sábado, 30 de noviembre de 2013

El mejor vídeo de la Revolución Siria ¡¡Una lección para el mundo!!




¡Nunca habiamos visto unas manifestaciones llenas de arte, de canciones que cantan los jóvenes con sus tristes voces...Este es el mensaje que quieren mandar los jóvenes de Siria. Nos dicen que no son conspiradores, ni salafistas...son jóvenes que quieren vivir con dignidad, con justicia... Ya han sufrido una dictadura y represión de más de 42 años. Desde Madrid apoyamos al pueblo sirio en su Revolución.
¡Aunque estemos lejos nuestros corazones están con vosotros! ¡Pronto conseguiremos la libertad para nuestra querida Siria!

Un llamado a la solidaridad con el pueblo palestino

BRASIL
Escrito por Soraya Misleh   
Miércoles 27 de Noviembre de 2013
El 29 de noviembre de 1947, la Asamblea General de la Organización de las Naciones Unidas (ONU), presidida por el brasileño Oswaldo Aranha, recomendó la división de Palestina en un estado judío y uno árabe, sin consultar a los habitantes del lugar. Esa acción dio las bases para que el movimiento sionista –que pretendía la creación de un estado exclusivamente judío en tierras palestinas– pusiese en marcha un plan deliberado de limpieza étnica.


Iniciado doce días después de la recomendación de la ONU, culminó, según escribe el historiador israelí Ilan Pappé, con la expulsión de 800.000 palestinos de sus tierras y propiedades, y con la destrucción de 531 aldeas.

En 1977, las Naciones Unidas instituirían el 29 de noviembre como el Día Internacional de Solidaridad con el Pueblo Palestino. Desde entonces, anualmente, se realizan en esa fecha, en todo el mundo, actividades para recordar la catástrofe (en árabe nakba) que se abatió sobre los palestinos y denunciar que esa población aún espera por justicia, 66 años después. Actualmente, hay –según la Agencia de las Naciones Unidas para Asistencia a los Refugiados Palestinos (UNRWA)– cinco millones de refugiados en campos en un radio de 150 km de distancia de los territorios palestinos.

Esa población –y otros millares dispersos por el mundo– hasta hoy aguarda y lucha por retornar a sus tierras y propiedades –derecho asegurado por la propia ONU en su Resolución 194 del 11 de diciembre de 1948 y reiterado centenas de veces desde entonces. Las negociaciones, intermediadas por los Estados Unidos, entre representantes de la Organización para la Liberación de Palestina (OLP) e Israel nunca garantizaron el cumplimiento de ese derecho legítimo. Por el contrario, son demostraciones claras de que la paz no pasa de retórica. Jamás se presentó una propuesta justa en la mesa de negociaciones.

Oslo y Said
 
Este 2013 se cumplen 20 años de los Acuerdos de Oslo, que algunos palestinos denominan “nueva nakba”. De hecho, no hay nada para conmemorar. En estas dos décadas, según datos divulgados por la Organización de Derechos Humanos, se sumaron otros 7.000 muertos palestinos, 12.000 casas destruidas y 250.000 asentamientos ilegales construidos por Israel en territorio ocupado militarmente por este Estado. Se intensificó la fragmentación de la sociedad palestina y la desmovilización. Y, desde entonces, Israel basó su economía, sobre todo, en el desarrollo y exportación de tecnologías militares.
En los últimos años, Brasil se tornó la puerta de entrada para la industria armamentista israelí, ampliando los acuerdos militares con la potencia que ocupa Palestina. En el momento en que se reabren las negociaciones, con la amenaza de un nuevo “Oslo”, urge fortalecer en el país la campaña de Boicot, Desinversión y Sanciones (BDS) a Israel, con el modelo de lo que fue hecho para derribar el apartheid en África del Sur, en los años de 1990.
También este año, se cumplen diez años de la muerte del intelectual palestino Edward Said. Es el momento de homenajear a una de las voces que dedicaron la vida a divulgar la causa palestina, denunciar el pensamiento orientalista –que inventa el código binario basado en el “Oriente” formado por bárbaros y atrasados, en contraposición al “Occidente” civilizado–, así como la tragedia que representó Oslo y el servilismo de los líderes palestinos.

Este 29 de noviembre, el recuerdo de una de sus célebres frases es más que oportuna: “Si uno de nosotros fuera eliminado, otros diez deben venir en su lugar. Esa es la marca genuina de nuestra lucha, y ni la censura ni la simple complicidad cobarde han de apagarla”. Un saludo a la heroica resistencia palestina y un llamado en esta fecha a la comunidad internacional por solidaridad.

Limpieza étnica
 
Ambos llamados son urgentes, frente a la continua limpieza étnica y el apartheid a que están sometidos los palestinos. Así como ocurrió en 1948, existe hoy la amenaza de nuevas expulsiones, esta vez de cerca de 50.000 beduinos palestinos del Naqab (Negev), región al sur de Palestina que en la división de la ONU fue destinada a la constitución del estado judío. Israel todavía no reconoce 35 villas en las que vive esa población, así como no provee ningún servicio básico a esos habitantes y, como consecuencia, 60% de ellos se encuentra por debajo de la línea de pobreza. La pretensión es demoler esas villas, para que den lugar a la especulación inmobiliaria y la colonización de tierras palestinas, con la construcción de nuevos asentamientos o instalaciones militares.

La consolidación de ese proyecto es lo que prevé el Plan Prawer. Aprobado en primera instancia el 24 de junio pasado en el parlamento israelí (Knesset), para ser implementado precisa pasar todavía por dos secciones más. La juventud palestina ha convocado a manifestaciones contra esa ofensiva. Así, realizó grandes protestas el 15 de julio y el 1 de agosto, en toda la Palestina histórica –en las que hubo una dura represión y varias prisiones–, y a las cuales se sumaron ciudadanos de destinos en otros 12 países, incluso en San Pablo, Brasil. Aquí [en San Pablo], el acto fue convocado por el Frente de Defensa del Pueblo Palestino y en él se repartieron a la población 2.000 panfletos explicativos. El punto más alto de la movilización fue su cruce con otra protesta que ocurría por la desaparición del albañil que vivía en la favela de la Rocinha, Amarildo de Souza. Su cuerpo está desaparecido desde el 14 de julio, fecha en la que fue detenido y conducido para interrogatorio y tortura en la llamada Unidad de Policía Pacificadora (UPP), en el lugar donde vivía. La solidaridad mutua reveló la certeza de que la lucha contra los oprimidos no tiene fronteras.

Un nuevo “día de furia” está previsto para el 30 de noviembre. En San Pablo, el Día Internacional de Solidaridad con el Pueblo Palestino no pasará en blanco y levantará la bandera contra el Pan Prawer; el Frente de Defensa del Pueblo Palestino organiza una sesión solemne el 29 de noviembre, en el Plenario Juscelino Kubitschek, en la Asamblea Legislativa de San Pablo, a partir de las 19 horas. Y el día 30, el Sindicato de los Metroviarios de San Pablo [subterráneos] realiza en su sede, a las 17 horas, una exhibición de videos y debate.

Convidamos a aquellos y aquellas que luchan por justicia, contra la opresión y el apartheid a sumarse a este movimiento internacionalista, rumbo a una Palestina Libre.

Traducción: Natalia Estrada

Syria Freedom Forever

Rusia; ¿Por qué Putin apoya a Assad?

              

                       
Escrito por I. Razin - POI Rusia   
Martes 26 de Noviembre de 2013
Con la guerra en Siria, Rusia apareció en los principales títulos de los medios al mismo nivel que los EEUU, lo que no había acontecido desde la caída de la URSS. Aunque es evidente la aspiración común de Obama y Putin de “estabilizar la situación” en Siria (es decir, acabar con la revolución), existen diferencias importantes entre sus posiciones. Para comprenderlas, hay que ver las relaciones especiales que tiene Rusia con Siria y la región.
 
Siria y la URSS

Las relaciones especiales entre Rusia y Siria vienen desde la época de la URSS. En la segunda mitad del siglo XX, los partidos burgueses nacionalistas árabes tomaron el poder en varios países de Oriente Medio aprovechando la ola antiimperialista popular. Uno de los más importantes era el Partido del Renacimiento Árabe Socialista (Baath) que tomó el poder en Siria.

