Elecciones: 28 de Junio
Pegale a los k
Con la izquierda
La crisis del gobierno no se frenó con el adelantamiento electoral ni con las promesas demagógicas de Cristina y los miembros de su gabinete, como la última, cuando anunció - junto al titular del Banco Hipotecario Eduardo Elsztain -, una línea de créditos destinada a la construcción de viviendas.
El gobierno se deteriora cada día más, como quedó demostrado en el acto de lanzamiento de los candidatos bonaerenses, donde Néstor si bien pudo alinear a casi todos los intendentes del conurbano, no contó con la presencia de ningún gobernador, ya que la mayoría de ellos han abandonado el barco o se preparan para hacerlo.
Los verdaderos dueños del poder, aquellos que ordenan los planes económicos desde sus oficinas de New York o la City porteña, son conscientes de esta situación. Por eso han preparado el recambio a través de Carrió o De Narváez, de manera de garantizar la “gobernabilidad”, o sea la continuidad del ajuste una vez terminada las elecciones, pase lo que pase con el gobierno.
Sin embargo estos políticos “alternativos” no están exentos de problemas, ya que ninguno de ellos pudo recomponerse de la crisis que minó su representatividad en 2001; y tampoco están en condiciones de resolver nada a favor del pueblo sin tener que cuestionar los intereses patronales que defienden. Lo único que se puede esperar de todos ellos es un rosario de promesas vacías.
Pero el verso no da de comer a millones ni garantiza la subsistencia de los miles de puestos de trabajo que se están perdiendo por la recesión o del poder adquisitivo que se cae con la inflación. Solo provoca bronca, que se transforma en lucha, como ocurre a lo largo y a lo ancho del país, donde millones se resisten a que la crisis la paguen los de abajo.
Los estatales, auxiliares y docentes de Buenos Aires, los trabajadores del subte, Láctea Cotar en Rosario, Gráfica FP en Florida, Cive en Córdoba, Massuh y Pilkington en Buenos Aires, Mahle y Molinos en Santa Fe, gastronómicos, bancarios, trabajadores de la alimentación y un largo etcétera, agrandan y fortalecen día a día la resistencia obrera y popular.
Lo más importante y aleccionador es que varios de estos conflictos han concluido en triunfos, como en Pilkington - fábrica del vidrio de zona norte -, donde sus obreros lograron la reincorporación de 33 compañeros y un aumento de salarios después de parar durante dos meses y enfrentar a la patota de la burocracia sindical.
Lo mismo sucedió con los empleados de papelera Massuh, que después de siete meses de huelga, cortes, movilizaciones e instalación de una carpa, le impusieron al gobierno el otorgamiento de fondos para reabrir la planta, o con los compañeros del subte, que reincorporaron a un delegado al cual la empresa la había negado el servicio, tras paralizar la totalidad de las líneas.
El movimiento obrero no se confundió con la maniobra distractiva del gobierno de adelantar las elecciones. A pesar de que en las fábricas y empresas todos discuten a quien votar, nadie ha dejado de pelear. Los trabajadores se defienden como “gato panza para arriba” de la ofensiva patronal y gubernamental y consiguen triunfos, como Pilkington, Massuh o el Subte.
La resistencia tiende - muy a pesar de los dirigentes conciliadores de la CTA y la CGT -, a unirse para golpear más contundentemente al gobierno y a los empresarios. La masividad del paro de la CTA, boicoteado por los mismos secretarios generales que lo convocaron, fue una manifestación clara de esa tendencia, que probablemente se intensifique después de las elecciones.
La tarea de los activistas es empujar en ese sentido, exigiendo la unidad de los conflictos parciales mediante un Paro Nacional de la CGT y la CTA por salarios y por trabajo, en la perspectiva de construir la huelga general que se necesita para acabar con el ajuste y el gobierno e imponer una salida al servicio de los trabajadores y del pueblo.
Para eso hay que poner en pie una nueva dirección obrera - democrática y combativa - que supere a los burócratas sindicales, promoviendo el método de las asambleas resolutivas y los plenarios de delegados con mandato, mecanismos fundamentales para que las bases tomen en sus manos el control de las luchas.
Las elecciones son una excelente oportunidad para debilitar al gobierno y a toda la oposición patronal, votando a la izquierda en todo el país y a nuestro partido en Ciudad de Buenos Aires, una manera práctica de preparase para enfrentar el próximo paquete antiobrero que intentará aplicar Cristina a continuación de las elecciones, contando con el apoyo de los opositores de la derecha y la centroizquierda.
Oficialistas y opositores se preparan para co-gobernar
(nota de análisis político nacional CI junio)
La pelea electoral entre los principales candidatos patronales ocupa casi toda la prensa y los espacios televisivos. Mientras tanto millones de afiches inundan los muros de las ciudades. Sin embargo en los “debates”, entrevistas, spots, volantes o afiches no aparece una sola propuesta de cómo mejorar la situación crítica que sufren millones de argentinos.
La campaña puso en evidencia que no decidieron el adelantamiento para que la sociedad discuta cual es la mejor salida a la crisis económica que cruza al país y al mundo. El gobierno cambió la fecha de las elecciones para evitar que los problemas le exploten en sus manos, perjudicando la continuidad del ajuste, que es el gran punto de acuerdo entre oficialistas y opositores.
La derecha que rige los destinos del país y la derecha opositora (Carrió, De Narvaez), como también la centroizquierda (Sabatella, Solanas) coinciden con la receta. A ninguno se les ocurre cuestionarla, porque de hacerlo, tendrían que proponer medidas concretas para evitar la caída en picada del poder adquisitivo, la falta de trabajo o el deterioro creciente de la salud pública y la educación.
