Luis Franco (1898-1988): “La vida no es mi costumbre, es mi pasión”
De origen campesino, Franco nació en Belén (Catamarca). A los 18 años ganó un concurso de poesía y viajó hasta Tucumán a lomo de mula, para recibir el premio. Fue saludado como la joven estrella en ascenso de la poesía argentina. Mientras sólo cantó al paisaje, las mujeres y la vida natural, recibió todo tipo alabanzas, por ejemplo, de Leopoldo Lugones. Pero su sensibilidad de artista y ser humano lo fue llevando a adherir al materialismo, al irreconciliable ateísmo, al marxismo y al trotskismo. Surgieron sus poemas dedicados a las luchas obreras y a las grandes figuras de la revolución mundial. Y se fue estableciendo el silenciamiento de su obra por parte de los gobiernos y los intelectuales afines a ellos1.
Un profeta de la lucha y de la libertad
En 1944, en la introducción a uno de sus libros de poemas, decía Franco: “Mientras nuestros artistas no se atrevan a renunciar al tutelaje oficial o semioficial en que viven, están perdidos para el arte. […] Es preciso que el poeta sea el primero en escuchar los mensajes del tiempo, el primero en empujar al mundo hacia el futuro. […] La poesía será profecía o no será nada. […]”
Estas convicciones hicieron que Franco pasara buena parte de su vida en su pueblo natal, trabajando él mismo la tierra para sostenerse. Cuando lograba que alguna editorial publicara sus trabajos (y le pagara), se trasladaba a Buenos Aires, o viajaba. Produjo casi 60 obras, en su mayor parte agotadas hace tiempo y algunas hasta ahora perdidas.
Es difícil encontrar otros intelectuales que tengan su enorme erudición, su espíritu humanista y contestatario desde sus primeros escritos, su amor a la naturaleza y al hombre dentro de ella, expresados en poemas, cuentos o ensayos en los que se encuentra siempre presente su materialismo marxista. Al mismo tiempo, ya desde la década del 20 fue encarcelado varias veces, por encabezar rebeliones de campesinos que utilizaban el riego para sus cultivos.
Su primer ensayo fue América Inicial (1931). En poesía se destacan, entre otras: Suma (1938), que lo consolida como gran poeta, con fuerte tendencia social, Catamarca en cielo y tierra (1944), Pan (1947), Constelación (1959), Insurrección del poema (1973) (donde figuran sus poemas a Guevara y Hugo Blanco). Entre los numerosos ensayos, El general Paz y los dos caudillajes (1933), Walt Whitman (1945), Biografías animales (1953), Hudson a caballo (1956), Biografía Sacra (1957), Pequeño Diccionario de la Desobediencia (1959), Revisión de los Griegos (1960), La Hembra Humana (1962), Prometeo ante la URSS (1964), De Rosas a Mitre (1967), La Pampa habla (1968), y el último El presidente Illía y un libro de ocasión, de 1984.
Su adhesión al trotskismo
Desde 1928-29, a medida que se iba conociendo el proceso de burocratización de la URSS, el carácter totalitario del régimen de Stalin, y la existencia de una oposición revolucionaria, comenzó a haber seguidores de León Trotsky. En los años 30 Franco se sumó definitivamente al trotskismo. En 1936 decía: “mis versos a Trotsky y a la Revolución podrán o no estar logrados poéticamente, pero no son versos de circunstancias: son de fondo.”2
El 22 de agosto de 1940 le escribió desde Belén a su amigo y también trotskista Samuel Glusberg: “… un vecino que tiene radio me envió unas líneas con su horrible fin.” Trotsky había sido asesinado por un agente de Stalin en Coyoacán. Continuaba en la carta diciendo que Trotsky era “una de las figuras más grandes de la historia humana –no inferior a la de Lenin, bajo ningún aspecto”, y reafirmaba que tenían que concretar el proyecto de publicar una revista, “para decir nuestra verdad a nuestras anchas”3. Republicó su poema Trotsky, saliendo al cruce del que escribió el estalinista Raúl González Tuñón celebrando el crimen.
