miércoles, 21 de diciembre de 2011

Túnez, Siria, Libia: Entrevista con Santiago Alba Rico


Escrito por Corriente Roja   
Martes 20 de Diciembre de 2011 
"Si la geoestrategia exige sacrificar al pueblo sirio, que tengan el valor de decirlo. Pero como tienen que ser además de "izquierdas", hacen algo peor: niegan que haya una dictadura y niegan que haya un pueblo que lucha contra ella"

Corriente Roja: Con la caída de Ben Ali y el reciente proceso electoral ¿consideras que se ha cerrado el proceso revolucionario en Túnez?
 
Santiago Alba Rico: Al contrario. La caída de Ben Ali abrió el proceso revolucionario, que tuvo sus dos momentos fundamentales en las dos ocupaciones de la Qasba (a finales de enero y a finales de febrero). La segunda llevó al reconocimiento de algunas de las reivindicaciones políticas de las movilizaciones populares -entre ellas las elecciones para una Constituyente- pero de algún modo transformó, por su propio éxito, el curso de las protestas. El impulso popular espontáneo entró parcialmente así en el molde de una politización convencional guiada por un sistema de partidos; y digo parcialmente porque las demandas sociales y económicas se mantuvieron insatisfechas y una buena parte del malestar organizado durante el levantamiento quedó fuera de las urnas. La abstención del 23 de octubre -en torno al 40%- hay que relacionarla con sectores juveniles que sintieron traicionada la revolución y siguen pensando en emigrar a Italia y con sectores radicales que vivieron como un gran fracaso la incapacidad de la izquierda para presentar una candidatura unitaria (tras la disolución del Frente 14 de Enero). No se pueden menospreciar los logros, pero la victoria política de la segunda Qasba fue acompañada de dos derrotas decisivas en términos rupturistas: la del ministerio del Interior, cuyo aparato sigue intacto, y la de los tribunales, que permanecen sin cambios. Se ha perdido una oportunidad de ir más lejos, pero buena parte de las causas de la revolución siguen vivas y la acumulación de fuerzas y de conciencia ha sido muy grande.
 
El nuevo gobierno provisional está encabezado por los islamistas moderados, ¿a qué se debe su triunfo? ¿Consideras que van a cumplir con las expectativas de la población?
 
Santiago Alba Rico: El triunfo de los islamistas se debe a dos motivos. El primero es que representan a los ojos de muchos tunecinos la ruptura ética y política con el antiguo régimen; fueron los más perseguidos y se presentan con un aura de honestidad insobornable frente a una población que se levantó sobre todo contra la corrupción del régimen de Ben Ali. El segundo es la estrategia equivocada del centro-izquierda, notablemente de los dos partidos ya legales bajo la dictadura (el PDP de Nejib Chebbi y el Polo de Ahmer Brahimi), identificados por la mayor parte de la población como burgueses y pro-occidentales y que, en lugar de centrarse en los problemas reales de la gente, enfocaron toda la atención en el falso problema del laicismo. Como reacción, muchos sectores populares buscaron un referente en la identidad islámica. En cuanto a cumplir las expectativas de la población, no creo que Nahda disponga ni del programa ni de la voluntad para hacerlo. No se puede contentar a la oligarquía tunecina y a los mercados financieros internacionales y al mismo tiempo emprender ambiciosas políticas sociales que resuelvan los problemas estructurales. "El islam huwa al-jal" es una fórmula mágica; las sociedades pueden vivir de magia -o de religión- un período, pero la realidad acaba por imponer sus duros límites.
 
¿Cómo es visto este gobierno por los militares y las potencias imperialistas?, ¿han propuesto algún proceso de nacionalización o de ruptura de tratados con el imperialismo?
 