La campaña electoral de los partidos patronales es tan testimonial como la mayoría de sus candidatos; solo les preocupa ganar votos, actuando como si fueran a “cambiar algo”, pero en realidad no quieren cambiar nada. La campaña es un cóctel de acusaciones, personalismos e imágenes fraccionadas, alejadas de las demandas del pueblo.
El acuerdo para no debatir proyectos preanuncia el pacto político y social que se viene, un mecanismo mediante el cual el gobierno intensificará la aplicación del ajuste, y la oposición - desde el parlamento - lo sostendrá, mientras se prepara para el recambio, si es que la situación se torna más difícil de lo previsto.
Los socialistas de Convergencia de Izquierda pretendemos hacer lo contrario de lo que hacen estos políticos patronales. Queremos que el pueblo discuta qué modelo de país hay que construir frente a la crisis a través de un mecanismo más democrático, la Asamblea Nacional Constituyente. (ver notas en CI 4)
La crisis no se detiene y avanza la resistencia
Diez billones de dólares destinados por los gobiernos de los países más poderosos no impidieron que la General Motors de EEUU ingresara en el concurso preventivo de quiebra, ni que los 20 bancos más poderosos sufrieran pérdidas por más de medio billón.
El FMI reconoce que la economía retrocede más de lo esperado, lo que trae negras consecuencias para los defensores del sistema: ya cayeron los gobiernos de Islandia, Estonia, Hungría y Checoslovaquia; en Inglaterra están hundiéndose los “intachables” legisladores por el escándalo de las coimas, mientras que el futuro del gobierno español de Zapatero tiene un plazo de existencia.
Estas crisis políticas son el producto de la debacle del sistema capitalista y de las luchas obreras y populares que resisten el ajuste con movilizaciones populares, fábricas tomadas y huelgas.
Argentina no está exenta de estos problemas. Por eso los Kirchner hacen lo mismo que sus pares europeos y yankys, jugándose a salvar a los empresarios, que están cerca de la bancarrota, aunque cuidándose de provocar la reacción de los trabajadores.
Para que la crisis no les explote en medio de la campaña electoral, tuvieron que estatizar las AFJP, para disponer cien mil millones de pesos de los jubilados, que fueron utilizados para intentar reactivar la venta de autos, heladeras y electrodoméstico. Sin embargo esta medida no sirvió para evitar la caída de más del 30% de la producción industrial metalúrgica y mecánica.
El gobierno hizo lo mismo cuando salió al rescate de la papelera Massuh, recurriendo a plata del ANSES. Cristina implementó un “Programa de Reconversión Productiva” a través del cual se hace cargo de una parte del salario -$600.- de 70.000 trabajadores de centenares de empresas que lo han solicitado para no cerrar. Sólo en Santa Fe lo han recibido 566 compañías, como Paraná Metal y la fábrica Mahle, que pasaría a la familia de los Vasena.
Parches para evitar que explote la crisis mientras preparan el co-gobierno
Todas estas medidas son parches para evitar que la crisis pegue un salto en medio de las elecciones. Una vez pasadas, Cristina, acordando con la oposición no le dará un solo peso a nadie para mantener puestos de trabajo ni para garantizar el pago de los salarios.
El gobierno se dedicará a cumplir con el único mandato que reconoce, el que le ordenan desde las oficinas de los grandes monopolios del imperialismo para que les pague la mayor cantidad de plata posible a los bancos extranjeros.
Los vencimientos de la deuda externa de este año estarán cerca de los 20.000 millones de dólares. Para cumplir con el pago de esta cifra Cristina tendrá que rebajar aún más los sueldos, despedir a cientos de miles de trabajadores, intensificar el saqueo de los recursos y vender lo poco que aún queda del patrimonio nacional.
El gran problema que tendrá el oficialismo para lograr estos objetivos es su debilidad, ya que es casi seguro que saldrá muy golpeado de las elecciones y que después de las mimas dependerá de los acuerdos con la oposición parlamentaria y con la burocracia sindical de la CGT y CTA.
La clase obrera puede derrotar el ajustazo que se viene
Desde hoy hay que preparar la pelea contra este pacto antiobrero y antipopular, a través del cual se jugarán a mantener la rentabilidad empresaria en desmedro de la calidad de vida de la mayoría de la población.
La voluntad de lucha del movimiento obrero argentino demuestra que hay grandes posibilidades de ganar esa pelea, como lo exprearon los bancarios, que vienen de paralizar los bancos y conquistar un aumento de $600.-, que significa más de un 20% de incremento.
Otro ejemplo lo dieron los compañeros y compañeras afiliados/as a los gremios de la CTA, que a pesar del boicot de los propios dirigentes que convocaron al Paro Nacional del 27 de mayo, realizaron una jornada muy importante de lucha, parando masivamente. Lo mismo pasó en el subte, donde los empleados de todas las líneas, realizando piquetes, paralizaron el servicio durante dos horas en el marco del paro de la CTA.
Las elecciones del 28 de junio serán una oportunidad para ayudar a que este proceso de luchas avance y para debilitar al gobierno y a su plan de ajuste. Para eso habrá que pegarle a Cristina con la izquierda, votando en el país a las listas de la Izquierda y en Ciudad de Buenos Aires a la 206 de nuestro partido.
FUENTE: www.cs.org.ar
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