Para resolver las contradicciones económicas y sociales más elementales provenientes del carácter semicolonial de las economías y para controlar el movimiento antiimperialista, los regímenes nacionalistas árabes se vieron obligados aplicar las amplias nacionalizaciones. Así se deterioraron bastante sus relaciones con el imperialismo.

El imperialismo respondió con restricciones a negociar con estos países, buscando excluirlos de la división internacional del trabajo, lo que implicaba todas las consecuencias para estas economías capitalistas atrasadas que no representaban, a veces, más que unos elementos económicos dependientes directamente del mercado mundial, sin formar sistemas íntegros de producción. Les faltaba equipamiento y recursos financieros. El imperialismo aplicaba, aunque a su propia manera, la tesis de la Cuarta Internacional que afirma que en los países atrasados las burguesías nacionales están sumisas al imperialismo o no pueden existir.

Las direcciones árabes –apretadas por la presión antiimperialista por debajo, la del imperialismo por encima, el atraso económico y su programa completamente burgués– encontraban la única salida en el acercamiento a la burocracia soviética de la URSS, que podría conceder los recursos económicos necesarios (equipamiento, tecnologías). A cambio, la burocracia soviética recibía de los “gobiernos amigos” árabes “servicios políticos” importantes para negociar mejor con el imperialismo. La burocracia del PCUS tuvo un acuerdo semejante con muchos gobiernos burgueses no árabes. Pero las relaciones más estrechas y largas se formaron con el régimen de Baath sirio.

La URSS participó, a través de sus empresas estatales, en el desarrollo de la industria de gas y petróleo (exploración y mantenimiento de yacimientos), construcción de centrales eléctricas e hidroeléctricas y líneas de transmisión de energía eléctrica, de agricultura (sistemas de irrigación, plantas de fertilizantes), plantas de suministro de agua, ferrocarriles, etc. Es decir, los elementos básicos estructuralmente necesarios para la economía siria.

Vale decir que la mayoría de estos proyectos constituyó para la burocracia soviética pérdidas financieras directas. Fueron inversiones políticas no orientadas a la extracción de lucro sino a mantener los regímenes en su “órbita” para tener mejores condiciones políticas en la disputa con el imperialismo.

Pero son las armas [las] que juegan el papel más importante en las relaciones entre el PCUS y Baath sirio. El costo total del suministro de armas soviéticas a Siria entre las décadas de 1960 y 1980 supera 26.000 millones dólares y la proporción de armas soviéticas en el ejército sirio llegó a 90% (Evseev V.V., Algunos aspectos de la cooperación rusa-siria. Instituto de Medio Oriente, Moscú). Una parte importante de esas armas fue suministrada en forma de crédito y la deuda total de Siria con la URSS llegó casi a 14.000 millones dólares, en 1991.

Pero el significado de esta deuda fue muy diferente al de las deudas capitalistas. El régimen sirio era consciente de que no era obligatorio pagar la “deuda socialista”, pero había que ser un “gobierno progresivo”, es decir, apoyar la política de la burocracia soviética en el mundo. Por su lado, la burocracia soviética era consciente de que si un día el “régimen amigo” dejase ser “amigo” para volver al campo de influencia del imperialismo, tampoco estaría preocupado en pagar la deuda.

En el sentido financiero, la deuda siria a la URSS nunca presupuso grandes intereses o un mecanismo de recaudación y, por eso, no era una “deuda”. Pero detrás de ella estaba la dependencia tecnológica profunda del ejército sirio [respecto] de los estándares de armas soviéticas,lo que presupone la dependencia del mantenimiento de máquinas, suministro de recambios, pertrechos y hasta educación de los oficiales sirios en la URSS. El régimen sirio siempre mantenía alguna relación con el imperialismo pero en una situación en que las fuerzas armadas dependientes de las armas soviéticas eran la institución central del régimen; se puede hablar de una dependencia política estructural.

Las bases navales militares en Latakia y Tartus garantizaron a la URSS la permanencia de su flota en el Mediterráneo (hasta 80 barcos en la frontera con Israel) y fueron el “adorno” de la construcción política de la burocracia. Así, Siria fue la gran apuesta política del PCUS en Oriente Medio.

Siria y Rusia

Rusia heredó este tipo de dependencia del régimen sirio. Pero con la restauración capitalista en la URSS comenzó una crisis económica extremadamente profunda. El dinero para proyectos exteriores acabó. Con la derrota del golpe militar de 1991 se instaló en Rusia un régimen con mayor peso parlamentario, donde las instituciones del ejército y KGB ya no tenían el mismo papel que antes. Por otro lado, el poder fue tomado por el sector más pro-imperialista de la ex-burocracia soviética, encabezado por Yeltsin,cuyo gobierno tenía a agentes abiertos de la CIA en los puestos de consejeros de ministros. En estas condiciones, las relaciones con Siria se redujeron casi hasta cero.

La situación se cambió en los inicios de 2000. Por un lado, en Rusia, sobre la base del agotamiento de las protestas sociales y la derrota de la resistencia en Chechenia, se realizó una revancha política de la burocracia de la KGB (hoy FSB) y del ejército, que siempre agitaron por el “regreso a los aliados históricos”. Apoyándose en gran parte en este sector, se ha instalado el régimen bonapartista de Putin, que, bajo su dirección, ha consolidado políticamente a los oligarcas rusos y la burocracia. Putin ha monopolizado el espacio político legal, expulsando de este a los partidos liberales, agentes directos del imperialismo, y se ha postulado como el único referente para dialogar con el imperialismo en Rusia.

Por otro lado, el imperialismo encabezado por Bush comenzó la política de “guerra contra el terror” y el “nuevo siglo norteamericano”. En este marco, Siria fue indicada como parte del “eje de mal” por su apoyo a Hezbollah y Hamas, y fue sometida a sanciones. Es importante destacar que la derrota de la “guerra contra el terror”, el cambio de la táctica del imperialismo y la ascensión de Obama, aunque relegaron un ataque directo contra Siria, no aflojaron las sanciones sino que las fortalecieron.

Todo esto empujó a los regímenes ruso y sirio [a un acercamiento] por los antiguos vestigios. El “aislamiento” de Siria, que tampoco debe ser sobreestimado, ha creado más oportunidades para la participación de las empresas rusas en la economía siria. Las compañías rusas de petróleo y gas participaron –ahora movidas con el objetivos de la ganancia– en la exploración y extracción de hidrocarburos, construcción de refinerías, de proyectos energéticos (también se pensaba en un proyecto de central nuclear), sistemas de irrigación, ventas de equipamiento para las industrias petrolera y energética, desarrollo de telecomunicaciones (inclusive del sistema GLONASS, análogo ruso del GPS americano). Es decir, actuaron en las viejas ramas tradicionales.

Pero así como en la época de la URSS, estos proyectos económicos eran limitados. Antes de la guerra, con base en las inversiones rusas se producía sólo 22% de electricidad y la participación en la extracción del petróleo nunca superó el récord soviético de 27% (Evseev V.V.).

Un tamaño parecido de participación rusa no es cosa rara en el territorio del ex-URSS. No es poco, pero es insuficiente para condicionar la posición dura del régimen ruso en defensa de Assad. Los proyectos económicos siguen siendo muy secundarios respecto del suministro de armas, donde Putin y Assad tienen una “comprensión mutua” más profunda.

En 2005, Rusia suspendió 10.000 millones de deuda siria (73%) a cambio de nuevos contratos de compra de armas que llegaron, por varios años, hasta 4.000 millones de dólares (Kommersant) (equivalente a un cuarto de las exportaciones de armas rusas, en 2012 [12.000 millones de dólares]), un sexto de todos los contratos discutidos entre Rusia y otros países (25.000 millones) y un quinto de los gastos del gobierno ruso para compra de armas en 2012 (18.000 millones). Con todas las dificultades de comparar los datos se puede afirmar que Siria garantiza, por lo menos, un importante porcentaje para la industria de armas rusa. Según el Instituto Internacional de Pesquisas de Paz de Estocolmo (SIPRI), entre 2007 y 2011 Damasco ha aumentado 7 veces las compras de armas (entre las cuales 72% lo constituyeron las rusas).

