(imagen tapa periódico CI número 7 de agosto)
El gobierno quedó debilitado después de las elecciones, pidiéndole auxilio a De Narváez, Sola, Stolbizer, Morales y demás políticos patronales, que respondieron positivamente; ya que todos acuerdan en sostener a Cristina para que continúe aplicando el ajuste.
A diferencia de la izquierda, que se opone al gobierno, la UCR, Cobos, Stolbizer, el PJ disidente y el PRO, más allá de algunos matices, comparten las medidas que aplica el gobierno; por eso mientras millones votaron a favor del cambio, se sentaron a dialogar para que todo continúe como antes.
Los tarifazos de luz y gas que golpearon sobre la clase media y los sectores más humildes son apenas un anticipo de lo que Cristina y estos políticos de “oposición” pretenden implementar para complacer a los empresarios y a las multinacionales.
Los imperialistas pretenden salvarse de la crisis ajustándonos el cinturón a los habitantes de los países más pobres, haciéndonos pagar puntillosamente la deuda externa, obligándonos a entregar todos los recursos y a que nos dejemos explotar a mansalva.
Sin embargo estos planes ya están provocando una verdadera rebelión mundial que va desde Europa - con centro en Francia e Inglaterra - hasta China, pasando por los países de Medio Oriente y el propio EE.UU.
Los trabajadores de todo el mundo están protagonizando luchas tremendas con medidas muy radicalizadas contra las rebajas salariales y los despidos; mientras tanto los gobiernos derrochan millones de dólares para socorrer a los banqueros y a los grandes capitalistas.
Nuestro país no es una excepción a la regla. El gobierno trabaja para los monopolios, jugándose a ajustar cada vez a la mayoría de los argentinos, mientras que los trabajadores y el pueblo resistimos duramente.
El barco se hunde y las ratas lo abandonan…
Cristina tiene que aplicar un ajuste tremendo, pero su gobierno, a pesar del apoyo opositor, apenas puede frente a la crisis y a los embates obreros, como el paro metalúrgico que amenaza con debilitar aún más a todo el andamiaje del poder.
Los trabajadores de la UOM ganaron las calles por el 22% de aumento y otras reivindicaciones, cuestionando de esa manera el miserable techo que quisieron imponer los dirigentes de la CGT y el CTA en las últimas negociaciones con las patronales y el gobierno.
Esta lucha ejemplar, está siendo acompañada por una multitud de conflictos en diversas empresas y sindicatos, además de la bronca que crece en los barrios y las movilizaciones contra los boletazos.
Este mar de descontento explica por qué, a pesar del “diálogo”, la crisis política continúa desarrollándose provocando la huida de más diputados de la bancada kichnerista y el desgajamiento del PJ, que ya perdió el quórum propio en la cámara baja.
Los gobernadores e intendentes toman distancia, hasta el propio Sergio Mazza, tres semanas atrás incondicional de Cristina… El kirchnerismo se parece al Titanic tras el impacto con el glaciar y como dice el dicho popular cuando el barco se hunde…
A los demás partidos patronales no les va mejor. El acuerdo Cívico y Social sufrió una grave fractura provocada por su principal referente Elisa Carrió, quien se negó a concurrir a la mesa del diálogo.
Lo mismo sucede con el Macrismo y el Peronismo Disidente, ya que Sola, De Narváez y Macri disputan espacios entre ellos y no se ponen de acuerdo en que hacer frente al creciente vacío de conducción del PJ.
La CGT acompaña la crisis terminal del PJ dividiéndose a pesar del pedido de disculpas público de Moyano para con sus pares los “Gordos”, quienes desafían cada vez más la autoridad del hasta hace poco líder indiscutible.
En ese contexto de crisis y de luchas cada vez más radicalizadas, los políticos tradicionales y los dirigentes sindicales conciliadores enfrentan un gran dilema: Si le sueltan la mano a Cristina, se cae, pero si la sostienen en la mesa de diálogo se “queman”, apareciendo frente a los ojos de millones junto a un gobierno impresentable...
Ningún acuerdo con el gobierno… para que el pueblo decida / Asamblea constituyente libre y soberana
La mesa del diálogo convocada por el gobierno, a la que se han presentado la mayoría de los políticos patronales, las entidades empresarias y los dirigentes sindicales, es una maniobra de un gobierno debilitado que necesita ganar tiempo y apoyos para continuar aplicando el plan de ajuste al servicio de mantener a la Argentina como una moderna semicolonia a merced de los dictados del FMI y de los grandes bancos internacionales, quienes seguirán lucrando con el hambre y la explotación del pueblo argentino, cobrándonos esa fabulosa estafa denominada deuda externa.
Del mismo modo, la reforma política que impulsan los Kirchner, sólo busca retocar cuestiones de forma del sistema político, perjudicando la representación parlamentaria de las minorías. Si algún compañero o compañera había imaginado que Cristina luego de su derrota iba a cambiar algo al servicio de la participación de los sectores populares, simplemente se equivocó.
Precisamente por ello, el diálogo que hay que poner en marcha no es con las cúpulas patronales y burocráticas que han sido repudiadas por la mayoría, ni tampoco es con los partidos de la oposición que sólo quieren hacer reformas formales al régimen político sin solucionar los problemas de fondo que aquejan a la población.
Para ello, es necesario convocar a una Asamblea Constituyente libre y soberana, para que toda la población pueda debatir y decidir sobre que modelo de país hay que construir.
Esta instancia está contemplada en el artículo 30 de la Constitución Nacional, que posibilita la elección de diputados constituyentes elegidos por el pueblo para debatir las bases políticas económicas y sociales en las que se redundará la nación.
Ante la magnitud de la crisis que estamos atravesando, toda la población debe decidir que modelo económico debe tener el país, sobre si se nacionaliza o no los recursos naturales, el transporte, sobre si se reconoce o no a la deuda externa.
Quien mejor que el mismo pueblo que padece los problemas de la inseguridad y la represión para debatir que fuerzas armadas y que justicia debemos tener.
ue hacemos con los despidos, la vivienda, el trabajo, la salud, la educación, etc. Del mismo modo, el pueblo debe decidir que instituciones y que tipo de gobierno debe desarrollar estas tareas.
Desde Convergencia de Izquierda impulsamos la más amplia movilización para imponer esta instancia, donde los socialistas propondremos que gobiernen los que nunca gobernaron: los trabajadores y el pueblo. Los únicos capaces darle una salida a la crisis que beneficie a las mayoría de los sectores populares.
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