lunes, 16 de agosto de 2010

Elecciones en Brasil: El PSTU es la única alternativa obrera y socialista por http://www.litci.org/


Escrito por SI-LIT
Domingo 15 de Agosto de 2010


El próximo mes de octubre se realizarán elecciones generales en Brasil. El proceso electoral se da en un momento de relativa tranquilidad para la burguesía brasileña y el propio gobierno de Lula.

Por un lado, la crisis económica internacional, que en 2009 provocó una caída del PIB de 0,2% (cortando un período de varios años de crecimiento) parece dar un respiro al país: el ministro de Hacienda Guido Manteiga previó un aumento de entre 5 y 6% para 2010. Si bien la economía comienza a mostrar algunos síntomas de enfriamiento y se ve la amenaza de una extensión de la difícil situación europea, lo cierto es que ahora predomina este panorama y la palabra “crisis” ha desaparecido del discurso de los principales candidatos burgueses.

Por otro lado, las elecciones también se dan en un marco de relativa tranquilidad en la lucha de clases, sólo sacudida por los conflictos que se producen con las negociaciones salariales anuales de los diferentes sectores de trabajadores.

Una relativa tranquilidad que se expresa también en el hecho de que Lula termina su segundo mandato con un índice de aprobación cercano al 80%, el más alto para un presidente desde que esta medición comenzó a hacerse, dos décadas atrás.

Una falsa polarización

De esa manera, la burguesía brasileña puede nuevamente “juagar a dos puntas” e imponer una falsa polarización entre sus dos principales candidatos: la representante del PT, Dilma Roussef, y el de la oposición de derecha, José Serra, ex gobernador de San Pablo, por el PSDB.

Quienes protagonizaron un primer debate televisivo aburridísimo en el que la primera mostró que, a diferencia de Lula, no es una figura surgida del movimiento de masas sino del aparato del PT, y se limitó a garantizar la continuidad de la política de Lula; mientras que el segundo evitó las críticas frontales al gobierno, limitándose a expresar argumentos en la línea “nosotros lo haríamos mejor”.

Los informes sobre los aportes financieros de las empresas a las campañas muestran que, cada vez más, una mayoría de la burguesía comienza a inclinarse a favor de Dilma. Y la misma tendencia empiezan a mostrar las encuestas de intención de voto en las que supera a Serra por no menos de 5 puntos porcentuales.

La burguesía brasileña incluso impulsa una falsa alternativa “por izquierda” al gobierno, a través de la candidatura de Marina Silva (ex ministra de Medio Ambiente del gobierno Lula) por el Partido Verde, favorecida por la negativa de Heloisa Helena (que en 2006 obtuvo más de 6 millones de votos como candidata del Frente de Izquierda PSOL-PSTU-PCB) a postularse nuevamente. Más allá de su “vestimenta verde”, Marina reivindica toda la política económica de los gobiernos del PT y de Fernando Henrique Cardoso, afirmando que quería “unir al PT y al PSDB” en su gobierno. Incluso expone posiciones muy reaccionarias, como su rechazo público al derecho al aborto libre y gratuito.

Una realidad muy diferente

La realidad profunda que viven los trabajadores y el pueblo brasileño, sin embargo, está muy lejos del optimismo que muestran la burguesía y sus candidatos. En contraposición con las ganancias record que obtuvieron los grandes bancos y empresas durante el gobierno Lula (algo que siempre es reivindicado públicamente por él mismo), Brasil es el país de más injusta distribución de renta del mundo. Mientras el 10% de la población más rica se queda con el 50% de la renta del país, el 50% más pobre recibe apenas el 10%[1].

Cifras que se expresan en millones de brasileños viviendo en la pobreza de las favelas, sin acceso a los servicios públicos elementales, en la multitud de campesinos sin tierra y en los muchísimos que dependen de planes asistenciales, como la Bolsa Familia, para no morir de hambre.

También ha estado muy lejos de ese optimismo el impresionante aumento de la deuda pública. La deuda externa acumula 282.000 millones de dólares y la interna se triplicó desde 2008, como un mecanismo de subsidiar a bancos y empresas durante la crisis, alcanzando cerca de un billón de dólares. El déficit de cuenta corriente (ingresos fiscales menos pagos) puede llegar este año a 60.000 millones. En otras palabras, un recrudecimiento de la crisis económica internacional, encontraría a Brasil en condiciones mucho más frágiles que en la primera fase de la crisis.

Pero de “eso no se habla” en la campaña electoral de los candidatos de la burguesía. Como tampoco se habla de la sumisión del país y del gobierno de Lula al imperialismo y el papel que vienen jugando como sus agentes en diversos aspectos, como el de haber aportado el principal contingente y encabezar las tropas de la ONU en la ocupación de Haití.

Difundiendo el programa socialista

En otras palabras, Brasil es un país muy rico en recursos naturales y en riqueza producida por el trabajo, pero cuyo pueblo está condenado a la pobreza y a tener las necesidades más urgentes sin resolver, como resultado del saqueo imperialista y de la burguesía brasileña de esas riquezas.

