Hay un proceso revolucionario que se expande por todos los países árabes. A partir de Túnez, en el norte de África, donde la movilización popular derribo al dictador Ben Alí, después de 23 años en el poder, como un reguero de pólvora fue extendiéndose al resto, produciéndose movilizaciones contra dictaduras gobernantes en varios países árabes, laicas o religiosas, “republicanas” o monárquicas, desde Mauritania hasta Yemen, pasando por Argelia y Jordania.
Lo que ha dado lugar a este proceso ha sido la profundización de la miseria como consecuencia de los efectos de la crisis económica mundial, con crecimiento de la desocupación y la subida de los precios de los alimentos debido a la profunda dependencia del imperialismo de estos países.
Este proceso revolucionario prendió con una fuerza gigantesca en el país más importante de la región, Egipto. Desde hace varios días explotó un gran proceso revolucionario, que empezó con varios miles de personas en las calles de El Cairo y otras ciudades del país, y fue se extendiendo llegando a ser millones el día 1 de Febrero, teniendo como centro la exigencia de su renuncia. A pesar de la represión, que ya ha provocado 140 muertos, según la versión oficial, la revolución no se detuvo y se radicaliza después de cada anuncio de supuestos cambios por parte de Mubarak, que trata por todos los medios de mantenerse en el poder.
Si Mubarak cae como resultado de la acción revolucionaria de las masas egipcias, esto tendría una inmensa repercusión y profundizaría la revolución árabe. Al mismo tiempo, pondría en crisis todo el dispositivo imperialista de control de la región, del que el régimen de Mubarak es una pieza clave. Especialmente, pondría en riesgo la existencia del estado de Israel. Por eso, el gobierno israelí de Benjamín Netanyahu ha expresado su preocupación y apoyo a Mubarak.
Este proceso revolucionario que tiene su eje en las reivindicaciones democráticas puede afectar directamente también a los regímenes teocráticos como el de Irán (que reprimió duramente hace dos años las movilizaciones que hubo contra el fraude electoral y por libertades democráticas). Así como puede afectar a organizaciones islamistas como Hamas y Hezbulah. Por eso no es de extrañar que cuando se realizaron manifestaciones de apoyo a la revolución egipcia en los territorios ocupados estas fueron reprimidas por Hamas en Gaza. Hamas hizo lo mismo que el agente del imperialismo en Cisjordania, la ANP (Autoridad Nacional Palestina).
Egipto: país clave del mundo árabe
Egipto es el país árabe más poblado, con más de 80 millones de habitantes: uno de cada tres árabes es egipcio. Este peso poblacional, se expresó también en un rol central en la vida y en los procesos políticos del mundo árabe.
En 1953, el ejército dio un golpe nacionalista, encabezado por el entonces coronel Gamal Abdel Nasser que derrocó al rey Faruk I. En 1956, el gobierno egipcio nacionalizó el estratégico Canal de Suez, hasta entonces en manos de ingleses y estadounidenses. El nasserismo se convirtió en la dirección de la lucha de los pueblos árabes contra el imperialismo y su principal agente en la región, el estado de Israel. Sin embargo como corriente nacionalista burguesa no se propuso la expropiación de la burguesía con lo que se mantuvo la explotación capitalista y la miseria creciente del pueblo egipcio.
Pocos años después de la muerte de Nasser (1970), su sucesor, Anwar Sadat, dio un profundo giro político capitulándole completamente al imperialismo. En 1979, firmó con EEUU e Israel el acuerdo de Camp David por el que reconocía a este estado y abandonaba la lucha contra él. Este acuerdo marcó el fin del papel relativamente progresivo que el nacionalismo árabe laico había cumplido en el pasado, enfrentando al imperialismo.
Sadat fue asesinado en 1981. Su sucesor Hosni Mubarak, a través de una larga dictadura profundizó este giro y transformó a Egipto en una pieza clave de la política del imperialismo estadunidense para la región, por el apoyo al Estado de Israel y sus ataques al pueblo palestino. Lo que se expresó, hace pocos años, en el cierre y el bloqueo de la frontera entre la Franja de Gaza y la península del Sinaí. De esta forma, Egipto tiene el triste mérito de formar, junto con Jordania, la “pinza árabe” que ayuda a Israel en su intento de estrangular la lucha del pueblo palestino.
