jueves, 11 de junio de 2009

CORREPI: PRESENTACION DEL LIBRO "REPRESION EN DEMOCRACIA" EN ROSARIO

CORREPI 4 DE JUNIO 2009
Testimonios de la autora que fuera emitida en el Programa de tv MIRADA INTERIOR Nº 251. (Cámara Alejandro)

CORREPI: PRESENTACION DEL LIBRO "REPRESION EN DEMOCRACIA" EN ROSARIO

El Jueves 4 de junio se realizó en la sede de Amsafe Rosario la presentación del libro:

Represión en democracia

De la "primavera alfonsinista" al "gobierno de los derechos humanos" de la Dra. María del Carmen Verdú
Verdú estuvo acompañada de Juan Pablo Casiello y otros referentes de Amsafe.

Testimonios de la autora que fuera emitida en MIRADA INTERIOR Nº 251. (Cámara Alejandro)

Prologo del libro

Después de leer este libro, es difícil –a menos que se opte por ser actor de la represión estatal– no mirar nuestro actual entramado institucional y político, y a nuestros gobernantes, como instrumentos de una gran comedia, cuyas palabras mitológicas, justicia, orden, seguridad, derecho, paz, democracia, son sólo una parte más del decorado: telones que encubren una horrible trastienda. Cuando toman tierra las conclusiones del estudio de María del Carmen Verdú, basado en su propia actividad de casi veinte años desde la Coordinadora Contra la Represión Policial e Institucional, se ve que la columna sostenedora de tal represión es la clase explotadora del trabajo, la burguesía, que nutrió su vida dominante en el país durante los años de democracia con algunas variaciones formales respecto de las épocas de dictadura, pero sirviéndose siempre de la acción de las fuerzas represivas (militar, policial, etc.), de la Justicia y de la administración penitenciaria, y agregando, en época democrática, el manto de las leyes parlamentarias.

El discurso electoral de Alfonsín, cargado de derechos y garantías constitucionales, no fue óbice para reprimir en Campo de Mayo y masacrar en la Tablada; Menem reprimió con policía y gendarmería en todas las puebladas de los años de su gobierno, asesinando manifestantes en Ushuaia, Salta y Jujuy; el gobierno de la Alianza comenzó con la masacre del puente de Corrientes y siguió reprimiendo hasta asesinar a 38 personas el 19 y 20 de diciembre de 2001; la represión selectiva sobre los militantes siguió con Duhalde y el asesinato de Kosteki y Santillán y continúa en el kirchnerismo, y seguirá después con el gobierno que venga. Al mismo tiempo, cada uno de ellos ha sostenido e incrementado la represión “preventiva” para el pueblo, por medio de las detenciones arbitrarias, gatillo fácil, torturas y muertes en cárceles y comisarías, incluyendo la acción de los escuadrones de la muerte.

La masacre de Ingeniero Budge, la muerte del soldado Carrasco en Neuquén, la detención y muerte de Walter Bulacio, el asesinato por torturas de Sergio Durán en Morón, la masacre de Wilde, etcétera, marcaron el comienzo de importantes movilizaciones contra la policía asesina encabezadas por CORREPI, ninguneada por la izquierda y por las viejas organizaciones de derechos humanos, que no reconocían en esos sucesos la expresión de una política de Estado y reproducían, con variantes, el discurso represor.

En ese camino de denuncia y lucha, CORREPI tuvo que defenderse de muchas presiones. Sus militantes han tenido que enfrentar aprietes, seguimientos, amenazas telefónicas, detenciones y otras formas de persecución política. ¿Cómo no iba a ser así para una organización que tomó la defensa de centenares de casos de asesinatos policiales en el país, destacándose sus militantes por enfrentar nada menos que a la “maldita policía”, a los jueces y a los políticos del capital que la sostienen?

Hubo, también, otras tentaciones. El rechazo a las propuestas para convertirla en una ONG fue, quizás, la más importante salida a una desaparición segura por vía de aceptar los subsidios del Estado para sobrevivir condicionada. Subsidios, justamente, provenientes del Estado mecenas del gatillo fácil y las torturas.

Había subsidios más sutiles, que provenían de la socialdemocracia europea y sus universidades, que muchas organizaciones de derechos humanos de la Argentina han aceptado. Eso sí, teniendo que consentir, por ejemplo, al “paladín de los derechos humanos” en España, al “superjuez” Baltazar Garzón, aclamado por los medios de comunicación y aupado ante la opinión pública española como prototipo de juez honesto, valiente e independiente. Muchas organizaciones de derechos humanos tradicionales se detuvieron a componer sus aparatos con estos subsidios. Así se llegó a convertir en kirchneristas a las Madres de Plaza de Mayo y otras organizaciones, a las que convino colocarse bajo la férula de la subordinación a la política y el dinero oficial.

Pero CORREPI se fortaleció diciendo “no” a los subsidios de la socialdemocracia europea y “no” a Garzón, por conocer que este juez ampara las torturas a todo tipo de presos políticos, en especial a los independentistas vascos, y es pionero en el uso de la política “de DDHH” limitada a las dictaduras de hace 30 o 50 años para ganar consenso en su política represiva actual, que incluye la persecución de organizaciones enteras, el cierre de diarios, radios, y todo organismo vinculado a las luchas populares.

Los que intentaron introducir a CORREPI en los manejos turbios del Estado capitalista y sus partidos, no pararon. ¡Cuantas veces debió rechazar, María del Carmen Verdú, soterradas propuestas para utilizar su rol militante y mediático para colocarse como candidata a diputada o legisladora porteña, o para legitimar organismos estatales de “defensa de los DDHH”!.