Para revertir ese cuadro y satisfacer esas necesidades populares es necesario superar al capitalismo. Es decir, imponer un verdadero gobierno de los trabajadores que aplique un programa que cambie de raíz la estructura socioeconómica del país. Un programa que incluya medidas como el no pago de la deuda externa e interna, la expropiación sin pago y la estatización de las grandes empresas y bancos nacionales e internacionales, una profunda reforma agraria que expropie a los latifundistas y distribuya esa tierra, la reducción de la jornada de trabajo sin reducción de salario y un plan de obras públicas destinado a atender las necesidades populares.

De esta forma, a través de un plan económico estatal centralizado podrán garantizarse un aumento general de sueldos que garantice un salario mínimo equivalente a canasta básica completa, empleo para todos, triplicar los presupuesto de salud y educación públicas, viviendas dignas para todos y tierra para todos lo campesinos.

En otras palabras, la necesidad de un revolución socialista. Ese es la propuesta y el programa que defiende y difunde el PSTU, a pesar del boicot de la gran prensa y la TV.

Especialmente a través de su candidato presidencial, José Maria de Almeida (Zé Maria), en numerosos actos y actividades, como varios seminarios programáticos, realizados en todo el país, y con una edición especial del periódico Opinião Socialista dedicada el programa socialista para Brasil, que se está vendiendo en las puertas de fábricas y empresas.

El PSTU también tiene una postura internacionalista y antiimperialista en su campaña: Levanta como bandera la inmediata retirada de las tropas brasileñas de Haití y su reemplazo por médicos, técnicos y especialistas que ayuden realmente al pueblo haitiano, castigado duramente por el último terremoto. Y la inmediata ruptura de relaciones diplomáticas y comerciales con el estado genocida de Israel y el apoyo a la lucha del pueblo palestino por recuperar su territorio.

Disputar la conciencia de los trabajadores

El PSTU no cree que una transformación socialista pueda llegar a través de un proceso electoral o de las instituciones parlamentarias burguesas. Ella sólo podrá producirse como resultado de un profundo proceso de organización y lucha de los trabajadores y las masas y a través de la toma del poder.

Sin embargo, es absolutamente imprescindible que un partido revolucionario difunda y defienda el programa socialista en los procesos electorales para discutirlo con millones de trabajadores y así disputar su conciencia de la influencia de la burguesía. Ese era, precisamente, uno de los puntos centrales en los criterios que la III Internacional, en vida de Lenin, postulaba para la intervención de un partido revolucionario en los procesos electorales burgueses. Porque cada trabajador ganado para ese programa es un paso adelante en una perspectiva de lucha más estratégica.

El PSOL abandona la defensa del socialismo

Por otro lado, en estas elecciones, la defensa del programa socialista ha quedado básicamente en manos de Zé Maria y los demás candidatos del PSTU. El candidato de izquierda que viene recibiendo más espacio en los medios de comunicación y pudo participar del debate en la TV, Plínio Arruda Sampaio del PSOL, lo ha abandonado explícitamente. En una entrevista al diario Folha de São Paulo (01/08/2010), Plínio expresó: “Yo no pretendo implantar el socialismo en Brasil ni es la pretensión de mi partido ahora. Voy a hacer una propuesta dentro de marco del capitalismo. Las únicas formas socializadas que vamos a tener son la salud y la educación”. Según Plínio, esto es lo que indica el “buen sentido”.

En otras palabras, una nueva versión de las ya claramente fracasadas propuestas de “reformar” o “humanizar” al capitalismo que han tropezado, inexorablemente, con la negativa del capitalismo imperialista a ser reformado o humanizado. Al mismo tiempo, ahora quedan expresadas con mucha mayor claridad las profundas diferencias programáticas que impidieron la reedición del frente electoral de izquierda de 2006.

Impulsar las luchas y la organización de los trabajadores

En la difusión del programa socialista en la campaña electoral, el PSTU trata de ligar ese programa a la realidad cotidiana de los trabajadores. Por un lado, intenta explicar de modo sencillo cómo esas medidas se relacionan con la resolución de sus necesidades más concretas como los sueldos, el empleo, la salud, la educación o la vivienda, que sólo podrán ser resueltas de modo definitivo si esas medidas son aplicadas.

Por el otro, se trata de apoyar e impulsar las luchas concretas que los trabajadores y el pueblo llevan adelante como, por ejemplo, la huelga victoriosa por una mejor PLR (Participación en los Lucros y Resultados) y mejora en las condiciones laborales que realizaron los trabajadores de la CAF (Construcciones y Auxiliar de Ferrocarriles) de la ciudad de Hortolândia (São Paulo), o la campaña salarial conjunta que, a propuesta del sindicato metalúrgico de São Jose dos Campos, realizarán los sindicatos que agrupan a trabajadores de fábricas automotrices en varias regiones del país.