En la época de la URSS, el suministro de armas era una inversión política. Ahora, la dependencia tecnológica del ejército sirio con las armas rusas constituye una fuente grande y estable de los ingresos para el complejo de la industria militar (VPK). Esto tiene una importancia especial porque, después de la destrucción masiva de la industria rusa en la década de 1990, el VPK quedó como la última gran industria de alta tecnología, independiente del imperialismo y autosuficiente, y tiene muchas empresas relacionadas con ella (su significado es parecido al de la industria automovilística). VPK emplea de forma directa cerca de 3 millones de personas; es una base de un gran sector de la burocracia y la burguesía ligada al ejército, una base importante del régimen de Putin. En la situación de crisis económica mundial, la estabilidad del VPK influye mucho sobre la estabilidad económica y social en el país y también en la estabilidad interna del régimen.

En 2005-2008, el volumen anual de comercio sirio-ruso creció 10 veces, desde 0,2 hasta 2.000 millones de dólares (A.Kreits, Siria, la apuesta central de Rusia en Oriente Medio, Instituto Francés de Relaciones Exteriores, IFRI, 2010). La totalidad de inversiones rusas en el país llegó a 20.000 millones de dólares (Odnako, recurso ligado al Kremlin). También Assad mantiene la base militar naval rusa, siempre apoyó la guerra de Putin en el Cáucaso, también lo apoyó en la guerra con Georgia. En 2008, durante su visita a Moscú, Assad ha declarado estar dispuesto a cooperar en “todos los proyectos que defenderían la seguridad de Rusia” e, incluso, ha propuesto el territorio sirio para la instalación de los complejos de misiles “Iskander” (lo último fue delicadamente rehusado por Putin, para no perjudicar las relaciones con Israel y EEUU).

¿Por qué Putin apoya Assad?

Obama y Putin coinciden en la necesidad de poner fin a la revolución siria, pero la línea divisoria entre ellos pasa por el régimen sirio. Quien reina ahora en Siria es el régimen dictatorial que controla todo el terreno político y se apoya en un ejército totalmente dependiente de las armas rusas. Cualquier “liberalización política” (un debilitamiento del régimen ampliando las libertades “democrático- burguesas” y, más aún, su derrumbe y sustitución por un régimen parlamentario de los partidos políticos) significa la caída del papel político del ejército y el crecimiento imparable de las posibilidades para el imperialismo de participar directamente en el proceso político en Siria.

Mientras el régimen militar de Assad se mantenga en el poder con sus propios métodos de administrar el Estado, el régimen de Putin tendrá una ventaja que corresponde a la proporción de las armas rusas en el ejército sirio.Pero en el terreno de la “democracia burguesa”, donde la política se resuelve antes que todo por dinero (el terreno más natural y preferido para imperialismo) el régimen de Putin, económicamente débil, está condenado al fracaso político.

Putin es consciente de que el “parlamento democrático” iría a cuestionar, tarde o temprano, las compras de armas rusas y favorecer las de la OTAN. La dependencia estructural del ejército sirio de las armas rusas comenzaría a desaparecer. Ni hablar sobre la base naval militar.

Algo así ya ha acontecido en Libia, donde la sustitución del régimen dictatorial de Gaddafi por el parlamentario se percibe en Rusia como un “adiós” a los contratos de armas. En Siria, la apuesta es mucho mayor. El régimen de Putin recibió tranquilamente la caída de Mubarak –armado por el imperialismo–, quedó más nervioso con la caída de Gaddafi, armado por el imperialismo y por Rusia (ahora parece que sólo por el imperialismo), y está listo a defender con toda energía a Assad, armado casi sólo por Rusia. Para el régimen de Putin se trata de la “pérdida de Siria” como suele decirse en los análisis rusos.

Pero no sólo Siria está cuestionada. La caída de Assad golpeará inevitablemente al régimen de los ayatolás en Irán, con el que Rusia también tiene “relaciones especiales” gracias a su confrontación con el imperialismo. Rusia garantiza el programa nuclear iraní al haber tomado este papel en lugar de las empresas norteamericanas y alemanas que no podían continuar el proyecto por las sanciones imperialistas. Estas mismas razones políticas condicionan los proyectos rusos en el terreno del gas, en Irán. Otra consecuencia importante sería el golpe para los flujos de armas rusas entre Corea del Norte, Irán, Siria, Hezbollah, Hamas, que garantizan también el peso político de Rusia.

En resumen, el régimen dictatorial de Assad es un puesto avanzado de Rusia en Siria, Siria lo es en Oriente Medio, y esta región es una de las más importantes del mundo. Con la caída del régimen de Assad, el régimen de Putin tiene miedo del efecto dominó.

La restauración del capitalismo destruyó el poder económico de Rusia, pero el país ha heredado de la URSS un ejército “casi soviético”, el segundo del mundo. Gracias al tamaño del ejército ruso, VPK y el papel de las armas rusas en el mundo, en especial en Oriente Medio, el peso político de Rusia es mucho mayor que el económico y es un palanca del régimen de Putin en la arena mundial. Este peso político desproporcionado es un fenómeno temporal y tiene una tendencia general a llegar a la correspondencia con el menor peso económico. El derrumbe del régimen de Assad por las masas, o por las manos del imperialismo, empujaría la caída del peso político de Rusia hacia el nivel de su economía de productora de materias primas.

Estas son las posibles consecuencias “exteriores” de la caída de Assad para el régimen de Putin. Pero habría también consecuencias “interiores”. Putin y compañía son conscientes de que la campana de las revoluciones árabes llama también por ellos y la caída de los dictadores provoca entre el pueblo ruso los pensamientos y comentarios correspondientes. Ni hablar sobre los riesgos para la dominación del régimen ruso en el Cáucaso. Además, serían afectados los sectores burocrático-militares claves para el régimen, lo que no le ayuda a mantener un equilibrio interno.

Por eso, el régimen de Putin realiza en Rusia una campaña muy agresiva contra las revoluciones árabes y las llama “conspiraciones de los EEUU” y “destructoras de los países”. El mismo discurso está dirigido contra los humores anti-régimen en la propia Rusia. Respecto de Siria, los canales principales del régimen muestran los clips de la televisión siria y hacen entrevistas con las “esposas rusas” (es un fenómeno en Siria, resultado de décadas de “amistad entre los países”) “testimoniando” en favor de Assad.

Para Obama, el mantenimiento del régimen de Assad en el poder es una cuestión de forma y para Putin es una cosa de principio. La apuesta del imperialismo a la salida del régimen de Assad como un factor que agrava la situación fue categóricamente inconveniente para Putin porque es precisamente la salida de Assad lo que más agravaría la situación del régimen ruso. Es en este contexto que hay que considerar el acuerdo sobre liquidación de armas químicas sirias, lo que fue una victoria política de Putin porque cubrió al régimen de Assad de un ataque del imperialismo.

El imperialismo tiene más variantes para oponerse a la revolución siria pero, al mismo tiempo, más espacio para dudar y cometer errores, y no logra evitar esto (sea Obama con sus “líneas rojas”; Hollande que había declarado la guerra y después fue obligado retroceder, o Cameron que perdió la votación en el parlamento británico).

Las opciones de Putin no son tan amplias y por esto su posición política es más sólida comparada con el “oportunismo” del imperialismo. Por otro lado, cuanto más activo sea el apoyo de Putin a Assad, mayores consecuencias habrá para su posición en el mundo y dentro de Rusia con la caída de este.

Un punto de acuerdo entre el imperialismo y los amigos del régimen sirio serían las “negociaciones con la participación de todas las partes”, incluso del régimen sirio en una u otra forma. Pero esta salida no ha podido concretarse hasta ahora por la fuerza de la revolución siria.

Para que los imperialistas, los dictadores y sus amigos dejen decidir su destino al pueblo sirio, y para que la revolución árabe dé un salto, los rebeldes deben ganar la guerra y derribar a Assad.Ellos ya han hecho mucho para eso pero necesitan dos cosas: armas para ellos y el boicot al régimen sirio.Sin esto, será muy difícil vencer. Todo esto es imposible sin una ayuda internacional de los trabajadores y pueblos de otros países. Es necesario rodear a la revolución siria con la solidaridad y propagandizarla, exigir a los gobiernos romper todas las relaciones con Assad y mandar armas a los rebeldes, sin condiciones.

La victoria de la revolución siria podría tener un significado especial para los rusos porque debilitaría mucho el régimen reaccionario y policiaco de Putin, que quiere el mantenimiento de la dictadura de Assad y el aplastamiento del pueblo sirio para mejor oprimir en su propio país a 5 millones de caucasianos, 11 millones de inmigrantes y, antes que nada, 115 millones de rusos, la fuente y víctima principal de su dominación, y continuar profundizando en Rusia las represión y las reformas bárbaras. La caída de Assad podría convertirse en un gran golpe para la dominación de la reacción en el país. 
 
