratos de Gadafi y extraen una única lección: es posible vencer. La “primavera árabe” camina rumbo a un verano ardiente. Esta revolución en Libia se suma a las fantásticas revoluciones que se dieron al inicio del proceso revolucionario árabe, pero con elementos superiores. En Libia, a diferencia de los levantamientos populares en Túnez o Egipto, el pueblo tomó las armas y destruyó a las FF.AA., principal institución del Estado burgués y del régimen de Gadafi. Ahora no existe más FF.AA. regulares en Libia, lo que existe son miles y miles de hombres y mujeres armadas y sedientas de los cambios profundos por los cuales arriesgaron o dieron sus vidas. Y eso es cualitativo desde el punto de vista de la revolución local y regional. Las contradicciones del proceso Es sabido que el imperialismo intervino e interviene en Libia a través de la OTAN. Entró en escena no por causa de las “masacres” o la defensa de los “derechos humanos”, esa fue su conocida retórica hipócrita para justificar sus acciones. Su intervención se dio una vez estallado el levantamiento popular armado, para estabilizar lo antes posible la situación, fundamentalmente para controlar el proceso revolucionario y así, por esa vía, poder recuperar el control de las reservas y el mantenimiento normal del flujo de petróleo. Pero su interés central, insistimos, es político, es controlar y derrotar el ascenso de las masas libias, evitando que su ejemplo se extienda a más países dentro del mundo árabe. Y este objetivo lo tenían que lograr con o sin Gadafi. La intervención militar fue, en un principio, para forzar a Gadafi a una salida negociada, a que realice concesiones, lo cual nunca pasó. Entonces, ante una realidad en que Gadafi ya no podía contener más -al contrario, exacerbaba- el avance incontenible del pueblo en armas, el imperialismo se jugó directamente por su caída. Esa es la gran contradicción del proceso. En medio de una guerra civil -elemento que no se dio en Túnez o Egipto-, el imperialismo se vio obligado a intervenir militarmente para derrocar a Gadafi. Pero no por ser éste un “antiimperialista”, como dicen Chávez y los Castro, pues desde inicios de siglo Gadafi comenzó a entregar los recursos petroleros a multinacionales estadounidenses y europeas, sino porque Gadafi ya no podía estabilizar el país en medio de una insurgencia popular armada. La contradicción es que, en el terreno militar, existió una unidad de acción entre el imperialismo y las masas para derrocar a Gadafi, pero con objetivos de fondo totalmente opuestos: las masas quieren liberar el país de la opresión y el imperialismo detener la revolución para proseguir el saqueo de las riquezas libias y de Medio Oriente. La cuestión es que el imperialismo no podía quedarse mirando cómo se desarrollaba una guerra civil, de consecuencias y duración insospechadas, mientras el flujo de petróleo estaba paralizado y el mundo árabe estaba siendo arrasado por vendavales revolucionarios. He ahí la intervención vía OTAN, con Francia y el Reino Unido como puntales del operativo. Intervino con todo lo que la situación le permitía, si no envió tropas no fue porque no quiso – para ellos hubiese sido lo mejor- sino porque, con Irak y Afganistán, y con el polvorín que es ahora el mundo árabe, el imperialismo no puede desembarcar tropas así porque sí en todas partes. De esto deviene el principal problema que tendrá el imperialismo una vez caído Gadafi: como la intervención no pudieron hacerla tipo Irak o Afganistán -con miles de marines y ocupación directa- ahora deben encarar el problema de cómo desarmar a las masas, que con razón se sienten triunfantes y son poseedoras del poder real en Trípoli. El imperialismo se verá obligado a maniobrar, a confundir, a negociar y, si no funciona todo eso, a desembarcar tropas de ocupación. ¿Derrota o victoria de las masas? Tanto Chávez como los Castro expresaron su apoyo incondicional a la dictadura de Gadafi. Esto puede parecer una “contradicción” en gobiernos que se autoproclaman “revolucionarios”, de los cuales se espera que estén de lado de la lucha de los pueblos contra gobiernos dictatoriales y asesinos como el de Gadafi. En este caso concreto, al apoyar a dictadores como Gadafi o Assad lo que hacen es fortalecer la posición del imperialismo pues dejan el camino libre para que este, de manera hipócrita, se embandere con la defensa de los derechos humanos y las libertades democráticas ante las masas. Gracias a esta posición de estos referentes de la izquierda mundial, con toda razón se puede acentuar la confusión en la cabeza de un luchador libio o sirio que ve a la “izquierda” (Chávez y los Castro) apoyando al dictador que lo hambrea y lo masacra y al imperialismo (Obama, la OTAN, etc.) que lo “ayuda” a derrocar ese dictador. Es así nefasto el efecto en la conciencia de las masas y de la