¡Todo el apoyo a los trabajadores, los jóvenes, las mujeres y el pueblo iraní!
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El gobierno presenta los hechos como si se tratara de una “campaña imperialista”, pero en realidad, lo que está en curso en Irán es una multitudinaria protesta política y social, encabezada por millones de jóvenes, descontentos por la cada vez peor situación económica con una inflación del 25% y un desempleo del 15% y por el carácter cada vez más totalitario del régimen de Ahmadinejad apoyado por el ayatolá Jamenei (sucesor de Jomeini), la máxima autoridad religiosa y política iraní.
La chispa que encendió esta “revolución verde”, fue la falsificación de los resultados de las elecciones presidenciales del 12 de junio, donde, tras una participación récord, el gobierno informó que Ahmadinejad había obtenido un 63% de los votos, en contra de un 38% del opositor Mir Hussein Musavi. Hasta el gobierno ha admitido que en 50 ciudades hubo más votos que inscriptos.
Al conocerse las cifras oficiales, los estudiantes y la población de Teherán salieron a la calle, en el más grave desafío al régimen desde la revolución de 1979. El 15 de junio, más de un millón de personas marcharon por el centro, y durante toda la semana continuaron sucediéndose multitudinarias marchas exigiendo la realización de nuevas elecciones.
La respuesta del régimen fue furiosa. Los basiji, el brazo armado, reprimieron violentamente, con más de veinte muertos hasta el día de hoy. Encerraron a los estudiantes en las universidades, sin dejarlos salir, encarcelaron a cientos de opositores, entraron a los hospitales a detener a los heridos, prohibieron todas las manifestaciones, recortaron los servicios de Internet y de correo electrónico, interrumpieron los celulares, prohibieron las transmisiones al exterior, y el lunes 22,
Pero la protesta no cedió. En las calles, los jóvenes, la población, las mujeres y muchos clérigos, se enfrentaron con los basijis y las fuerzas de seguridad, dejándolas desorientadas, y colocando al régimen en su peor crisis y división desde 1979.
Las consecuencias de la represión son muy importantes: por primera vez, estas se dirigen contra el prestigio del supremo líder, el ayatolá Jamenei, quebrando el mito de la república islámica, mantenido desde hace treinta años.
De la revolución de
Exactamente hace treinta años, se producía una de las más grandes revoluciones del siglo XX: los trabajadores y el pueblo iraní derribaban al Sha Reza Pavlevi, que era el sostén principal del imperialismo en
La revolución iraní fue conducida por los ayatolaes chiítas encabezados por Jomeini, apoyados en la burguesía comercial del bazar. Estos impusieron un régimen teocrático, en el que convive un sistema democrático con un presidente y un parlamento electo, con una autoridad religiosa no electa, que tiene la última palabra por sobre los presidentes y el parlamento.
El Ayatolá Jamenei, sucesor de Jomeini, no solo es una autoridad religiosa, sino que es el comandante en jefe de las Fuerzas Armadas y controla poderosos organismos para mantener el carácter islámico del sistema, incluyendo la justicia, las transmisiones radiales y el Consejo de Guardias de la Revolución, que es el que resuelve todas las cuestiones electorales.
La revolución iraní resistió la brutal contraofensiva imperialista, que en 1980 convenció a Saddam Hussein, de Irak, de iniciar una guerra contra Irán. El pueblo iraní respondió a esa agresión, pero una vez repelido el invasor iraquí, los ayatolaes se empeñaron en continuar una guerra fratricida, que hasta 1988 desangró a los dos países, al costo de un millón de muertos.
En estos treinta años, el país se ha modernizado, la población se duplicó (70 millones), dejó de ser un país campesino para convertirse en mayoritariamente urbano y joven: más del 50% de la población tiene menos de 24 años. Aumentó masivamente el número de estudiantes universitarios, y dentro de ellos de mujeres (58%). En 1976 solo un cuarto de las mujeres sabían leer y escribir, ahora casi el 80%.
La revolución de 1979, que fue contra el gendarme imperialista del Shá, hizo de Irán un país independiente, que nacionalizó el petróleo. Con las terceras reservas y la cuarta producción mundial, el país pudo empezar a reconstruir su economía dañada por la guerra.
Los gobiernos de Hashemi Rafsanjani (1989-1997) y de Jatami después, adelantaron reformas neoliberales y privatizaciones, buscando un mayor acuerdo con Estados Unidos en el tema nuclear. Pero el aumento de descontento por los problemas económicos llevó a que en 2005 fuera electo Mahmud Ahmadinejad, un representante del ala más conservadora del clero, lo cual coincidió con la imposición de sanciones a Irán por iniciativa del gobierno de George W. Bush, para suspender el programa nuclear.
La quiebra del régimen iraní
El gobierno de Ahmadinejad empezó a ser cada vez más impopular, especialmente en las ciudades y entre los jóvenes y mujeres, en medio de la creciente crisis entre las dos fracciones del régimen y del aumento de la inflación y el desempleo, que golpea especialmente a los jóvenes.
Su base de apoyo son las fuerzas de seguridad -
Se opone a Ahmadinejad la clase media urbana, un sector del clero, e incluso sectores de los suburbios obreros de Teherán, que tradicionalmente apoyaron al gobierno, pero donde también hubo manifestaciones opositoras. Los intelectuales, los artistas, las mujeres, los estudiantes, las generaciones que nacieron después de la revolución.