 

viernes, 29 de noviembre de 2013

¿Exigir o no armas al imperialismo?

 

 
 
¿Exigir o no armas al imperialismo? Correo electrónico     
Escrito por Ronald León Núñez   
Lunes 14 de Octubre de 2013 11:01
Quien espere la revolución social “pura”, no la verá jamás. Será un revolucionario de palabra, que no comprende la verdadera revolución

LENIN, 1916
 
Al analizar la situación de la guerra civil en Siria, es casi un consenso la conclusión de que la dictadura de Al Assad detenta una superioridad militar sobre el Ejército Libre de Siria (ELS) y el amplio entramado de milicias que lucha por el derrocamiento de su tiranía.

Mientras el régimen sirio masacra a la población civil y ataca las posiciones rebeldes con sistemáticos bombardeos que destruyen ciudades enteras, con tanques, misiles y hasta con armas químicas, en el frente rebelde escasea lo más básico: armas, municiones, alimentos, médicos y medicamentos, máscaras antigases, etcétera.

En esta situación dramática, lo más crítico es que la inmensa mayoría de las milicias rebeldes carece de cualquier tipo de armamento pesado (artillería antiaérea, aviones, misiles y sistemas de defensa antimisiles), lo cual es absolutamente esencial no sólo para defenderse sino para pensar seriamente en una victoria militar sobre el ejército de la dictadura.

Como en cualquier guerra, y más aún en estas condiciones, el problema del armamento se transforma en vital para ganar o perder la guerra, o lo que es lo mismo, para la victoria o la derrota de la revolución siria.

Ante esta cuestión, en el marco de nuestro programa para el conjunto de la revolución, la LIT-CI plantea la necesidad de desarrollar una política de amplia solidaridad internacional con la causa del pueblo sirio. Esto significa, concretamente, una campaña de ayuda, incondicional y en todos los sentidos, por la victoria militar rebelde.

Así, sostenemos que una tarea imperiosa es impulsar la más amplia movilización para exigir en nuestros países y a todos los gobiernos del mundo, incluidos los de los países imperialistas, el envío inmediato de modernas armas pesadas, medicamentos y todo tipo de ayuda material para las milicias rebeldes del ELS y los Comités de Coordinación Locales, sin condiciones de ninguna naturaleza.

Nuestra exigencia de armas no incluye a las brigadas ligadas a Al Qaeda y al Estado Islámico de Irak y el Levante, cuya visión sectaria y confesional-religiosa del conflicto las llevó a romper el frente militar contra la dictadura y, en varias zonas, comenzaron a atacar milicias kurdas y del ELS, actuando como “quinta columna” del régimen.

Esta política y exigencia crispó aún más las duras polémicas que la revolución siria enciende entre los diversos sectores de la izquierda mundial.

Evidentemente, el amplio arco de organizaciones de corte stalinista, especialmente el castro-chavismo, es completamente contrario a exigir armas para los rebeldes. Esta posición, si bien es parte de su política contrarrevolucionaria en esos procesos, es coherente con el apoyo incondicional que estas corrientes otorgan a la dictadura, a partir de presentar a Al Assad como un supuesto “líder antiimperialista y antisionista” que estaría siendo víctima de una “conspiración del imperialismo”. Consecuentes con esta caracterización, se ubican en el campo militar de Al Assad contra el pueblo sirio. 

Sin embargo, lo curioso es que existe una serie de organizaciones centristas y hasta algunas que se reclaman trotskistas, como la Fracción Trotskista (FT) encabezada por el PTS argentino, que dicen estar a favor del “derrocamiento revolucionario” de Al Assad pero, al mismo tiempo, se oponen a exigir armas para que los rebeldes tengan las condiciones de derrotarlo en la guerra civil que está en curso.

A pesar de su afirmación de que esa exigencia no sería un “problema de principios para los revolucionarios” [1], la FT-PTS dice claramente que “no estamos de acuerdo con la exigencia hecha por la LIT-PSTU (…) para que ‘los gobiernos del mundo envíen armas y remedios para los rebeldes sirios’” [2].

Como queda claro, el resultado concreto de esta política es el mismo que el de la posición castro-chavista: no hay que mandar armas para los rebeldes que combaten a Al Assad.

El problema es que la FT llega a esta posición reivindicando el legado teórico y la tradición del trotskismo. Esto, además de ser completamente falso, crea una mayor confusión en una serie de activistas honestos y militantes revolucionarios, y sólo contribuye a debilitar e inhibir aún más la solidaridad incondicional que la revolución siria necesita con tanta urgencia.

Es por eso que se hace necesario continuar la polémica con estas posiciones.
 
¿Cuál es nuestra trinchera en Siria?

En primer lugar, la posición de la FT sobre las armas para los rebeldes sirios tiene que ver con un problema previo y más profundo: su caracterización política y su ubicación militar en la propia guerra civil.

Como discutimos en otros artículos, ante el enfrentamiento militar en Siria –y como hicieron antes en Libia–, esta corriente se posiciona en un desastroso “ni-ni” (ni Assad ni rebeldes), debido a que las milicias rebeldes no tienen una dirección revolucionaria ni existe una “hegemonía de la clase obrera” en el proceso.

En este sentido, nos critican diciendo: No estamos de acuerdo con la exigencia hecha por la LIT-PSTU cuando afirma que la política de hoy para Siria es ‘total apoyo a los rebeldes’” [3].

Sustentan su  posición en contra de un “total apoyo a los rebeldes” en el hecho de que aún no existe la clase trabajadora como sujeto político independiente luchando por un derrocamiento revolucionario de Assad, que dé lugar a un Estado de transición al socialismo rumbo a una Federación de Repúblicas Socialistas de Medio Oriente” [4].

Como la lucha de las masas está encabezada por direcciones burguesas y el imperialismo actúa, como hizo siempre, con una política para derrotar la revolución, para esta corriente todo el proceso acaba siendo “cooptado” o “subordinándose” a esas direcciones contrarrevolucionarias.

En el caso de Libia, por ejemplo, cuando comenzaron los ataques aéreos de la OTAN sentenciaron que, a partir de ese momento, todos los combatientes libios habían sido “cooptados” y se habían transformado en “tropa terrestre” [5] del imperialismo.

Ahora dicen lo mismo en Siria: “Como vimos en Libia, e incluso en Egipto, la lucha de las masas acaba siendo utilizada conscientemente por las direcciones burguesas y pequeño burguesas rebeldes y por el imperialismo para evitar el derrocamiento revolucionario del régimen y de las instituciones fundamentales del Estado burgués. En Siria la historia se repite” [6].

A partir de este análisis del proceso, cuando decimos que la LIT-CI “apoya incondicionalmente la lucha armada del pueblo sirio, dirija quien la dirija políticamente” [7], nos acusan de “abandono de cualquier perspectiva revolucionaria” [8].

Primero, despejemos una falsa polémica.

Nosotros coincidimos en que en el conflicto sirio aún no existe “la clase trabajadora como sujeto político independiente” que esté luchando por un programa socialista revolucionario rumbo a la “Federación de Repúblicas Socialistas de Medio Oriente”.

Por el contrario, todos sabemos que la inmensa mayoría de las milicias rebeldes están comandadas por direcciones burguesas, como el Consejo Nacional Sirio (CNS) o la cúpula del ELS que, además, son profundamente pro-imperialistas. También es innegable que la clase obrera, como sujeto social, no sólo no es el caudillo de la revolución sino que actúa en la resistencia contra la dictadura en forma diluida.

Ante esto, es elemental la cuestión de que los revolucionarios debemos luchar con todas nuestras fuerzas para impulsar la hegemonía obrera y para dotar al proceso sirio de una dirección política socialista revolucionaria.

Entonces, esta nunca fue la discusión. 

La discusión es: ante la inexistencia actual de “la clase trabajadora como sujeto político independiente” y de una dirección que luche por la “Federación de Repúblicas Socialistas de Medio Oriente”, y mientras eso no exista, ¿cuál debe ser la posición militar de los revolucionarios en el enfrentamiento armado entre los rebeldes (que tienen como dirección al CNS y a la cúpula del ELS) y la dictadura de Al Assad? ¿Damos “total apoyo” a la causa de la revolución siria y luchamos hombro a hombro con los rebeldes a pesar de esas direcciones burguesas y pro-imperialistas, sí o no?