Santiago Alba Rico: Tanto los EEUU como la UE se han resignado a cambiar de estrategia y están negociando con los islamistas. A cambio, los islamistas no dejan de hacer concesiones. En su reciente visita a Washington, Rachid Al-Ghanouchi hizo unas declaraciones muy ambiguas, por ejemplo, sobre la cuestión palestina. pero el discurso de Nahda es polisémico: cada vez que habla tiene que dirigirse a cinco o seis interlocutores distintos (las potencias occidentales, sus votantes de derechas, sus votantes de izquierdas, los salafistas, sus aliados en el gobierno). Habrá que seguir con atención los debates de la constituyente y sobre todo las primeras medidas de un gobierno tripartito en el que lo más fácil es quemarse. En las próximas semanas veremos si hay algún cambio en política exterior y si se acometen o no las reformas internas pendientes relacionadas con el viejo aparato del Estado. La presencia de Moncef Marzouki (del CPR) como presidente de la república garantiza, en todo caso, una pugna progresista y nacionalista dentro de la coalición de gobierno.
 
La clase obrera tunecina fue protagonista en la caída de la dictadura con sus huelgas generales, ¿hay paz social ahora en Túnez? ¿hay cambios en la situación de la vida de las masas?
 
Santiago Alba Rico: La situación de los trabajadores y desempleados no ha dejado de agravarse como consecuencia de la crisis del turismo, la salida de empresas extranjeras y la guerra en Libia. Desde el 14 de enero no ha habido un solo día sin huelgas o protestas laborales y, tras un pequeño paréntesis en vísperas de las elecciones, las movilizaciones se han reactivado en las regiones del interior. La última en Gafsa hace pocos días -que aún continúa- en protesta por el paro y la distribución de puestos de trabajo por parte de la Compañía de Fosfatos (así empezaron las revueltas de la cuenca minera en 2008).

Alfonsín en Argentina decía que con la democracia (burguesa) se come y se tiene techo, allí se demostró que con eso no basta, ¿qué perspectivas hay en Túnez?

Es difícil hacer predicciones, pero creo que en Túnez comenzó un movimiento sísmico cuyas réplicas, de ida y vuelta, van a seguir ondulando la región. Creo que todo esto no ha hecho más que empezar, también en Túnez, donde hay más margen de maniobra y donde quizás se permita un poco más de democracia burguesa, pero donde en cualquier caso el islamismo hegemónico tendrá que responder a la presión popular, cosa que no podrá hacer sin enfrentarse al diseño euro-estadounidense para la zona.
 
Siria:
 
Al igual que pasó con el dictador Gadafi Bashar el Assad ha encontrado el respaldo de un sector de la izquierda que acusa a los manifestantes de agentes de la CIA. ¿que opinión te merecen esas declaraciones?
 
Santiago Alba Rico: Más que una opinión, mi respuesta toma la forma de dolor. Preferiría que ese sector de la izquierda al que te refieres fuese tan cínico como las potencias imperialistas, que no dudan en apoyar hoy a los que traicionarán mañana y disimulan poco su desprecio por los pueblos. Si la geoestrategia exige sacrificar al pueblo sirio, que tengan el valor de decirlo. Pero como tienen que ser además de "izquierdas" y proteger su conciencia, hacen algo peor: niegan que haya una dictadura y niegan que haya un pueblo que lucha contra ella. Lo malo es que esto tiene también sus efectos.

Yo he sido acusado de justificar, facilitar o incluso pedir una intervención por afirmar la existencia de un levantamiento popular; lo peor de esta criminalización (expresada algunas veces de forma poco serena y respetuosa) es que ignora, a la inversa, la enorme responsabilidad que está teniendo la posición de ese sector de la izquierda (con gobiernos en América Latina) en el curso de las revueltas árabes y en el éxito de la contrarrevolución. Juegan a la profecía autocumplida. No mandan ni armas ni dinero ni su experiencia organizativa; ni siquiera una palabrita de apoyo. Entregan el territorio y el discurso y luego -voilá- ahí lo tenemos, ya lo habíamos dicho: son todos peones de la CIA. Podrá decirse que los gobiernos latinoamericanos no pueden permitirse intervenir, que ya tienen bastante con ocuparse de defenderse a nivel continental y crear, por ejemplo, la CELAC. Pero es que desgraciadamente han intervenido; ellos también han intervenido y de la peor manera, apoyando a quienes debían ser sus enemigos porque eran tan enemigos de los pueblos como sus patrones occidentales. Yo soy pequeño y no tengo poder; no he hecho mucho daño. Ellos son grandes y tienen mucho poder; todo un bloque -por primera vez en décadas- que podía haber maniobrado para dificultar la repenetración de las fuerzas neocoloniales en la zona. Les han dejado el terreno expedito. Y las fuerzas imperialistas, claro, entran e intervienen, que es lo que han hecho siempre que les dejan. Cuando uno había confiado ingenuamente en la renovación de la izquierda desde América Latina, hete aquí que el socialismo del siglo XXI se parece mucho -mucho- al del siglo XX, también por el modo en que trata a sus propios compañeros de viaje.
 