A cambio de este papel, Egipto recibe 2.000 millones de dólares anuales de “ayuda militar” de EEUU (la mayor cantidad después de Israel), lo que le permite mantener un ejército bien armado y equipado.
Las razones de la lucha
Un aspecto que se destaca de la rebelión es el rol central de la juventud en un país en el que dos tercios de sus habitantes tienen menos de 30 años, con un altísimo porcentaje de desocupación. El telón de fondo para prender el fuego fue el constante empeoramiento de las condiciones de vida de los trabajadores y el pueblo. Egipto es una semicolonia saqueada por el imperialismo. El grueso de la tajada de riqueza que queda va a parar a las manos de una oligarquía ligada al régimen y a la cúpula del ejército. Por ejemplo, se estima que la familia de Mubarak acumuló una fortuna de varios miles de millones de dólares. La situación de empobrecimiento popular se agudizó con la crisis económica internacional que provocó un gran salto en la desocupación y un alza permanente del costo de vida, especialmente en los alimentos. La lucha contra esa situación ya venía de antes: Egipto fue uno de los países donde se produjo la “revuelta del hambre”, en marzo de 2008, encabezada por los trabajadores textiles de Mahalla, en la región del Alto Delta del Nilo.
Las movilizaciones actuales se iniciaron por la convocatoria de la organización Movimiento 6 de abril (una de cuyas primeras acciones en el 2008 fue apoyar a los trabajadores de El-Mahalla, de hecho 6 de abril fue el día de la huelga de estos trabajadores de la industria textil), que días después también hizo el llamamiento a la Huelga General para derribar a Mubarak. A partir de la convocatoria inmensos contingentes de la juventud, sectores de clase media, trabajadores, incluidas algunas organizaciones sindicales independientes y pequeñas organizaciones de izquierda formaron parte del movimiento.
El pueblo egipcio salió a las calles a derribar la dictadura que les oprime hace décadas exigiendo libertades democráticas. Por eso la exigencia central de las movilizaciones es la renuncia de Mubarak, que concentra todos los problemas. Las consignas más cantadas en ellas son “Fuera Mubarak” y “Mubarak, te espera el avión” (es decir, el exilio). El pueblo egipcio está harto de una dictadura que los mata de hambre y que reprime la más mínima protesta, por eso eliminó las libertades democráticas y persiguió, encarceló u obligó al exilio a numerosos dirigentes y activistas opositores. Pero, ante las maniobras y “reformas” propuestas por el gobierno, el proceso avanza y el repudio ya no se limita al presidente: “Queremos un cambio de régimen y no de rostros”, expresan los manifestantes (Clarín, 1/2/2011).
La indignación de las masas, además, se nutrió del repudio a la política pro imperialista de Mubarak, especialmente su rol en sostener a Israel apoyando desde su frontera el cerco al territorio palestino de Gaza. Esto se expresó en que las movilizaciones se manifestase la consigna: "Hosni Mubarak, Omar Suleimán, los dos sois agentes de los estadounidenses". Suleimán, es el jefe de los servicios secretos y ha sido nombrado recientemente como vicepresidente por Mubarak.
La oposición burguesa intenta encabezar una transición pactada con el régimen
Las dos expresiones políticas opositoras más conocidas internacionalmente, la Hermandad Musulmana (una vieja organización de ideología fundamentalista islámica) y el diplomático Mohamed El Baradei (ex presidente de la Agencia Internacional de Energía Atómica), recién adhirieron a las movilizaciones varios días después de iniciadas. Ahora participan y tratan de encabezarlas siendo parte de las marchas para tener legitimidad política, tratar de encauzarlas a la negociación política con el régimen y poder representar al movimiento en futuras negociaciones y fórmulas de gobierno.
Según informaciones de la prensa, poco antes de estallar la rebelión, la Hermandad Musulmana realizaba negociaciones con el régimen de Mubarak para apoyar la maniobra de sucesión por su hijo Gamal a cambio de la legalización de la organización. Recordemos que la Hermandad Musulmana siempre ha defendido el establecimiento de un régimen de dictadura teocrática al estilo de Irán aunque ahora planteen la necesidad de respetar las decisiones del pueblo egipcio.