Nuestra posición es clara: estamos en la trinchera rebelde (con todas sus contradicciones) contra Assad, y combatimos a las direcciones burguesas y al imperialismo desde esa ubicación militar.

La FT tiene una posición y una política opuestas. Como la realidad no se ajusta a sus condiciones (no existe una dirección revolucionaria ni una hegemonía obrera), no apoya ni se ubica militarmente en el bando rebelde. Es decir, no combate a la dictadura siria en la forma concreta en que esa lucha ocurre en la realidad.

Esto es así pues, en medio de un enfrentamiento armado, negar un “apoyo total” a la victoria militar rebelde tiene como consecuencia, concreta e inevitable, el favorecimiento de la victoria militar de Al Assad.

Por eso el marxismo siempre enseñó que nunca se puede confundir, como hace la FT, el carácter objetivo de los procesos con su dirección. De la misma forma que no debemos confundir la justeza de una huelga obrera con su dirección burocrática, no debemos confundir la justa causa por la cual lucha el pueblo sirio con sus direcciones traidoras.
 
Campos militares e independencia de clase

La FT nos ataca diciendo que en Siria actuamos con una “lógica de dos campos y sólo dos, ubicándose en el progresivo” [9]. Esta supuesta “lógica semi-campista” [10], según argumentan,sería equivocada pues termina en una “adaptación” a las direcciones burguesas, cuando la tarea es “fortalecer un ‘tercer campo’ obrero” [11].

Para entender esta discusión es necesario separar y comprender dos conceptos que la FT confunde. Nos referimos a los conceptos de campo militar e independencia de clase.

Los revolucionarios nunca apoyan políticamente a la burguesía ni al imperialismo; jamás apoyamos a ningún gobierno capitalista, ni siquiera aquellas medidas que se muestran “progresivas”. Para el marxismo, la burguesía es contrarrevolucionaria en su conjunto. Esto significa que no existen “campos burgueses progresivos”, como defendían los mencheviques, Stalin y Mao. Por eso, ante cada enfrentamiento concreto de la lucha de clases, siempre mantenemos nuestro programa revolucionario y completa independencia política respecto de la burguesía y el imperialismo.

Ahora bien, en ciertos momentos, la lucha de clases llega a su máximo grado y se expresa a través del choque físico, de la guerra, pudiendo tratarse de guerras inter-imperialistas, colonialistas, de liberación nacional o guerras civiles.

En estos casos extremos, se conforman campos militares, que tienen que ver, exclusivamente, con los bandos que se enfrentan físicamente en un determinado conflicto armado. La existencia de estos campos militares y su composición específica, en la inmensa mayoría de los casos, es independiente a la voluntad de los revolucionarios.

Se dan, entonces, situaciones contradictorias. Por ejemplo, es muy común que en determinados enfrentamientos armados, sobre todo en aquellos donde se combate contra una dictadura o contra el imperialismo, la burguesía se divida y sectores de la clase explotadora participen de la lucha armada junto a la clase obrera y el pueblo en general, llegando incluso a dirigir política y militarmente ese campo militar.

Por ejemplo, durante la revolución rusa de 1917, el campo militar contra el golpe de Kornilov, era dirigido política y militarmente por el gobierno burgués de Kerensky. La lucha armada contra la invasión japonesa a China, iniciada en 1937, fue comandada por Chiang Kai-shek, burgués y asesino de comunistas. Asimismo, en 1982, el campo militar de la Argentina contra el imperialismo inglés durante la guerra de Malvinas, era dirigido política y militarmente por la sanguinaria dictadura argentina.

En estos casos, para tener una posición y una política revolucionarias, es necesario seguir a Lenin que, reivindicando la premisa de von Clausewitz, decía que toda “guerra es la continuación de la política por otros medios” y, en ese sentido, ante cualquier enfrentamiento armado, lo primero es siempre “analizar la naturaleza de la guerra” sobre la base del estudio de “la política que precede a la guerra”.

A partir de esta premisa, los revolucionarios siempre deben preguntarse: ¿existe un campo militar “progresivo” desde el punto de vista del avance de la revolución?

Puede ser que no exista ningún campo militar “progresivo” y que, por lo tanto, los revolucionarios deban adoptar la política del derrotismo revolucionario, es decir, batallar por la derrota de todos los bandos enfrentados. Esta fue, por ejemplo, la política de Lenin y Trotsky ante el enfrentamiento entre las potencias imperialistas en la Primera Guerra Mundial.

Pero, si existe un campo militar “progresivo”, los revolucionarios, preservando su total independencia política y denunciando a las direcciones burguesas, tienen la obligación de participar de él y de apoyar su victoria militar de manera incondicional. Dicho de otra forma, en esos casos, los marxistas mantienen siempre su independencia política y su programa revolucionario dentro del campo militar “progresivo”.

¿Cómo se aplican estas lecciones del marxismo en Siria? Si la “guerra es la continuación de la política por otros medios” y desde el comienzo de las movilizaciones en Siria estuvimos al lado del pueblo sirio y a favor de derrocar a Al Assad, cuando ese enfrentamiento dio un salto y derivó en lucha armada nos ubicamos en el campo militar junto al pueblo sirio. Esto es así porque en Siria existen dos y no tres campos militares. El “tercer campo obrero independiente” del cual habla la FT sólo se puede fortalecer a partir de combatir en el campo militar rebelde.

Este fue siempre el criterio de Lenin y Trotsky. Cuando se dio el intento de golpe contrarrevolucionario de Kornilov, nuestros maestros, sin dejar de combatir y denunciar a su gobierno burgués, no dudaron en participar en el campo militar de Kerensky. “Apoyamos nuestro fusil en el hombro de Kerensky, luego saldamos cuentas”, tal fue la consigna bolchevique.

De la misma forma, en Malvinas, el morenismo no tuvo dudas para posicionarse en el campo militar argentino para derrotar al imperialismo inglés, a pesar de que esa guerra era conducida por la dictadura militar. Y desde esa ubicación denunció implacablemente a los militares genocidas argentinos.

Esta fue la misma posición de Trotsky, como veremos enseguida, durante la revolución y la guerra civil española.
 
La tarea esencial es ser “los mejores soldados” contra Al Assad

La revolución española se expresó en una guerra civil (1936-1939) en la cual se enfrentaron dos campos militares: el republicano y el fascista.

Ambos campos militares eran dirigidos por sectores burgueses y apoyados por distintos imperialismos.

El bando fascista era comandado por el general Franco, que tenía el apoyo de los imperialismos nazi-fascistas de Alemania e Italia, y el bando republicano, en el cual participaba la clase obrera y el pueblo pobre a través de sus milicias y organizaciones, era comandado por un gobierno burgués de Frente Popular que, a su vez, era apoyado por los imperialismos “democráticos” de Francia e Inglaterra, y también por Stalin.

Ante ese enfrentamiento de campos militares con direcciones burguesas, ¿existía un campo militar “progresivo” para Trotsky? La respuesta es un sí categórico: el campo militar republicano contra el fascista.

¿Por qué era “progresivo”, a pesar de la dirección traidora republicana? Porque una victoria de Franco significaría una derrota histórica del proletariado y la revolución española y una victoria de la contrarrevolución, como desgraciadamente se dio.

Lo definió de esta manera: “Negarse a apoyar a los ejércitos republicanos es algo que sólo pueden dejar de hacer los cobardes y los traidores agentes del fascismo. El deber elemental de todo revolucionario es luchar contra Franco, Mussolini y Hitler” [12].

Cuando le preguntaron cuál debería ser la “actitud del partido revolucionario español” ante la guerra civil, Trotsky dio un claro ejemplo de cómo se deben diferenciar claramente los conceptos de apoyo político y campo militar

Le diría: “Nada de alianza política con la burguesía”, como primera condición. La segunda: “Debéis ser los mejores soldados contra los fascistas”. La tercera: “Debéis decir a los soldados, a los demás soldados y campesinos: ‘Debemos hacer de nuestro país el país del pueblo. Cuando hayamos ganado a las masas, expulsaremos a la burguesía, tomaremos el poder y haremos la revolución social” [13].

