miércoles, 27 de octubre de 2010

Cuba: En nombre del “socialismo” despiden 500.000 empleados estatales

Escrito por la Liga Internacional de los Trabajadores IV

Defendamos  a los trabajadores cubanos contra el ajuste capitalista 

Recientemente, se conoció el anuncio de que el estado cubano va a despedir 500.000 trabajadores
(10 % de la fuerza laboral del país), como parte de un plan de ajuste mucho más profundo.

Se ha generado un gran debate en la izquierda mundial sobre el significado de esta medida, que se suma y acrecienta la polémica ya existente, desde hace varios años, sobre cuál es la verdadera realidad en Cuba.

Para el gobierno cubano y sus defensores nacionales e internacionales, esas medidas son presentadas como una necesidad para “defender” y “modernizar el socialismo”, adecuándolo a las actuales condiciones económicas y políticas internacionales. Por el contrario,la única explicación real es que estas medidas, son la consecuencia inevitable del hecho que el capitalismo ya ha sido restaurado en Cuba, y sólo se pueden entenderse en ese marco, como una respuesta de un gobierno capitalista a la actual crisis económica internacional y cubana en particular. 

Crear “ejército industrial de reserva”
 
El despido del medio millón de trabajadores integra un plan de ajuste mucho más global y continuo: a la cifra inicial se sumará un número igual de despidos en los próximos cinco años. Es decir, el estado cubano va a despedir el 20% de la fuerza laboral del país.
¿Cuál será el destino de los trabajadores estatales próximamente despedidos? En Cuba no hay el seguro-desempleo. La propaganda oficial habla de “reubicarlos en otros sectores”, es decir en la economía privada.

Al mismo tiempo, se liberan 178 nuevas actividades o profesiones para realizar trabajos autónomos o por cuenta propia (TCP), de las cuales cerca de la mitad tendrán autorización para contratar empleados.

El propio diario oficial Granma estima que unas 250.000 personas deberán instalarse como TCP y la otra mitad deberá reubicarse en cooperativas formadas por los despedidos (como las que ya existen de taxis y salones de belleza) o directamente en la actividad privada.

Tal como la experiencia de otros países indica, gran parte de estos cuentapropistas y cooperativas quebrarán en un plazo más o menos corto. Lo que incluso es reconocido por un documento interno del Partido Comunista Cubano: “Muchos pueden quebrar antes de fin de año” (Clarín, 15/09/2010). En otras palabras, la mayoría pasará a engrosar la masa de explotación de las empresas privadas o se sumarán a los 400.000 trabajadores desocupados ya existentes, ampliando así lo que Marx llamó “ejército industrial de reserva”. 

Más medidas
 
Otras medidas de ajuste son el cierre de los comedores populares subsidiados y el fin de la libreta de entrega de productos alimenticios básicos a bajísimos precios, un componente muy importante en la canasta de consumo de los sectores más pobres.

A esto se suma el reciente anuncio de que la educación y la salud púbicas dejarán de ser universalmente gratuitas y que va a comenzar a aplicarse “un pago total o parcial” de dichos servicios. Al igual que otros gobiernos capitalistas de todo el mundo, tratan de dorar la píldora y dicen que “sólo pagarán los sectores de mayores ingresos”, un argumento que ya sabemos como acaba, por la experiencia de otros países.
  
Finalmente, todas estas medidas se dan, además, en el marco de un proceso de continuo y profundo deterioro del valor del salario de los trabajadores públicos (que oscila entre una mayoría que cobra el equivalente a 10 ó 15 dólares mensuales hasta una minoría que alcanza los 35 ó 40), muy por debajo del que obtienen (por diversas vías) los trabajadores privados del turismo o del comercio.

Un economista gubernamental, Omar Everleny Pérez Villanueva, calcula que, comparado con 1989, “el salario real equivalía a un 24%”, en 2009. Es decir, la gran mayoría de los trabajadores cubanos ha perdido, en estos 20 años, más de ¾ de su poder adquisitivo.

Al mismo tiempo, el gobierno cubano está por autorizar al grupo británico Esencia Hotels & Resorts, asociado con la empresa cubana Palmares S.A., la construcción de 16 nuevos campos de golf privados en los que, además, habrá viviendas de lujo para extranjeros, en lugares paradisíacos como Varadero y Pinar del Río.
 
Si enumerásemos estas medidas, sin decir en qué país son aplicadas, todo el mundo sacaría la conclusión de que se trata de un clásico plan de ajuste capitalista que ataca a los trabajadores en beneficio de las empresas y sus ganancias, como el que aplican los gobiernos de Grecia, España o Francia. Sin dudas, toda la izquierda llamaría a luchar contra esos planes y apoyaría las huelgas y manifestaciones que hicieran los trabajadores, como acaba de acontecer en Europa.
 
Pero al ser aplicadas en Cuba, el gobierno y muchos militantes y organizaciones de izquierda que lo apoyan, en todo el mundo, dicen que esas medidas no forman parte de un “ajuste capitalista”, sino de una “defensa del socialismo”.