vanguardia mundial que provoca el vergonzoso apoyo del castro-chavismo a estos dictadores sanguinarios. El presidente venezolano llegó a declarar, al condecorar al dictador árabe, que: “Lo que Bolívar es para nosotros, Gadafi es para el pueblo libio”. Frente a las masacres perpetradas por Gadafi, Chávez afirmó "No me consta y desde esta distancia no voy a condenar a quien ha sido mi amigo por mucho tiempo sin saber exactamente lo que en Libia está ocurriendo". Este apoyo vergonzoso se acentuó cuando comenzó la intervención imperialismo, donde la corriente castro-chavista intentó explotar este hecho a fondo para galvanizar el apoyo de la mayoría de la izquierda al dictador libio. Pasaron a defender la hipótesis de que todo se trataba de una “conspiración internacional” contra un líder “antiimperialista”. Las miles de muertes, producto de las matanzas que efectuaba Gadafi bombardeando con la aviación las movilizaciones populares, para Chávez, pasaron a ser un invento del imperialismo: “Estados Unidos estoy seguro de que está exagerando y está distorsionando las cosas para justificar una invasión". Esta corriente, ahora que Gadafi toca su fin, comienza a sostener que lo que ocurre en Libia sería una derrota de los pueblos y una victoria del imperialismo, específicamente de la intervención militar de la ONU-OTAN. Esto no es correcto. No es porque el imperialismo se haya visto obligado a intervenir, como lo hizo en otras innúmeras ocasiones, esto deja de ser una victoria de las masas movilizadas y armadas que sacuden una dictadura feroz de cuatro décadas. El hecho que el imperialismo le haya retirado su bendición a Gadafi en este último tramo y se haya jugado por su caída, no convierte mecánicamente al dictador libio en un “antiimperialista” y en merecedor del apoyo político de la izquierda mundial. Los hechos son los hechos. Gadafi, desde hace al menos una década, dejó de tener fricciones con el imperialismo para pasar a ser su agente en la región. El imperialismo lo sustentaba, si ahora cambia de posición no es porque Gadafi sea antiimperialista sino por causa de la revolución libia, frente a la cual el dictador no les fue pieza efectiva para contenerla. Lo que ocurre es que el castro-chavismo presenta la derrota de Gadafi como derrota de los pueblos, cuando es exactamente lo opuesto. Nuestra posición frente a la intervención imperialista en Libia, desde el primer momento, fue de rotundo rechazo a la misma por tener el claro objetivo de derrotar la revolución en curso. Sin embargo, esto no nos llevó a apoyar al sanguinario Gadafi. ¡Ninguna confianza en el imperialismo ni en el CNT! El imperialismo trata de contener la situación pues teme, con razón, que el levantamiento popular armado vaya más allá del mero derrocamiento de Gadafi. La furia acumulada tras décadas de hambre y opresión es impredecible. Entonces, desde Washington se lanzan, por un lado, a intentar capitalizar la victoria como si fuese únicamente producto de su intervención militar vía OTAN (idea muy difundida por la prensa internacional) con el claro objetivo de minimizar la acción de las masas libias y con esto atenuar el ejemplo de su lucha para otros países árabes y el mundo. Por otro, a intentar “controlar” y dirigir la “transición” en Libia, el “después de Gadafi”. Pero aquí decimos, a riesgo de ser repetitivos, que la mano viene dura para el imperialismo pues tendrá que convencer a las masas libias a desarmarse y a volver a sus casas pacíficamente tras su tremenda victoria. No sólo deben desarmar a las masas, sino reconstruir, lo antes posible, un nuevo régimen y unas nuevas FF.AA. burguesas en Libia, pues estas fueron destruidas mediante la acción de las masas insurrectas. La contradicción es que esta tarea la encaran con relativo prestigio por haber colaborado en el desmoronamiento del aparato militar de Gadafi. Para el imperialismo no puede haber peor cosa que un impasse prolongado en la cuestión del poder, en medio una situación donde el pueblo está armado y toda la región -estratégica para sus intereses- es un barril de pólvora. De forma urgente tiene la necesidad de reconstruir un gobierno, un régimen y un ejército que les garantice una estabilidad en el país y en la región para retomar normalmente el control de los yacimientos y el flujo del petróleo, con más razón en plena crisis económica. Es justamente para “discutir los destinos de Libia”, en estos marcos, que se está convocando a una reunión en Catar y otra en París con representantes de todos los imperialismos que participaron del operativo militar. En esta tarea, de desmontar la revolución y reconstruir un régimen entreguista, el llamado Consejo Nacional Transitorio (CNT), órgano constituido de ex ministros de Gadafi y otros tránsfugas que ahora retornan del exterior y que se auto designó el mote de gobierno