Tomando estos criterios de Trotsky para la guerra civil española, es fundamental preguntarnos: ¿existe un campo militar “progresivo” en Siria, en el cual los revolucionarios tienen el “deber elemental” de combatir como “los mejores soldados”?

Nosotros sostenemos que sí existe y es el campo militar rebelde que combate a la dictadura de Al Assad.

Las enseñanzas de Trotsky, en nuestra opinión, se aplican perfectamente a la guerra civil en Siria. Por eso, para la LIT-CI, quienes se consideren revolucionarios deben, en primer lugar, ser los “mejores soldados” contra Al Assad.

Sólo a partir de esta ubicación en el enfrenamiento armado, como hizo Trotsky en España, podremos presentar “a los demás soldados” nuestro programa socialista revolucionario y disputar la dirección política de ese campo militar a las direcciones burguesas y serviles del imperialismo, construyendo la indispensable dirección obrera y revolucionaria que el pueblo sirio necesita para ganar la guerra y poder avanzar no sólo hasta el derrocamiento de la dictadura sino hasta la toma del poder y la construcción del socialismo en Siria y en la región.

La FT, que no diferencia los campos políticos de los campos militares y que confunde el proceso objetivo con sus direcciones, está haciendo lo opuesto de lo que decía Trotsky para la revolución española.

Cualquiera que aplique la lógica de esta corriente, al compararla con la de Trotsky, no podrá evadir esta pregunta: ¿pero acaso los “ejércitos republicanos” no eran dirigidos por un gobierno burgués (el Frente Popular)?

He ahí que la FT tiene un problema grave para sustentar sus posiciones para Siria y para Libia en la tradición trotskista.

Les preguntamos: ¿actuó Trotsky con una “lógica semi-campista” cuando se ubicó militarmente en el bando republicano, sí o no? ¿Al “apoyar a los ejércitos republicanos”, Trotsky capituló completamente a sus dirigentes burgueses, pequeñoburgueses y stalinistas y se transformó en el “mejor soldado” de la burguesía (¿“tropa terrestre del Frente Popular español”?), sí o no?

Si es coherente con su lógica, la FT debería responder que sí. O bien decir que la dirección republicana en España era una dirección revolucionaria.

Nos dirán: ¡España es diferente a Siria! pues existían “fuertes organizaciones de la clase trabajadora” [14]. Eso es verdad. Existen muchas diferencias entre la revolución española y la actual revolución siria. Pero existen dos coincidencias fundamentales: las dos revoluciones se expresaron en guerras civiles y ninguna fue dirigida por un partido revolucionario ni la clase obrera actuó como un “sujeto político independiente”.

A partir de este profundo error teórico, toda su política es estéril, no solamente ante el problema militar sino en relación con la propia construcción de una dirección revolucionaria.

Al “ni-ni” de la FT, el viejo Trotsky respondería en los mismo términos con los que polemizó con varios sectores ultraizquierdistas que, ante la guerra civil española, veían un mero enfrentamiento “entre campos burgueses” [15] y levantaban la política del “derrotismo revolucionario”:

Imaginaros a un revolucionario en medio de los dos campos de la guerra civil con su bandera: ‘Ni victoria ni derrota’. Esta consigna es válida para Poncio Pilato, no para un revolucionario […] Participamos en la lucha contra Franco como los mejores soldados, y al mismo tiempo, en interés de la victoria sobre el fascismo, agitamos la revolución social y preparamos el derrocamiento del gobierno derrotista de Negrín. Sólo una actitud semejante puede acercarnos a las masas [16].
 
Una calumnia en la discusión

La discusión con la FT sobre este asunto comienza necesariamente por salir al paso de una calumnia.

Entonces dicen que el problema de las armas “no es simplemente militar” [17] sino una “cuestión de (…) luchar por una política de independencia de clase (…) en relación a los sectores más abiertamente pro imperialistas, como el Consejo Nacional de Transición sirio, sino también de la dirección del Ejército Sirio Libre” [18], algo que la LIT-CI, según ellos, no hace, pues su “política para Siria borra cualquier delimitación de clase, al limitarse a adaptarse acríticamente al sector opositor hegemonizado por la burguesía” [19].

Esta acusación es completamente falsa. Siempre hemos denunciado el papel inconsecuente y traidor de esas direcciones, exactamente por su carácter de clase capitalista. Esto lo puede comprobar cualquiera que lea nuestras declaraciones.

Pero, para mostrar una vez más el método calumnioso, opuesto al trotskismo, que desarrolla la FT, la cita de dos ejemplos es suficiente. El primero, en relación al CNS y al ELS:

Es de vida o muerte que, al calor de la lucha contra el régimen de Assad, sea el pueblo, sea la clase trabajadora siria la que se auto organice y se auto determine a la hora de definir los destinos de su lucha. Dirigentes como los actuales, tanto del CNS como del ELS, si bien pueden estar momentáneamente en el mismo campo militar que el pueblo pobre, en contra de Assad, por su carácter de clase acabarán, más temprano que tarde, traicionando las reales aspiraciones populares, no sólo económicas, sino hasta las que existen en el terreno de las libertades democráticas (…) La única salida, para una victoria estratégica, es construir una dirección revolucionaria e internacionalista que tome las riendas del proceso [20].

Sobre el CNT libio, sostuvimos: “El CNT pretende desmontar la revolución a través de encauzar los anhelos de cambio, haciendo promesas de las elecciones y de una asamblea constituyente controlada desde arriba. Las milicias populares no pueden depositar confianza en el CNT tan siquiera un minuto. Eso equivaldría al fin de la revolución (...)” [21]. Y así podríamos citar decenas.

Preguntamos: ¿dónde está la “adaptación acrítica al sector opositor hegemonizado por la burguesía”? ¿Dónde está la falta de “independencia de clase” y de una “estrategia revolucionaria”? ¿Dónde está el “abandono” de la LIT-CI a la tarea de construir una dirección revolucionaria? Sólo en las afirmaciones mentirosas de la FT.

Desde el momento en que la LIT-CI sí se diferencia y denuncia el papel de las direcciones traidoras del campo militar rebelde, tanto en Libia como en Siria, al mismo tiempo en que luchamos por construir una dirección revolucionaria, la verdadera crítica de la FT que se mantiene es que exigimos “armas para los rebeldes”. Esta es la verdadera discusión.

Y esto no debe extrañar a nadie. Es una derivación lógica de su posición contraria a ser “los mejores soldados” contra la dictadura, una postura que, como vimos en el caso de España, Trotsky atribuía sólo a los “cobardes” y “traidores”.
 
No exigir armas para los rebeldes sirios es facilitar la derrota de la revolución

La FT justifica esta posición diciendo: “No se trata de pedir armas para direcciones burguesas (…)” [22].

En este sentido, en el caso de Libia, afirman que “no bastaba el armamento de “milicias”, sino que el problema de su composición social, el carácter de la organización y de su dirección, son decisivos”. Insisten en esto diciendo que La cuestión política decisiva se concentraba (…) en la falta de un polo independiente con influencia de masas que pudiera pesar en la rebelión” [23].

Les preguntamos: ¿mientras no exista un partido revolucionario y un “polo proletario revolucionario” no respondemos al problema concreto del armamento? ¿Dejamos que esa revolución sea aplastada y ahogada en sangre? ¿El pueblo sirio debe renunciar a un derecho democrático tan básico como el pedir armas para defenderse sólo porque aún no ha podido construir esa dirección revolucionaria?

Apelando nuevamente a las lecciones históricas de la revolución española, la FT debería responder: ¿no fue unánime en toda la izquierda, en el Estado español y en el mundo, la exigencia de armas y apoyo material a la República cuando los trabajadores y el pueblo se enfrentaban a las tropas de Franco? ¿No se exigían esas armas, especialmente a Inglaterra y Francia? ¿Y acaso la dirección del campo militar republicano no era un gobierno burgués traidor? ¿Acaso Inglaterra y Francia no eran países imperialistas? ¿No quedó para la historia su negativa a enviar ese armamento como una demostración de rechazo infame a apoyar la revolución, que terminó en el triunfo militar de Franco?

Otro argumento es que la exigencia de armas para los rebeldes sería “como mínimo utópica y sembradora de ilusiones en el imperialismo” pues el conjunto de las potencias “no tiene esa política” [24] e impulsan “una salida negociada”. 