Raúl Castro afirmó: “Hay que borrar para siempre la noción de que Cuba es el único país del mundo en el que se puede vivir sin trabajar” (Granma, 2/8/2010). La posición de Raúl se parece demasiado a la de cualquier patrón o gobierno capitalista: los trabajadores empleados por el estado son vividores que no quieren trabajar y el estado debe librarse de ellos para que se busquen la vida.

La segunda posguerra y el proceso cubano
 
La revolución cubana, iniciada en 1959, fue parte de una serie de procesos de la segunda posguerra que dieron origen a nuevos estados obreros con economías de transición al socialismo (como Yugoslavia, China y Cuba), que fueron grandes conquistas de los trabajadores que llegaron a abarcar a un tercio de la humanidad.
  
En Cuba, la dirección de Fidel y Raúl Castro y el Che Guevara no provenía de los partidos comunistas, sino de la pequeño-burguesía que luchaba contra la dictadura de Batista y por democracia en Cuba. Una vez que se tomó el poder, empujada por la presión de circunstancias, esta dirección definió avanzar más allá de su programa inicial, romper con el imperialismo y la burguesía cubana y expropiarlos, e iniciar la construcción del primer estado obrero de América Latina.

El pueblo cubano logró avances inmensos en educación y salud públicas, con niveles comparables a los países imperialistas, y superó, en estos aspectos, a Brasil, México o Argentina. Se eliminaron la pobreza extrema y la miseria, algo reconocido por los propios estudios de los organismos internacionales imperialistas.

Cuba se convirtió en un símbolo de lo que era capaz de lograr una revolución socialista, en las propias barbas del imperialismo. Sus dirigentes, Fidel y el Che Guevara, pasaron a ser la referencia política de millones de luchadores y revolucionarios en el mundo.
 
Pero, desde el inicio, esa dirección reprodujo en Cuba el modelo burocrático y antidemocrático del estalinismo soviético, conocido como “socialismo en un solo país”. Coherente con esa posición, en su política externa siempre primó la defensa de su propio estado y la búsqueda de acuerdos con gobiernos burgueses “amigos” en detrimento del desarrollo de los procesos revolucionarios, como lo muestran su apoyo a los gobiernos de Juan Perón, en Argentina, y a Velasco Alvarado, en Perú, en la década de 1970. Esa fue su orientación a la dirección sandinista en 1979, de no avanzar hacia la expropiación de la burguesía y la construcción de un nuevo estado obrero en Nicaragua. 

La restauración en Cuba
 
A partir de la segunda mitad de los ‘70, los desastres del manejo burocrático y el cambio en las condiciones económicas internacionales, llevaron al estancamiento y a las crisis de las economías de transición nacionales en todo el Este. La burocracia estalinista abandonó cualquier defensa de las bases de esas economías y comenzó a aplicar, de modo cada vez más acelerado, planes restauracionistas.

En Cuba, entre 1977 y 1983, se hicieron una serie de reformas procapitalistas aisladas y parciales, que prepararon el camino, pero que aún no significaban la restauración del capitalismo. En ese período, se legalizaron las cooperativas y se liberaron una serie de trabajos y profesiones a la actividad privada.

Pero, a partir de 1990, hubo un cambio de calidad: tras la restauración capitalista en la URSS, en 1986, y la caída de la propia URSS, en 1991. La crisis de la economía cubana dio un salto, debilitada aún más por la suspensión de la ayuda que antes les prestaba la burocracia soviética.

La dirección castrista, con el propio Fidel al mando, pasó a aplicar una política plena de desmonte de las bases esenciales del estado obrero. Con esa política, dejaron de existir: la expropiación de las principales palancas de la economía, su centralización en manos del estado, el plan económico estatal planificado centralmente y también se terminó el monopolio del comercio exterior. Fueron todas medidas tomadas en los años 90, como la disolución de la Junta Central de Planificación (1992), la autorización a las empresas a comerciar libremente con el exterior y la Ley de Inversiones Extranjeras (1995) que permitió la existencia de empresas privadas extranjeras con derecho a repatriar hasta el 100% de sus ganancias. Cuba ha vuelto a ser un estado capitalista porque su economía se ordena ahora alrededor del pleno funcionamiento de la ley del valor y de la búsqueda de la ganancia privada.

La penetración imperialista en la isla
 
La restauración no se expresó en la vuelta de la vieja burguesía gusana de Miami, sino en el dominio cada vez mayor de su economía por parte de los imperialismo europeos, especialmente el español, y el canadiense, en ramas centrales como el turismo y el comercio, con una dinámica cada vez más semicolonial.

En el sector turismo, el que más ingresos en dólares aporta al país, casi la mitad de las habitaciones disponibles son administradas por empresas extranjeras, con fuerte peso español, a través de los grupos Sol-Meliá y Barceló.
 
En la minería de níquel y cobalto (Cuba ocupa el primero y segundo lugar mundial en reservas, respectivamente), la empresa cubano-canadiense Metalúrgica de Moa, con participación de la multinacional Sherritt, controla el 40% de la exportación total del níquel.