paralelo durante la lucha armada, se está mostrando como aliado de los afanes imperialistas. Mustafá Abdel Jalil, presidente del CNT y ex ministro de justicia de Gadafi, hizo declaraciones donde asegura, una vez caído Gadafi, que mantendrá los contratos petroleros de Gadafi sino que el nuevo gobierno privilegiará a Francia, Inglaterra y Estados Unidos en el suministro de petróleo, por haber sido “amigos” de la insurgencia. Otro aspecto que el CNT comienza a defender es que tras la derrota de Gadafi los rebeldes deben desarmarse y “volver a ser ciudadanos productivos”. Abdel Jalil, incluso llegó a amenazar con renunciar si se daban “actos de venganza” y llamó a "respetar vidas y propiedades" y que nadie "debe tomarse la justicia por su mano". Desde la LIT-CI sostenemos que, una vez caído el dictador Gadafi, es el pueblo libio el único que debe decidir sobre sus destinos. Para esto es fundamental la lucha por concretar una Asamblea Nacional Constituyente, libre, democrática y soberana, que refunde el país sobre nuevas bases políticas, sociales y económicas, partiendo de garantizar plenas libertades democráticas para el pueblo. Para concretar esto, el pueblo libio no sólo no puede depositar la más mínima confianza en el CNT, órgano que no fue electo por nadie, sino que debe enfrentarlo abiertamente. El CNT es una instancia burguesa que busca y buscará recomponer el régimen político y las FF.AA. al servicio del imperialismo, a costa de mantener el saqueo de los recursos energéticos y la miseria popular. Ni gobierno del CNT ni la intervención imperialista en los asuntos internos de Libia; estamos por la manutención de los Comités Populares armados y que el poder político pase directa y completamente a sus manos. En este sentido, no se puede descartar que el imperialismo intente ocupar el país con sus propias tropas para ejercer un control directo de la situación. Esto es probable pues, para estabilizar el país precisa de fuerzas armadas burguesas y pro-imperialistas, las cuales fueron destruidas por las masas. Lo que existe ahora son milicias populares armadas y el imperialismo precisa liquidar eso cuanto antes. Estamos totalmente en contra de un posible envío de tropas por parte del imperialismo, sean estas convencionales o “humanitarias” bajo ropaje de la ONU u OTAN en Libia, pues estará al servicio de derrotar el proceso revolucionario, desarmando al pueblo y reconstruyendo el régimen, para continuar saqueando las riquezas del país. Una ocupación imperialista será tan dictatorial como el gobierno de Gadafi. Por eso, desde la LIT-CI decimos: ¡Ningún soldado imperialista en Libia! ¡Fuera manos de la OTAN, la ONU o el imperialismo de Libia y toda la región árabe! Para nosotros, es el pueblo, armado como está, el que debe gobernar en Libia y profundizar la revolución en su país y en todo el mundo árabe. Sólo un gobierno de los comités populares libios podrá convocar y garantizar elecciones libres para una Asamblea Nacional Constituyente realmente libre, democrática y soberana. Sólo un gobierno obrero y popular, apoyado en los comités de base armados, podrá confiscar todas las propiedades y las fortunas de Gadafi y sus siniestros acólitos, colocándolas bajo control y al servicio y del pueblo; castigar inmisericordemente a Gadafi y demás miembros de su dictadura por todos los robos y crímenes cometidos contra el pueblo; anular todos los contratos petroleros y otros pactos con el imperialismo hechos por Gadafi; nacionalizar el petróleo y la economía del país bajo control obrero y popular, colocándolas al servicio de atender las enormes necesidades de las masas trabajadoras y ejecutar de forma urgente un plan económico de emergencia para satisfacer las carencias acuciantes del pueblo. Insistimos, sólo un gobierno de la clase trabajadora armada puede garantizar este programa. De un gobierno del CNT no podemos esperar siquiera la concreción de las aspiraciones democráticas del pueblo victorioso, por estar conformado de ex ministros de Gadafi y porque ya anuncian abiertamente sus compromisos con el imperialismo. Esta debe ser, en nuestra opinión, la siguiente batalla de la revolución libia: colocar el poder en manos del pueblo a través de sus organizaciones e impulsar con todo la revolución árabe de conjunto, en dirección a la Federación de Repúblicas Socialistas Árabes. ¡Viva la revolución del pueblo libio! ¡Viva la revolución árabe! ¡Por un gobierno obrero y del pueblo en armas que garantice una Asamblea Nacional Constituyente libre y soberana! ¡Disolución total de las fuerzas armadas de Gadafi! ¡Juicio y castigo a los crímenes de Gadafi y su dictadura contra el pueblo! ¡Ninguna confianza en el CNT! ¡Fuera manos del imperialismo y la OTAN de Libia y la región! Secretariado Internacional de la LIT-CI 24 de agosto de 2011 |
Suscribirse a:
Entradas (Atom)