¿Cuáles son las perspectivas?
La situación en el país se encuentra en un momento crítico, ni Mubarak consigue gobernar ni las masas aún lo derribaron: la rebelión popular ha herido al régimen de Mubarak mientras el imperialismo y la oposición burguesa buscan una salida que mantenga Egipto en el mismo papel que cumple hasta el día de hoy. Por su parte Mubarak, al mismo tiempo que prepara una posible salida del país (su familia ya se instaló en una lujosa casa de Londres), maniobra para mantenerse más tiempo en el poder y, esencialmente, para tener la llave de una transición parcial y controlada.
Las masas que escucharon el discurso televisado de Mubarak, en el que simplemente anunció que no se presentaría a las próximas elecciones de septiembre, en plena movilización y desafiando el toque de queda ya le han respondido con indignación que no aceptan su permanencia por más tiempo. Ante la fuerza de la movilización la oposición burguesa mantiene que negociará con el gobierno solo si sale Mubarak, va a depender de las masas que sea barrido todo el régimen de Mubarak y que puedan avanzar a cambiar todo el sistema en beneficio de los trabajadores y el pueblo. Solo con la toma del poder por los trabajadores y el pueblo se puede garantizar que Egipto tome realmente medidas contra la miseria y la desocupación y rompa con el imperialismo y su avanzada en la región: Israel.
El imperialismo quiere mantener su influencia a toda costa
El imperialismo estadounidense, y también el europeo, sostuvieron plenamente el régimen de Mubarak y sus tres décadas de dictadura. Su deseo ahora sería mantener este régimen tal cual, pero la rebelión popular hace que eso sólo sea posible con un salto represivo y miles de muertos como piden los sionistas. Una alternativa algo que hoy parece de alto riesgo por la posible reacción popular y la posibilidad de división del ejército. Sin embargo, no podemos descartar que Mubarak ordene esta represión.
En ese marco, el gobierno de Obama está trabajando con varias alternativas. Según las informaciones de la prensa, una opción está centrada en el nombramiento de Omar Suleimán (ex-jefe del espionaje y de gran prestigio en el ejército), como vicepresidente. Este plan incluiría la salida acordada de Mubarak, la asunción de Suleimán como presidente para descomprimir la situación y tratando de salvar lo esencial del régimen. Es decir, mantener intacto al ejército. Las declaraciones de Hillary Clinton, pidiendo “cambios”, y las de la cúpula militar diciendo que los reclamos populares son “legítimos” parecen ir en este camino.
Mohamed El Baradei podría pasar a ser también una alternativa, apoyada por el imperialismo, postulándose como cabeza o parte de un nuevo gobierno y tratando de “aminorar las pérdidas” del imperialismo.
La propuesta de los Hermanos Musulmanes colocando su confianza en el general Samir Enan (jefe del Estado Mayor del Ejército), al que apoyan porque tiene buenas relaciones con EEUU, muestra como esta organización estaría dispuesta a pactar con el régimen y ser parte de la transición. El imperialismo se muestra dispuesto a convivir con el fundamentalismo mientras acepten el estatus quo internacional. Así ha ocurrido con el gobierno islamista de Turquía que ha mantenido a su país en la OTAN y al servicio del imperialismo.
Muchos elementos de crisis en el ejército
En cualquier caso, es central el curso que tome el ejército, de hecho, la institución central del régimen. Su cúpula defiende y es parte de los grandes grupos económicos. Pero, al mismo tiempo, al funcionar con el sistema de servicio militar, su base tiene profundas ligazones con los trabajadores y el pueblo. Esto genera inmensas contradicciones a la hora de reprimir, lo que se expresó en la incipiente confraternización entre las tropas y los manifestantes. Más aún, los oficiales y suboficiales que comandan los blindados hasta ahora fueron tolerantes con las manifestaciones, en el marco que tampoco hubo una orden para reprimir a toda costa. Esa es una preocupación para los planes del imperialismo y la burguesía egipcia y, también, un claro alerta de que una orden de represión sangrienta, con la perspectiva de miles de muertos, podrían dividirlo.
Hoy el ejército mantiene bastante prestigio y se muestra como llave para la salida negociada a la revolución en curso. Pero si los trabajadores y el pueblo egipcio avanzan van a tener que enfrentar a dicho ejército pues como todo ejército de un estado burgués está al servicio de mantener las propiedades y el régimen de explotación.
