Más de 600 mujeres son víctimas de la esclavitud sexual
Según cifras de ONGs que trabajan contra la trata de personas, fueron secuestradas o llevadas con falsas promesas a otras provincias; es un negocio millonario; piden decisión política para allanar prostíbulos; el testimonio de una víctima que sobrevivió a ese infierno
Al menos 627 mujeres desaparecieron en los últimos cinco años: fueron secuestradas o llevadas engañadas a otras provincias y allí se las explota sexualmente. Esta realidad, que denuncian las ONGs que trabajan en la trata de personas, se vuelve cada vez más grave porque, consideran, la red de trata sólo podría desarticularse con decisión política y eso hoy no existe en la Argentina.
Graciela Cañette, de 21 años, hace cuatro meses vivió el secuestro y el encierro en un prostíbulo de Entre Ríos. Llega a la redacción de lanacion.com custodiada por su abogado. Habla lo necesario, deja escapar monosílabos como toda respuesta; le cuesta mantener en alto su mirada transparentísima, como si el dolor que la acompaña le pesara en los párpados. Después de que su asesor legal, Juan Carlos Yaggi, rompe el hielo y cuenta los avances del caso en la Justicia, Graciela se anima a contar su historia.
Entonces habla del conocido de su familia que la engañó prometiéndole un trabajo como costurera para los carnavales de Gualeguaychú, del momento del secuestro, de cómo la drogaron para llevarla y de su despertar en un prostíbulo de Entre Ríos, donde, al igual que a otras chicas la violaban, la drogaban y la obligaban a prostituirse. Aquello duró tres días, pero ella habla de un infierno eterno.
Pudo escapar con la ayuda de alguien que "descuidó" la puerta y le dio el dinero para un pasaje a su casa, en el partido de Ezeiza, en Buenos Aires. Aún se pregunta cómo ocurrió el milagro de que alguien se apiadara de ella en un lugar donde reina la impiedad. "El día anterior a mi salida murió una de las chicas", revela a modo de ejemplo. "No sé por qué murió: supongo que por droga, golpes, por las violaciones...no sé. Tampoco sé qué hicieron con el cuerpo". Hay desconcierto en ella y valentía: le consta que su entregador está suelto porque se lo cruza en el barrio y, además, recibe amenazas. Aún así, dice, prefiere jugársela a fondo para que esto no vuelva a pasar.
Video: la esclavitud sexual en primera persona
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