Pues bien, ¿desde cuándo los revolucionarios dejamos de hacer una justa exigencia a algún gobierno capitalista porque tal medida “no es la política” de ese gobierno?

Exactamente por eso, la exigencia de armas a los países imperialistas tiene la utilidad política de desenmascarar a esas potencias como enemigas de la revolución, precisamente para combatir las ilusiones de quienes confían en los discursos “democráticos” del imperialismo.

Pero supongamos que, por una combinación de contradicciones, la política del imperialismo fuera la de armar a los rebeldes, ¿llamaríamos a los combatientes sirios a que rechacen esas armas aunque estén siendo masacrados? ¿Llamaríamos a la clase obrera de Estados Unidos, Francia o el Reino Unido a sabotear los posibles cargamentos de armas para los rebeldes sirios?

Toda política tiene consecuencias concretas. En este caso, no exigir o ser contrarios a aceptar armas para los rebeldes sirios equivale, en los hechos, a avalar que el pueblo sirio continúe siendo masacrado por el tirano Al Assad.
 
Una política contraria a la de Trotsky en la guerra civil española

La FT, en su auxilio, cita a Trotsky cuando afirmó que en España: “No eran armas ni “genios” militares lo que faltaba en Madrid o Barcelona, pero sí un partido revolucionario” [25].

Es verdad que lo que faltó en España fue un partido revolucionario, pero eso no impidió que Trotsky, al tiempo que intentaba construirlo, tuviera una política clara para conseguir las armas que los revolucionarios españoles necesitaban.

En este sentido, es sumamente esclarecedor un texto que Trotsky con el sugestivo título de “Aprendan a pensar. Una sugerencia amistosa a ciertos ultraizquierdistas”. En este artículo de 1938, Trotsky expone claramente su posición general sobre aceptar o no armas del imperialismo:

Supongamos que mañana estalla una rebelión en la colonia francesa de Argelia bajo la bandera de la independencia nacional y que el gobierno italiano, motivado por sus propios intereses imperialistas, se prepara para enviarles armas a los rebeldes. ¿Cuál debe ser la actitud de los obreros italianos en este caso? Intencionalmente he tomado un ejemplo de rebelión contra un imperialismodemocráticocon la intervención a favor de los rebeldes de un imperialismofascista. ¿Deben los obreros italianos evitar el envío de armas a los argelinos? Dejemos que los ultraizquierdistas se atrevan a contestar afirmativamente esta pregunta. Cualquier revolucionario, junto con los obreros italianos y los rebeldes argelinos, repudiarían tal respuesta con indignación. Aunque al mismo tiempo estallase una huelga general marítima en la Italia fascista, los huelguistas deberían hacer una excepción en favor de aquellos barcos que llevasen ayuda a los esclavos coloniales en rebelión; de otra forma no serían sino viles sindicalistas, no revolucionarios proletarios.

Al mismo tiempo, los obreros marítimos de Francia, aunque no se enfrenten a ninguna huelga, estarán obligados a realizar cualquier esfuerzo para bloquear el embarque de municiones que se pretenda usar contra los rebeldes. Sólo una política tal, por parte de los obreros italianos y franceses, constituye la política del internacionalismo revolucionario.

Sin embargo, ¿no significa esto que los obreros italianos moderan su lucha, en este caso, contra el régimen fascista? Ni en lo más mínimo. El fascismo presta "ayuda" a los argelinos tan sólo para debilitar a su enemigo, Francia, y extender su mano rapaz sobre sus colonias. Los obreros revolucionarios italianos no olvidan esto en ningún momento. Hacen un llamado a los argelinos para que no confíen en su "aliado" traicionero y, al mismo tiempo continúan su propia lucha irreconciliable contra el fascismo, "el principal enemigo en su propio país". Sólo en esta forma pueden obtener la confianza de los rebeldes, ayudar a la rebelión y fortalecer su propia posición revolucionaria” [26].

Trotsky actuó con estos mismos criterios durante la guerra civil española.

En primer lugar, siempre denunció como una traición favorable a la victoria del fascismo en España el “Pacto de No Intervención”, impulsado por el gobierno de Frente Popular francés, encabezado por el socialdemócrata León Blum y apoyado firmemente por el Reino Unido.

Esta “pérfida no intervención” [27], en palabras de Trotsky, entre otras medidas, se basó en promover un “embargo de armas” para ambos lados beligerantes [28]. Este embargo, como los trotskistas y toda la izquierda republicana denunciaron, fue una gigantesca farsa que sólo favoreció al fascista Franco, que nunca paró de recibir armas y soldados de los imperialismos alemán e italiano.
 
En un texto titulado “Contra el ‘derrotismo’ en España”, insiste nuevamente sobre la cuestión de los revolucionarios ante las armas, en el marco de la existencia de un campo militar “progresivo”:
 
Tomemos un ejemplo: Dos barcos con armas y municiones salen de Francia o de los Estados Unidos, uno para Franco y otro para Negrín. ¿Qué actitud deberían tomar los trabajadores? ¿Sabotear el transporte de los dos o sólo el de Franco? No somos neutrales. Dejaríamos pasar el barco con municiones para Negrín. Sin ilusiones, sabemos que de estas balas, nueve de cada diez serán dirigidas contra los fascistas, pero al menos una contra nuestros camaradas. Pero de las municiones destinadas a Franco, diez de diez serán dirigidas contra nuestros camaradas. No somos neutrales. No dejaríamos pasar el barco con municiones para Franco. Entiéndase bien, si se produjese en España una insurrección obrera armada, intentaríamos hacer llegar las armas y las municiones hasta las masas de obreros insurrectos. Pero mientras no tengan suficiente fuerza para esto, escogeríamos el mal menor [29].
 
En otro texto, polemizando con Craipeau, un camarada francés, Trotsky dice:
 
Las reuniones de trabajadores vibraron por meses con el grito: “Aeroplanos para España”.Imaginen por un momento que Blum hubiera decidido enviar algunos. Imaginen que en este preciso momento estuviera en curso una huelga de estibadores o marineros. ¿Qué habría hecho Craipeau? ¿Se habría opuesto al grito “Aeroplanos para España”? ¿Habría aconsejado a los trabajadores en huelga hacer una excepción para esta carga de aeroplanos? Pero la Unión Soviética envió realmente aeroplanos (a un precio bastante alto y con la condición de apoyar el régimen capitalista, eso lo sé muy bien). ¿Habrían exhortado los bolcheviques leninistas a los trabajadores soviéticos a sabotear estos cargamentos? ¿Sí o no? [30]
 
Es claro que, ante el enfrentamiento armado, Trotsky aceptaría los “aeroplanos” del imperialista Blum, y es claro que no se quedó sentado ni comentando que los “obreros insurrectos” aún no “tenían fuerza suficiente” para posicionarse por la victoria militar contra el fascismo ni para “dejar pasar” armas para Negrín, el “mal menor” desde el punto de vista militar.
 
Por supuesto, esto nunca significó un apoyo político al gobierno republicano, a punto tal que Trotsky se opuso a apoyar los créditos de guerra que Negrín solicitó en las Cortes.
 
La FT cita una frase de Trotsky que dice:
 
En tanto que partido revolucionario, ¿movilizamos hoy en día voluntarios para Negrín? Esto significaría enviarlos a las garras de la G.P.U. ¿Colectar dinero para el gobierno Negrín? ¡Absurdo! colectaremos dinero para nuestros propios camaradas en España, y si enviamos camaradas, será clandestinamente, para nuestro propio movimiento. ¿Nuestra actitud frente a comités como el Comité americano para la democracia en España, frente, a los mítines, acciones sindicales, etc.? Defenderemos la idea de que los sindicatos deben colectar dinero, no para el gobierno, sino para los sindicatos españoles, para las organizaciones obreras [31].
 
Alguien que lea esta cita fuera de su contexto, podría pensar que Trotsky sólo estaba a favor de mandar y recibir ayuda material para ciertas milicias o “sindicatos obreros” independientes del gobierno de Negrín. Pero eso no es así, como el mismo Trotsky explica en el párrafo siguiente, que la FT no cita:
 
Si se nos objeta que los sindicatos españoles están ligados al gobierno, y que por lo tanto sería inadmisible mandarles dinero, responderemos mencionando un único ejemplo: durante la huelga de los mineros de Gran Bretaña en 1926, enviamos dinero a los sindicatos de mineros, cuyos dirigentes estaban estrechamente ligados al gobierno británico. Los comités de huelga pueden ser reformistas, pueden ser traidores, pueden tener relaciones con los patronos. Pero no podemos dejar de tener en cuenta que mientras los mineros no sean capaces de cambiarlos, les enviaremos dinero, corriendo el riesgo de que traicionen a los obreros [32].
 