El pueblo sirio, como es natural, esperaba que Bashar cayera por medios pacíficos, sin embargo, ya son más de 4.000 muertos los que ha producido la represión del régimen, ya hay enfrentamientos armados. ¿Consideras que justificable o necesaria la respuesta armada al régimen sirio?

Santiago Alba Rico: Hay dos cuestiones. La primera es de principio: considero justificado -legítima defensa- que la población se arme, tras meses de represión feroz, contra un enemigo que no tiene piedad. La segunda es más bien táctica. Estoy de acuerdo con el opositor Michel Kilo en que el peligro está en que se arme no la población para defenderse sino el llamado Ejército Libre Sirio para atacar al ejército de Al-Asad. Creo que hasta hace muy poco las Coordinadoras en el interior, que son las que deben decidir -pues son los que se juegan la vida- tenían muy clara su oposición tanto a una intervención extranjera como a una militarización de la revolución. En todo caso, lo que me irrita es que sean precisamente aquellos que en otros escenarios apuestan muy alegremente por la lucha armada los que en el caso de Siria consideran sospechoso -¡tras ocho meses!- el recurso a las armas o incluso una prueba retrospectiva de que todo ha sido un montaje de la CIA. Esa es, claro, la propaganda del régimen y de la agencia SANA.
 
Hay sectores que siguen planteando las movilizaciones pacíficas a pesar de las masacres, otros quieren la intervención de tropas la OTAN o la ONU, o sea, del imperialismo, ¿qué resultado tendría esta intervención?
 
Santiago Alba Rico: Me equivoqué con Libia y quiero ser prudente, pero veo muy difícil una intervención. Me parece más probable, como sugería Abdelbari Atwan, el editorialista de Al-Quds-al-Arabi, que finalmente las potencias occidentales decidan que se ajusta más a sus intereses en la zona el sacrificio del pueblo sirio y de su revolución democrática. Y esto, en parte, porque una intervención pondría patas arriba la zona del planeta donde hay una mayor concentración de intereses y de conflictos. Me parece más probable una intervención contra Irán, cuyo efecto, en cualquier caso, sería también parecido. El aislamiento de Israel hace temer un movimiento de alto riesgo; contra la pared, se trata de quebrar la línea Irán-Siria-Hizbulá y de paso convertir la primavera árabe en un infierno de conflictos civiles confesionales y sectarios (es muy evidente la búsqueda de un enfrentamiento entre chíies y sunníes en toda la región). Pero sin contar con que Rusia y China pudieran reaccionar, el resultado sería tan apocalíptico que quizás acabe predominando el pragmatismo en un mundo, en cualquier caso, atravesado por impulsos muy irracionales (sobre todo en el gobierno de Israel). Ese pragmatismo implica optar por el mal menor y el mal menor para todos -salvo, claro, para los sirios- es el fin de la revolución. Por todas partes se ven signos de un retroceso occidental. La pregunta es: ¿se puede ya volver atrás o es demasiado tarde?

