El hermano pueblo de Chile ha sufrido una catástrofe natural que ha dejado casi 2000 muertos, amplias zonas del país cortadas por el derrumbe de carreteras, decenas de miles de personas sin casas, electricidad ni servicios. Se calcula que los daños materiales son de 30000 millones de dólares.

Como toda tragedia natural, el terremoto reveló la verdadera cara del “milagro chileno”, tras la dictadura de Pinochet y los veinte años de gobierno de la Concertación: una diferenciación social cada vez mayor, como resultado de lo cual, los grandes rascacielos de Santiago ni siquiera se movieron, mientras que ciudades como Concepción quedaron destruidas.

Las autopistas y los puentes se cayeron como castillos de naipe, lo mismo que escuelas, hospitales y demás viviendas o edificaciones destinadas al uso social. Mientras que cientos de miles de trabajadores y pobladores pobres se han quedado sin casa, sin alimentos y sin futuro, los ricos de Chile, los que más se beneficiaron con la dictadura y con veinte años de Concertación, continúan dándose la gran vida dentro de sus lujosas mansiones.

Concepción, la ciudad más golpeada, sigue sin agua potable ni electricidad y su población desesperada se ha lanzado a los saqueos de los negocios y supermercados.

Ante esto, el gobierno de Bachelet ha dicho que aplicará “el rigor de la ley”, haciéndose eco del pedido del presidente electo, el derechista Sebastián Piñera, quien exigió “mano dura”: fueron enviados 17000 soldados a reprimir en Concepción, se declaró el estado de emergencia y el toque de queda, para defender a los supermercados Walmart y reprimir a la población desesperada.

La presidenta “socialista”, termina así su mandato reprimiendo con los mismos militares de Pinochet que asesinaron a su padre y la torturaron.

Es la misma respuesta que en Haití: frente al terremoto, los yanquis mandaron 16000 soldados, que, unidos a las tropas de la Minustah, reprimen a los pobres y desesperados haitianos.

Es necesario frenar de inmediato la represión del ejército pinochetista enviado por Bachelet a Concepción. El ejército se tiene que ir, los trabajadores y el pueblo chileno tienen que autoorganizarse, para tomar en sus manos las medidas urgentes de sobrevivencia, la distribución de víveres, y la centralización de la ayuda.

Los barrios y ciudades destruidas tienen que ser reconstruidas, pero al servicio de los trabajadores y de los pobres, y no para beneficio de las empresas amigas del gobierno.

La única manera de reconstruir sus viviendas y garantizar la provisión suficiente de mercaderías es avanzando sobre las ganancias y propiedades de los grandes capitalistas nacionales e internacionales, dejando de pagar la deuda externa, cobrándoles impuestos extraordinarios y expropiándoles las viviendas suntuarias que quedaron intactas, para alojar ya mismo a miles de chilenos y chilenas.

Hacemos un llamado a todas las organizaciones obreras, populares, sindicales, estudiantiles, de derechos humanos y democráticas, a organizar una gran movilización junto a la comunidad chilena en nuestro país, con el fin de apoyar al pueblo chileno en lucha y exigir el retiro inmediato de las tropas de las calles de Chile.

Los gobiernos de todos los países latinoamericanos deberían suspender inmediatamente los pagos de sus deudas externas para, con ese dinero organizar un fondo extraordinario al servicio de la reconstrucción de Chile y Haití, devastados por las catástrofes y por la voracidad de los monopolios.


Convergencia de Izquierda


2 de marzo de 2010