De esto, podemos concluir:
 
1)                 Trotsky estaba por la victoria militar de los republicanos contra el fascismo. Esto significa que batalló por la victoria del campo militar republicano de conjunto, a pesar de que este era dirigido por burgueses, pequeñoburgueses y stalinistas traidores. Por eso estuvo a favor de “dejar pasar” el “barco con municiones para Negrín”, venido de “Francia y Estados Unidos”, y declaró que “ayudaría a Caballero con todos los medios materiales, contra el fascismo” [33], a sabiendas de que estos eran gobiernos burgueses.
 
2)                 Ahora bien, “en tanto que partido revolucionario”, es decir, refiriéndose a la campaña propia y específica de los trotskistas, no juntaría ni mandaría voluntarios o dinero para el gobierno de Negrín sino para los sindicatos españoles. Eso es correcto. Pero en el marco de ese criterio, Trotsky es categórico y aclara que mandaría esa ayuda colectada por el “partido revolucionario” incluso cuando esos sindicatos eran “reformistas”, tenían “relaciones con los patronos” y estaban “ligados al gobierno”.
 
3)                 Esto demuestra dos cuestiones en la polémica con la FT. La primera es que Trotsky, a la hora de exigir o aceptar armas, nunca tuvo el criterio de la FT de que “no se trata de pedir armas para una dirección burguesa”. La segunda es que el viejo revolucionario no esperó sentado a que exista una dirección revolucionaria, ni siquiera un “polo proletario independiente”, para mandar ayuda material, como exige la FT para Siria.
 
De la misma forma que actuó Trotsky, la LIT-CI exige y aceptaría armas y “aeroplanos” de “Francia y Estados Unidos”, o del gobierno que fuera, para el campo rebelde en general, aunque la mayor parte de estas armas pase por las manos de las direcciones burguesas de ese campo y, a nivel de nuestra campaña en particular, mandamos la ayuda que colectamos a aquellos sectores más progresivos e independientes de la resistencia siria.

Todo esto desnuda que las diferencias de la FT con la LIT-CI son, en verdad, diferencias con Trotsky.

Estas son lecciones muy importantes para actuar en las revoluciones actuales. En este sentido, en nuestra opinión, a los ultraizquierdistas de hoy les cabe exactamente la sentencia que Trotsky dio a los fraseólogos “derrotistas” en la guerra civil española:

Aquellos ultraizquierdistas que no quieren pensar como marxistas –es que de eso se trata– serán sorprendidos por la guerra. Su política en tiempos de guerra será la fatal consumación de su política en tiempos de paz. El primer disparo de artillería enviará a los ultraizquierdistas a la inexistencia política o los llevará al campo del social-patriotismo, exactamente como a los anarquistas españoles, aquellos absolutos "negadores" del estado, que por las mismas razones se convirtieron en ministros burgueses cuando llegó la guerra. Para poder llevar adelante una política correcta en tiempos de guerra, debemos aprender a pensar correctamente en tiempos de paz [34].
 
De la misma forma, todo el razonamiento ultraizquierdista de la FT en las guerras civiles de Siria y Libia los ubicó, ante “el primer disparo de artillería”, objetivamente contra esas revoluciones.  


[1]ISHIBASHI, Simone. Abaixo a intervenção imperialista na Síria. Disponible en: http://www.ler-qi.org/Abaixo-a-intervencao-imperialista-na-Siria (Todas las traducciones son nuestras).
[2]ISHIBASHI, Simone. A crise síria e a necessidade de uma política revolucionária. Disponible en: http://www.ler-qi.org/A-crise-Siria-e-a-necessidade-de-uma-politica-revolucionaria .
[3]Ídem.
[4]Ídem.
[5]CINATI, Claudia. La OTAN busca asegurarse el control de Libia. Disponible en:http://www.pts.org.ar/La-OTAN-busca-asegurarse-el-control-de-Libia
[6]ISHIBASHI, Simone. A crise síria e a necessidade de uma política revolucionária.
[7]Ídem.
[8]Ídem.
[9]MOLINA, Eduardo e ISHIBASHI, Simone. A un año y medio de la “primavera árabe”. Disponible en: http://www.ft-ci.org/A-un-ano-y-medio-de-la-primavera-arabe
[10]Ídem.
[11]Ídem.
[12]TROTSKY, León: Por la victoria de la Revolución española. Disponible en  http://www.ceipleontrotsky.org/Por-la-victoria-de-la-Revolucion-espanola (Subrayados nuestros).
[13]TROTSKY, León. Los revolucionarios en la guerra civil. Disponible en: http://www.ceip.org.ar/160307/index.php?option=com_content&task=view&id=990&Itemid=114 (Subrayados nuestros).
[14]ISHIBASHI, Simone. A crise síria e a necessidade de uma política revolucionária
[15]La FT presentó la lucha en Libia como un enfrentamiento entre “campos burgueses” o simplemente entre “entre la dictadura en descomposición y un bloque rebelde manipulado por la cooptación imperialista”. Ver A un año y medio de la “primavera árabe”, antes citado. 
[16]TROTSKY, León. Contra el “derrotismo” en España. Disponible en:http://ceipleontrotsky.org/Contra-el-derrotismo-en-Espana(Subrayados nuestros).
[17]ISHIBASHI, Simone. Abaixo a intervenção imperialista na Síria.
[18]Ídem.
[19]Ídem.
[20]LEÓN, Ronald. Comenzó la guerra civil en Siria. Disponible en: http://litci.org/inicio/newspaises/asia/siria/3016-comenzo-la-guerra-civil-en-siria.
[21]LEÓN, Ronald. ¿Dónde está la revolución y dónde la contrarrevolución en Libia?. Disponible en: http://www.litci.org/artigos/747-libia/2958-idonde-esta-la-revolucion-y-donde-la-contrarrevolucion-en-libia.
[22]ISHIBASHI, Simone. A crise síria e a necessidade de uma política revolucionária.
[23]MOLINA, Eduardo e ISHIBASHI, Simone. A un año y medio de la “primavera árabe” (Subrayados nuestros).
[24]ISHIBASHI, Simone. A crise síria e a necessidade de uma política revolucionária.
[25]TROTSKY, León. Lección de España; última advertencia. Disponible en: http://www.ceipleontrotsky.org/Leccion-de-Espana-ultima-advertencia
[26]TROTSKY, León. Aprendan a pensar. Disponible en: http://ceipleontrotsky.org/Aprendan-a-pensar (Subrayado nuestro).
[27]Trotsky, polemizando con Craipeau, dirigente francés del Movimiento por la Cuarta Internacional, escribió: “Si Blum en vez de declarar la pérfida “no intervención” –siempre a las órdenes del capital financiero– hubiera apoyado a Caballero y Negrín con su democracia capitalista, ¿hubiera renunciado Craipeau a su oposición irreductible contra el gobierno del “Frente Popular”? ¿O habría renunciado al deber de distinguir entre los dos campos que se enfrentaban en España y adaptar su política a esta distinción?”. En “Una vez más: la Unión Soviética y su defensa”, disponible en: http://www.marxists.org/espanol/trotsky/1940s/dm/36.htm.
[28]En agosto de 1936, 27 estados europeos firmaron el “Acuerdo de No Intervención en España” mediante el cual decidieron "abstenerse rigurosamente de toda injerencia, directa o indirecta, en los asuntos internos de ese país" y prohibieron “la exportación... reexportación y el tránsito a España, posesiones españolas o zona española de Marruecos, de toda clase de armas, municiones y material de guerra”.
[29]TROTSKY, León. Contra el “derrotismo” en España. (Subrayados nuestros).
[30]TROTSKY, León. Una vez más: la Unión Soviética y su defensa. Disponible en: http://www.marxists.org/espanol/trotsky/1940s/dm/36.htm
[31]TROTSKY, León. Contra el “derrotismo” en España.
[32]Ídem.
[33]TROTSKY, León. Los revolucionarios en la guerra civil. (Subrayados nuestros).
[34]TROTSKY, León. Aprendan a pensar. (Subrayados nuestros).