También relación a Siria, ves un paralelismo en que ahora la "comunidad internacional" quiere intervenir para proteger a la población civil, después de meses y meses en los que se mantuvo la represión y ahora es cuando empieza a haber una respuesta armada por parte de la oposición. Antes de que hubiera esta respuesta solo había llamamientos al gobierno e incluso como llegó a plantear trinidad Jiménez que seguía existiendo la posibilidad de que Bashar mantuviera su legitimidad si hacía algunas reformas. Yo opino además que si se da la intervención imperialista no va a ser con la exclusión aérea, pues en este caso de poco serviría dado que Bashar con lo que ataca a la población es con armas y tanques y no hay ciudades (que yo sepa) liberadas a las que esté bombardeando) lo que significaría que se le facilitaría la entrada directa (como tropas de interposición), tal vez en Homs en otras poblaciones, dividiendo al país y colonizándolo.

Creo imposible una intervención terrestre de la OTAN en un país donde Rusia tiene bases y ha dejado clara su oposición a cualquier intromisión militar en los asuntos sirios. Se apuntó la posibilidad de que ese papel militar lo jugase Turquía, pero Turquía -como la Liga Árabe- también ha reculado en los últimos días en su beligerancia contra el régimen de Al-Asad. Tengo la impresión de que la situación se va a estancar. Aunque el Ejército Libre sirio, que no obedece órdenes del Consejo Nacional Sirio, pueda seguir intentando forzar las cosas con ataques crecientemente espectaculares. Pero la oposición misma ha percibido tanto los riesgos de una intervención como este retroceso o estancamiento y vuelve a plantear el retorno a las formas originales de la revuelta, basadas en la desobediencia civil. La huelga general indefinida convocada en las ciudades rebeldes señala claramente este retorno a los orígenes como respuesta también al claro estancamiento -si puede definirse así la muerte cotidiana de manifestantes- de la situación.
 
Libia
 
C.R: Sobre Libia tenemos un gran acuerdo político en relación a lo que significaba Gadafi y la rebelión o revolución contra él. Ahora la "comunidad internacional" se desvela porque el nuevo gobierno, que tardaron varias semanas en conseguir formar, sea reconocido por la población, y más bien que consiga gobernar. Para ello tiene la dificultad de que las milicias rebeldes siguen existiendo y por supuesto están armadas. ¿Tienes información sobre cómo está realmente la situación del poder en Libia en estos momentos?
 
Santiago Alba Rico: La situación es complejísima y su complejidad misma demuestra, como he escrito más de una vez, que la OTAN bombardeó Libia, pero no controla el país. Las últimas noticias son inquietantes: las milicias, a las que se habían dado dos semanas de plazo,  se niegan a desarmarse y abandonar Trípoli, donde la población se manifiesta contra ellas; en Benghasi, ha comenzado un sit-in en la plaza de la revolución en la que los jóvenes que comenzaron las revueltas en febrero reclaman una "revolución para corregir el rumbo" y exigen la destitución de Abdel Jalil, la disolución del CNT y la formación de un gobierno sin lazos con el régimen de Gadafi. Hace unos días las milicias de Zintan tomaron el aeropuerto de Trípoli y sostuvieron choques armados con el ejército nacional libio. Al mismo tiempo, los Amazigh, el 10% de la población, salen también a la calle a reclamar sus derechos.

El derrocamiento de Gadafi saca a la luz un millón de tensiones en un país armado hasta los dientes y sin ninguna tradición de lucha o negociación política. En estas condiciones, los acuerdos entre los Hermanos Musulmanes y el Grupo Islámico Combatiente son la única garantía de establecimiento de una mínima institucionalidad que permita la construcción desde cero de un Estado civil. Los lazos entre Nahda y los HHMM libios son muy fuertes, como lo demuestra la presencia de Rachid Al-Ghanouchi el pasado día 10 de diciembre en Trípoli para participar en el llamado Congreso por la Reconciliación. La situación es mucho más inestable que en Túnez o incluso que en Egipto, pero el bombardeo de la OTAN no da más ventajas en Libia a la intervención occidental.
 
http://www.litci.org/inicio/newspaises/espana/2964-tunez-siria-libia-entrevista-con-santiago-alba-rico                      

No hay comentarios:

Publicar un comentario