Cuando Nahuel Moreno, fundador de nuestra corriente, lo conoció, quedó impactado por su personalidad, opuesta a la de otros intelectuales charlatanes e ignorantes4. Según Moreno, que tenía 25 años menos que él, con sus ensayos recreaba la historia. Por ejemplo, en Los dos Rosas (1945) desnudaba por igual las falsedades liberales y revisionistas.
Por su parte, Franco acompañó la tarea de construir un partido revolucionario trotskista (ver recuadro) hasta que falleció en 1988. Colaboró con la revista Estrategia en los años 50, dirigida por Moreno. En 1965, el dirigente peruano Hugo Blanco, que también era de la corriente de Moreno, fue condenado a muerte por su participación de la lucha armada de los sindicatos campesinos. Franco no sólo le escribió un poema. También apeló a su amigo personal el entonces presidente Illía para que reclamara por la vida de Blanco.
Cuando en 1972 se fundó el PST, no podía faltar Luis Franco. Y lo mismo hizo en 1982, cuando integró la Junta Promotora que formó el MAS. El 1º de julio de 1983, cuando el MAS realizó un acto que colmó el Luna Park, en el escenario, entre otras figuras que lo presidieron, con 86 años, allí estuvo Franco.
¿Cómo definir un intelectual comprometido? Podemos tomar las palabras de Franco en 1935, cuando comenzó a distanciarse políticamente de Ezequiel Martínez Estrada, quien se estaba acercando a los escritores liberales de la revista Sur y rechazaba sumarse con él y otros a un proyecto de revista de izquierda. “Lo escéptico es lo prescindente, es decir, la esterilidad del asexuado”. “[…] sigo creyendo que la sola definición de nuestra actitud, en la tierra de los [Manuel] Gálvez y los [Arturo] Capdevilas [prototipos de autores “oficiales”], tiene un valor moral considerable, amén de que (no proponiéndonos ser los Lenin y Trotsky de nuestra futura revolución) nuestro papel de agitadores en el terreno ideológico, de perturbadores de la conciencia estólida de nuestros políticos, sociólogos e historiadores a sueldo, nuestra función de piqueta y espuela, en fin, no serán absolutamente despreciables, y eso es todo.”5 En el caso de Luis Franco “eso” fue mucho.
“… Urge formar el partido”*
“Llegamos a Ciudadela, buscando la casa de Luis Franco […]. La construcción sencilla, el moblaje modesto, indican que Franco no ha aceptado vender su arte a los intereses capitalistas. […] Hoy, con más de setenta años, sigue firme en esa posición.
“Franco nos habla del libro que está preparando (Poesía y liberación) en el que estudia cómo los más grandes poetas no han podido menos que levantarse contra la injusticia y la opresión, y denuncia el ocultamiento que las clases dominantes hacen de sus obras comprometidas. […]
“AS: ¿Cómo ve el momento actual de las luchas obreras y populares?
“El enemigo más temible de las clases oprimidas y del movimiento liberador no son hoy propiamente las clases poseyentes, son su Estado, su Ejército, su policía y su prensa, ni la Iglesia, sino la burocracia sindical, que bajo el lema de defender a las clases trabajadoras, las viene entregando atadas de pies y manos a los explotadores de adentro y de afuera.
“AS: ¿Y el peronismo?
“La burocracia sindical de hoy, quiérase o no, está identificada con el peronismo. El enemigo mayor que tienen los luchadores sociales hoy, es el peronismo, con su populismo, su habilidad para el enriedo. Aunque eso fatalmente va a terminar en que el proceso social mismo se encargue de desenmascararlo.
“AS: ¿Cómo ve la constitución de un polo socialista frente a la unión de todos los partidos burgueses?
“Creo que la mayor urgencia política del momento es la formación de un partido con la conciencia y la combatividad revolucionarias que la hora exige acá y en todas partes del mundo. Es decir, más allá de toda ilusión reformista, luche no por el aumento de salario y la conciliación de clases, sino por la supresión del salario y de las clases.”
* Entrevista a Luis Franco en Avanzada Socialista (semanario del PST) Nº6, 5/4/1972
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