En el sector petrolero, se abrió la explotación de áreas del golfo de México a Repsol- YPF, Petrobrás, Ocean Rig (Noruega) y Sherritt Gordon (Canadá). En la construcción, comienzan a tener peso los capitales israelíes, que, a través de la empresa Waknine y Beresousky, también controlan el 68 % de la comercialización de cítricos y jugos. Lo mismo sucede en las tradicionales producciones de tabaco y ron. La principal productora de habanos de Cuba vendió el 50% a Altadis, hoy parte del grupo inglés Imperial Tobacco, y la empresa fabricante del famoso ron Havana Club pasó a ser controlada por el grupo francés Pernod-Ricard.

Por lo tanto, hoy Cuba no está aislada comercialmente y, por lo contrario, recibe inversiones de todo el resto del mundo.
 
En realidad, hubo un período inicial en que, debido a la expropiación de la burguesía, el imperialismo trató a Cuba como su enemiga, hizo intentos de invasiones como la de Bahía de los Cochinos, planeó atentados y construyó un fuerte bloqueo político y comercial. Pero a partir de los años 80 y 90, con las aberturas al mercado y luego la restauración del capitalismo, cada vez más sectores del propio imperialismo pasaron a comerciar e invertir en Cuba, en especial el imperialismo europeo.

Solamente el imperialismo norte-americano mantiene un bloqueo comercial, en función de la burguesía gusana que tiene fuerza dentro de EEUU y que exige el mantenimiento del bloqueo para garantizar la recuperación de sus bienes expropiados tras la revolución. Pero incluso en relación a EEUU, pese a las leyes que impiden un comercio completo con Cuba, el comercio con la isla viene en creciendo principalmente en lo que está permitido. Esto ocurre porque cada vez más sectores de la burguesía yanqui quieren libertad para poder invertir y comerciar con Cuba y no perder frente a sus competidores esas oportunidades. Por eso, EEUU ya está hoy entre los 5 más grandes socios comerciales de Cuba.

Las similitudes con China
 
Puede resultar extraño que hablemos de restauración capitalista cuando permanecen en el poder los mismos dirigentes que encabezaron la revolución y que hablan permanentemente de "defensa del socialismo". Esto último no significa nada: Gorbachov, en la ex URSS, y los dirigentes del Partido Comunista chino trataron de esconder su política de restauración con discursos "socialistas".

Pero si en Rusia y en el Este de Europa, los PCs perdieron el poder, el proceso chino mostró que se pudo restaurar el capitalismo sin cambiar el régimen político. El PC chino conservó su poder hegemónico, pero el país dejó de ser un estado obrero y pasó a ser un país capitalista administrado por los dirigentes del PC, que se benefician con los nuevos negocios.
 
En China, el hecho de que el régimen político sea dominado de modo dictatorial por el PC, lejos de frenar la restauración capitalista, la ha favorecido dando lugar a uno de los mayores niveles de explotación de los trabajadores en el mundo.
 
Lo cierto es que, más allá de las diferencias entre ambos países, en Cuba se dio un proceso similar a la "vía china” al capitalismo: la restauración fue impulsada por el PC. No es casual que el mismo Fidel Castro hable de modo elogioso del “modelo chino”.

Basta de ensuciar el nombre del socialismo
 
Tanto el gobierno cubano como sus defensores nacionales e internacionales reconocen la existencia de estas medidas. ¡Pero dicen que se trata de la “defensa del socialismo”!
¡Basta de ensuciar el nombre del socialismo llamando “transformaciones necesarias” a la brutal explotación de los trabajadores en China o al plan de ajuste capitalista del gobierno de los Castro!

Quienes honestamente creen defender el socialismo apoyando y justificando estas medidas le hacen un flaco favor a la verdadera lucha por el socialismo. Porque millones de trabajadores en el mundo, al ver la realidad cubana o china, van a pensar: “¿para qué luchar por el socialismo si significa la misma explotación o el mismo plan de ajuste que vivo bajo el capitalismo?”.

La verdadera defensa del socialismo pasa hoy en Cuba por impulsar la lucha de los trabajadores contra este plan de ajuste y contra el gobierno que lo aplica, y apoyarlas y defenderlas cuando esas luchas comiencen a surgir. Pasa también por exigir las libertades democráticas, el derecho de huelga y la posibilidad de organizar libremente sindicatos independientes del estado para que los trabajadores puedan defenderse de los ataques del gobierno.

Sólo desarrollando las luchas contra el ajuste capitalista del gobierno cubano, será posible preparar las bases para una revolución socialista que realmente lleve a la clase obrera al poder.

1 comentario:

  1. Es verdad que las inversiones extranjeras han apoyado la economía cubana; pero no se puede soslayar que el bloqueo imperial ha causado millones de dólares en pérdidas, acicalado por el evidente retraso tecnológico que impide la libre comercialización de descubrimientos científicos y medicos.
    No se puede ser socialista a rajatabla cuando los imperios del mundo han globalizado la economía de libre mercado y competencia.

    Ni el socialismo cubano ni el chino puede pervivir en una búrbuja anticapitalismo.

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