En ese marco, se trata también de impulsar la organización unitaria de los trabajadores y los sectores populares para luchar por esas reivindicaciones, como lo han hecho los militantes del PSTU impulsando la central fundada en el congreso realizado, en junio pasado, en la ciudad de Santos, la CSP-Conlutas (Central Sindical y Popular).

Por último, aunque no menos importante, impulsar y avanzar en la organización política de los trabajadores, especialmente en los “batallones pesados” de las principales ramas de la producción. Por ejemplo, cerca de 200 petroleros de Río de Janeiro han firmado una declaración de apoyo a la candidatura de Zé Maria. Y lo mismo han hecho 500 trabajadores de São Jose dos Campos, en su mayoría metalúrgicos.

En definitiva, en estas elecciones, la burguesía brasileña tiene dos alternativas principales y varias secundarias. Frente a ellas, existe una única alternativa verdaderamente obrera, de lucha y socialista: la presentada por el PSTU y Zé Maria.

Una falsa democracia


La burguesía presenta los procesos electorales como la máxima expresión de “su” democracia porque, en ellos, los trabajadores y el pueblo “eligen libremente” a sus representantes y gobernantes.

Es totalmente falso. Los partidos apoyados por la burguesía cuentan con recursos cualitativamente superiores para desarrollar sus campañas que los que tienen los partidos obreros y/o de izquierda. En primer lugar, por los grandes aportes financieros que, directamente o indirectamente, reciben de empresas y empresarios.

El PSTU rechaza tajantemente recibir cualquier aporte financiero de la burguesía porque esto representa, en los hechos, un compromiso o deuda que, tarde o temprano, será cobrado políticamente, ya que, como se dice en Brasil, “quien paga la orquesta, elige la música”. Por el contrario, el PSTU financia los gastos de su campaña con los aportes que recibe de los trabajadores, y de sus miembros y simpatizantes. Esta es la garantía de su independencia política frente a los patrones y sus gobiernos, y eso es lo principal. Pero, al mismo tiempo, es una limitación en sus posibilidades de desarrollar una gran campaña en los medios.

Algo que, por otra parte, se ve acentuado por la legislación que discrimina los tiempos gratuitos obligatorios otorgados en TV según el número de diputados que posea cada partido o coalición. Lo que significa que el PSTU recibe menos de un minuto a cada presentación (son 3 días por semana) mientras que el PT o el PSDB utilizan respectivamente cerca de 10 min y 8 min en cada período. Al contrario de países como Francia o Portugal en que los tiempos se dividen por igual entre las candidaturas registradas, acá los partidos minoritarios son completamente discriminados.

Esa misma legislación determina que en los debates televisados de los candidatos presidenciales, o de cargos como gobernador, las emisoras de TV sólo deben invitar obligatoriamente, a los de los partidos con representación parlamentaria. Podrían invitar voluntariamente a los demás candidatos pero no lo hacen. Ocurre que las redes de TV tienen interés en invitar solamente las opciones que consideran “razonables”. Así sucedió en la debate de la Red Bandeirantes y está previsto ocurrir en los que se realizarán en la Record y en la Globo. De esta forma, discriminan claramente a varios partidos de izquierda que, como el PSTU, el PCB o el PCO no pueden participar de esos debates.

Por eso, a diferencia del PSOL que, a través de Plínio, al ser invitado reivindicó el carácter democrático del debate de la Red Bandeirantes, el PSTU denuncia su carácter discriminatorio y exige la participación de todos los candidatos.



Zé Maria y Lula: Un mismo origen, dos trayectorias

Las historias de Lula y Zé Maria tienen un origen común: ambas se inician como obreros metalúrgicos en la región del ABC (Gran San Pablo) y en la explosiva oleada de huelgas obreras contra la dictadura, a finales de la década de 1970. En algunas de esas huelgas, incluso, fueron presos juntos. Es el marco de la fundación de la CUT y del PT.

Lula utilizó ese prestigio y esas organizaciones, primero, para frenar las luchas y, después, para impulsar su llegada al poder y gobernar para la burguesía.

Por su parte, Zé Maria se mantuvo fiel a su clase y a su lucha. En 1992, fue expulsado del PT por oponerse al giro cada vez más a la derecha del partido y a la propuesta de gobernar junto con la burguesía. En 1994, impulsó la fundación del PSTU. Del mismo modo que, a partir de 2004, rompió con la CUT, transformada en una agencia del gobierno de Lula, e impulsó la construcción de la Conlutas, en 2005, y de la CSP-Conlutas, en junio pasado.

Zé Maria también continúa fiel a sus ideas socialistas que, como único candidato obrero en este proceso electoral, defiende con la misma pasión que hace más de 30 años.


[1] “Desigualdade e Pobreza no Brasil”, IPEA (Instituto de Pesquisa Econômica Aplicada), sobre datos e indicadores del Banco Mundial, Banco Interamericano de Desarrollo, IBGE y ONU.


[1] “Desigualdade e Pobreza no Brasil”, IPEA (Instituto de Pesquisa Econômica Aplicada), sobre datos e indicadores del Banco Mundial, Banco Interamericano de Desarrollo, IBGE y ONU.
Más artículos: ...