Probablemente la batalla más grande por la dignidad de CORREPI, de sus militantes, ha sido la de mantener los principios y la militancia antirrepresiva, de manera honesta, en contra del gobierno kirchnerista. Porque ha sido el gobierno que utiliza el encarcelamiento de algunos militares asesinos, a los que todavía les queda algo de vida, y la inauguración de una que otra plaza y monumento recordatorio de los desaparecidos para sostener su política represiva. Bajo su gobierno, desapareció un testigo de los crímenes de lesa humanidad, Julio López; se han repetido asesinatos en movilizaciones como en los casos Cuéllar, Fuentealba y Erazo; se sumaron los presos políticos, a la vez que se intensificaron los muertos por el gatillo fácil y la tortura, llegando a más de mil de 2003 a 2008.

“La represión en democracia” sintetiza muchos años de experiencia y militancia antirrepresiva. La importancia del libro es la conclusión teórica sobre el Estado represivo y su relación con los partidos “democráticos”. Los partidos del capital han armado un Estado represivo tal, y han puesto un enemigo tal en la mira, que cualquiera sea el que acceda al control de las palancas institucionales, y por más democrático que sea su discurso electoral, una vez asumido, no dejará de aplicar la represión de acuerdo a las necesidades del capitalismo en cada etapa.

Osvaldo González



www.herramienta.com.ar

Represión en democracia

Represión en democracia
De la "primavera alfonsinista" al "gobierno de los derechos humanos".

Autora: María del Cármen Verdú

Ediciones Herramienta, Buenos Aires

256 páginas
ISBN 978-987-1505-07-4

El libro de María del Carmen Verdú es como una liberación, porque descubre los mecanismos de la dominación. Expone hechos y razonamientos con gran claridad y los utiliza para mostrar con contundencia las trampas y encubrimientos de las diabólicas "historias oficiales", preparadas por las policías y mantenidas por los tribunales, en el marco de la nefasta "guerra contra la delincuencia". Desde el entendimiento cabal de la política represiva, que atrapa invariable y mayoritariamente a los integrantes de grupos sociales desfavorecidos, permite replantear la búsqueda de la libertad, que no está dada ni mucho menos y que hay que ganarla y defenderla cada día.
Ricardo Canaletti, periodista de TN-Canal 13.

Esta realidad, cuyas consecuencias sufren con mayor crudeza los más humildes, los que no bajan la cabeza, los jóvenes y todos aquellos que tienen la desgracia de cruzarse con un uniforme en el momento equivocado, es la que revela este libro. María del Carmen Verdú hace una disección apasionada de esa historia que jamás nos enseñarán en la escuela, de esos hechos que pocas veces se demuestran en los tribunales (ya que el sistema tiene sus propios anticuerpos contra la verdad) y que sólo ocasionalmente se filtran en los medios. Si uno sospecha que por algo será que la policía es lo que es, si uno presume que algo habrán hecho esos hombres de azul, aquí están las pruebas.
Rolando Barbano, periodista del diario Clarín.

Ya desde el título, el libro “Represión en democracia” pone el dedo en la llaga sobre uno de los problemas más graves de nuestra República, confesadamente alineada entre los países que se autotitulan “democráticos”. El esforzado trabajo de la autora María del Carmen Verdú, que prácticamente agota el relato y análisis de los principales hechos criminales contra ciudadanos, cometidos por efectivos de las fuerzas policiales -institución destinada a su protección-, incluye importantes conclusiones tendientes a una más real y perfecta democracia republicana. La inclusión en el título del concepto “democracia”, como el de “represión” asociada a aquél, además de su pertinencia destacada por la autora, devela lo problemático del carácter democrático de nuestra sociedad. El libro contiene riqueza casuística, importantes conclusiones y esbozo de una problemática que merece la invalorable dedicación demostrada por la autora.
Marcelo Orlando, periodista de Radio América.




María del Carmen Verdú nació en Bahía Blanca, Provincia de Buenos Aires. Estudió derecho en la Universidad de Buenos Aires y se recibió de abogada en 1983. Desde 1977 trabajó como maestra de inglés y francés. En 1984 comenzó el ejercicio independiente de la abogacía y se especializó en derecho civil (daños y perjuicios) y penal. A poco de egresada de la universidad, formó, con un pequeño grupo de compañeros, la “Asociación Amuayu por los derechos humanos” (Los que van, en mapuche). La cotidiana represión policial, encarnada en los fusilamientos de gatillo fácil; la aplicación sistemática de torturas y la muerte de personas en cárceles y comisarías y las detenciones arbitrarias pronto ocuparon el primer lugar en la atención de la minúscula organización, que comenzó a vincularse con víctimas y familiares de víctimas de ese tipo de hechos, brindando el patrocinio jurídico y promoviendo su organización para encarar colectivamente la denuncia antirrepresiva. En mayo de 1992, fracasados los intentos por incorporar a la agenda de los organismos de derechos humanos tradicionales la represión en democracia, Verdú, con algunos militantes de aquel grupo inicial, y otros, acercados a partir de la visibilidad del caso Bulacio, constituyó la Coordinadora contra la Represión Policial e Institucional (CORREPI). Ha participado de encuentros, congresos y seminarios internacionales, y es requerida, con frecuencia, en mesas de debate y diversas actividades antirrepresivas en colegios, universidades y otros ámbitos de todo el país.




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