Llamamos a las masas egipcias a no depositar ninguna confianza en el ejército como institución. Es el mismo ejército que fue, por décadas, la base de la dictadura de Mubarak y cuya cúpula se enriqueció a manos llenas a costa del hambre del pueblo. Por el contrario, el camino es desarrollar la confraternización entre los manifestantes y las tropas para lograr una división de clase dentro del ejército entre la base popular y la cúpula burguesa a la vez que desarrollar sus propios organismos de autodefensa que permitan enfrentar a la represión. Por ejemplo, frente a ataques de la policía contra los manifestantes de la plaza Tahrir, consentidos por el ejército, es necesario que los manifestantes se organicen para repeler e impedir la represión.
¿Quién va a gobernar y para qué?
Es necesario impulsar la auto-organización independiente de los trabajadores y la juventud (en gran parte desempleada y sin futuro). Desarrollar los comités de autodefensa de los barrios populares que han surgido ligándolos a las organizaciones sindicales independientes y a las de la juventud que están llamando a las movilizaciones para que sean organismos de poder revolucionario.
El poder en Egipto hoy está en disputa y se tendrá que resolver en pocos días. O bien el régimen de Mubarak consigue derrotar la movilización de masas y mantenerse en el poder o las masas consiguen derribarlo de forma revolucionaria. Si se da esta alternativa la oposición burguesía va a intentar ocupar ese espacio. Hay que impedir que le roben la victoria a los trabajadores ya al pueblo. La organización 6 de abril, junto a todas las organizaciones de trabajadores juveniles y populares, deberían llamar a un encuentro urgente de los trabajadores y el pueblo que discuta un programa al servicio de las masas y tome el poder en sus manos para llevarlo a cabo.
Esta revolución no es sólo contra el actual régimen sino que afecta directamente al imperialismo dominante y objetivamente es una lucha contra el capitalismo que les ha llevado a la miseria. Esos gravísimos problemas que sufre el pueblo egipcio sólo podrán ser resueltos, de fondo, con la revolución obrera y socialista.
Levantemos un programa socialista para la revolución egipcia y árabe
Llamamos a mantener la lucha por ¡Fuera Mubarak y su régimen dictatorial, ya! ¡No a la maniobras ni a los pactos para una transición que no rompa con el imperialismo e Israel!
¡Por plenas libertades democráticas, de prensa, de comunicación, de organización política, plenos derechos sindicales para los trabajadores incluido el derecho a huelga!
¡Desmantelamiento inmediato del aparato represivo de la dictadura! ¡Juicio y castigo a los represores! ¡Inmediata libertad a todos los presos políticos!
¡Por elecciones libres inmediatas! ¡Por la convocatoria a una Asamblea Constituyente soberana con plenos poderes!
¡Por un inmediato aumento de salarios que cubra el costo de la canasta familiar!
¡Por un plan económico de emergencia destinado a garantizar trabajo para todos con la expropiación de la banca y las multinacionales y grandes empresas!
¡Fuera el imperialismo e Israel! ¡Por la inmediata y plena apertura de la frontera con la Franja de Gaza!
¡Por un gobierno obrero y popular que garantice estas medidas!
La revolución árabe se extiende por varios países, es necesario, para barrer al imperialismo y a Israel de la región, unir todas las luchas para recuperar la unidad de la nación árabe en la perspectiva de la construcción de una gran Federación de Repúblicas Socialistas Árabes.
Hagamos una gran campaña internacional
Llamamos a desarrollar una gran campaña de solidaridad y apoyo a lucha del pueblo egipcio y de todo el mundo árabe. Es muy importante el desarrollo de grandes movilizaciones en todo el mundo, especialmente en los centros imperialistas, donde hay gran número de trabajadores inmigrantes árabes y musulmanes, por el triunfo de la revolución egipcia y de todo el pueblo árabe. Una victoria del pueblo árabe será un impulso a las luchas de los trabajadores, que en todo el planeta están sufriendo los estragos de la crisis económica, que las burguesías y el imperialismo están haciendo recaer sobre las espaldas de los trabajadores y el pueblo.
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