Con la actual crisis, el régimen se ha partido al medio, destruyendo el frágil equilibrio de fracciones: por un lado Jamenei, que apoya a Ahmadinejad, y por otro, Rafsanjani (actual presidente de la Asamblea de Expertos, encargada de nombrar al mismísimo Guía Jamenei), y el ex presidente Jatami, que apoyan al candidato Mir Houssein Musavi.
Estos son parte del corazón del régimen, ninguno está contra el sistema teocrático, ni contra el programa nuclear. Representan una fracción de los mullahs y de la burguesía que busca una alternativa, dentro del régimen, al desprestigio de Ahmadinejad, y que está por un acuerdo más rápido con Estados Unidos. "No estamos contra el sistema islámico y sus leyes, sino contra las mentiras y desviaciones, y solo queremos reformarlo”, declaro Musavi.
Ellos fueron los primeros sorprendidos en haberse encontrado, de pronto, a la cabeza de un enorme descontento popular y de una movilización que se dirige contra el régimen, y que ellos no pretendían desatar. Por eso, el sábado 20, cuando después de una semana, decenas de miles de iraníes salían a las calles, Musavi, Rafsanjani y Jatami desaparecieron, dejando la movilización sin dirección y permitiendo otra vez la violenta la represión.
Del enfrentamiento a la negociación con el imperialismo
El gobierno de George W. Bush incluyó a Irán en la lista de países “eje del mal”, y llevó a la imposición de sanciones y embargos para impedirle desarrollar su programa nuclear. Amenazó con bombardear Irán, hace actividades encubiertas con grupos nacionalistas, mientras que Israel se prepara seriamente para, en algún momento, realizar algún ataque contra las instalaciones iraníes.
A pesar de los discursos de Ahmadinejad, que desconoce el Holocausto y amenaza a Israel, este gobierno ha continuado el plan de privatizaciones iniciado por los gobiernos anteriores y ha aceptado que capitales extranjeros compren las empresas estatales, tal como exige el FMI.
Además, ante el fracaso de la ocupación en Irak, Irán se ha vuelto decisivo para sostener al gobierno iraquí de Nuri Al Maliki, de mayoría chiítia. Por eso, Washington, a pesar de las amenazas, colocó las negociaciones por encima de la fuerza, ya que el apoyo de Irán es decisivo para Estados Unidos en la estrategia de salir de Irak. Por otra parte, Ahmadinejad también es funcional a la guerra en Afganistán, que está en el lado oriental de su frontera, pues lo que menos quiere es un triunfo de los talibanes.
Por eso, Estados Unidos ha cambiado, desde hace varios años, su política frente a Irán. John Kerry, el excandidato presidencial demócrata en 2004, y actual presidente del Comité de Relaciones Exteriores del Senado declaró en una entrevista que la política de Bush de no permitir a Irán el enriquecimiento de uranio es “ridícula… porque la gente la ve como irracional… Fue perder energía, endureció las posiciones… Ellos tienen derecho a una energía nuclear de uso pacífico y a enriquecer uranio para ese propósito”.
Por eso la reacción de Obama ante las movilizaciones de esta semana fue totalmente cautelosa y se negó a apoyar a la oposición: “El pueblo iraní debe decidir quiénes deben ser sus líderes”, dijo.
Todo el apoyo a la lucha del pueblo y los jóvenes y las mujeres iraníes contra la represión del régimen
Pero al mismo tiempo, declaramos que estamos en contra de los estados teocráticos, basados en una religión, y del gobierno de Ahmadinejad, que reprime salvajemente y recorta los derechos y las libertades democráticas de los jóvenes, los trabajadores y las mujeres.
Sin manifestar la más mínima simpatía ni el más mínimo apoyo por los dirigentes de la oposición como Rafsanjani, Jatami y Musavi, manifestamos nuestro más decidido apoyo a la lucha del pueblo iraní contra el fraude y por amplias libertades democráticas, y condenamos la represión, los asesinatos, y todas las medidas de recorte de los derechos del pueblo, los estudiantes, las mujeres y los trabajadores iraníes.
Buenos Aires 23-6-09
Me llama la atención que este se una declaración de algún grupo que se denomina "convergencia de izquierda". Da la impresión que sus argumentos, los que respaldan sus exigencias, están basados en la información que ofrecen los grandes consorcios de la información trasnacional. Estos mismos consorcios que en el pasado respaldaron las dictaduras en el sur del continente americano, estos mismos consorcios que representan a la "derecha" al "capitalismo" en su fase neoliberal.
ResponderEliminarHagan contacto con grupos de izquierda en Irán, sepan cual es su realidad. Las informaciones sobre lo que realmente pasa en este país son muy distintas despendiendo de la fuente que las emita.
Lo que es un hecho es que se hizo una elección y que el mundo debe respetar la desición de la mayoria del pueblo iraní. Hasta los momentos la diferencias a favor del presidente reelecto es muy alta, lo que representa la clara voluntad de un pueblo de seguir en un proceso revolucionario que se mantenido en el tiempo por más de treinta años.