El avance de la lucha de clases y la necesidad de una dirección revolucionaria
“El centro de gravedad de la organización de clase del proletariado se encuentra en la Internacional”,
Rosa Luxemburgo
(La crisis de la socialdemocracia, 1915)
Una
de las grandes contradicciones que vivimos es aquella entre el
nacimiento, en los últimos dos años, de movimientos, luchas y
revoluciones, a nivel internacional, en cada continente, y la simultánea
ausencia de una internacional de los trabajadores, de un partido
mundial. Esto es, por su parte, el resultado de la madre de todas las
contradicciones, señalada por Trotsky ya hace setenta años: aquella
entre la maduración de las condiciones objetivas para poner fin al
capitalismo, y la inmadurez de las condiciones subjetivas, esto es la
falta de una dirección revolucionaria que pueda cumplir esta obra
gigantesca. Sobre esto se refería Trotsky, escribiendo, en el Programa
de Transición que, “la crisis histórica de la humanidad se reduce a la
crisis de la dirección revolucionaria.” (1).
Nosotros
pensamos que fue realmente esta contradicción la que impidió, hasta
aquí, el desarrollo, en diversos países, de la lucha contra las medidas
de austeridad de los gobiernos burgueses, donde ella está aún en un
nivel atrasado (como es el caso de Italia o de Alemania); lo que vuelve
difícil la salida revolucionaria en otros países donde, al contrario, la
lucha está muy avanzada (en Grecia, por ejemplo). Y, también, lo que
impidió, hasta ahora, la victoria efectiva de las revoluciones ya
iniciadas hace más de un año e, incluso, en curso en el norte de África y
en Medio Oriente.
Por
esto, nos parece útil tratar de resumir aquí por qué, para nosotros, es
indispensable avanzar en la construcción de una Internacional
Revolucionaria y por qué pensamos que esa sólo puede ser la Cuarta
Internacional: un proyecto en el cual están empeñadas, actualmente, las
secciones de la Liga Internacional de los Trabajadores (LIT – Cuarta
Internacional), en decenas de países y en los diversos continentes, a
partir de Europa.
La
LIT no tiene la pretensión de ser, hoy, la Cuarta Internacional.
Trabaja por su reconstrucción, después que varias crisis, posteriormente
a su fundación en 1938, destruyeron, de hecho, la organización fundada
por Trotsky: pero este tema será objeto de un futuro artículo.
¿Por
qué es necesaria una Internacional Revolucionaria? Trataremos de
responder a esta pregunta en tres partes, para enseguida ver quién hoy
propone realizar esta tarea en Italia.
Primero: porque la lucha de clases es internacional
En
la Revolución Permanente, Trotsky escribe: “(...) el carácter
internacional de la revolución socialista es la consecuencia de las
condiciones de la economía y de la estructura social de la humanidad. El
internacionalismo no es un principio abstracto, sino el reflejo
político y teórico del carácter internacional de la economía, del
desarrollo mundial de las fuerzas productivas y de la extensión mundial
de la lucha de clases” (2).
En
otras palabras: el capitalismo es un sistema internacional y,
ciertamente, el socialismo -una sociedad cualitativamente superior al
capitalismo- no podrá construirse sobre bases nacionales, más atrasadas
(como la propia experiencia de la caída de la URSS burocratizada lo
demuestra): al contrario, tendrá necesidad de construirse a una escala
internacional.
Pero,
eso no es un problema para el futuro, o sea, no es una cosa que se
ubicará después de una revolución victoriosa. El internacionalismo
define el camino hasta la revolución, es la única ruta que la vuelve
posible.
Segundo: porque las luchas no bastan, es necesario el partido
Este punto es el más importante, pero es, también, aquel que discutiremos más rápidamente.
Véase
cuánto tenemos escrito en relación al partido nacional: sin partido
revolucionario no existe teoría revolucionaria, ni movimiento
revolucionario.
En
lo que dice respecto a los reflejos prácticos, visibles a los ojos,
basta pensar en la necesidad evidente, urgente, imperiosa de unir las
luchas que están desarrollándose en diversos continentes y países. Así
como unir las luchas en un mismo país, superando el aislamiento de cada
una de ellas, quebrando las intenciones de la burguesía de enfrentar a
los proletarios de países diferentes (y de etnias u orígenes diferentes,
nativos e inmigrantes), permitiendo, al contrario, amplificar la fuerza
y la unión internacional. La comparación (en primer lugar) y la
coordinación (en segundo lugar) entre las diversas experiencias, ya
permitiría hoy dar gigantescos saltos adelante, usando la fuerza de las
situaciones más avanzadas (las revoluciones en los países árabes) para
empujar las luchas hacia Europa; y hacer, enseguida, la ligazón de las
luchas de Europa (por ejemplo, en Grecia) con los países donde la lucha
aún está más atrasada.
Sin
una Internacional de este tipo, por el contrario, todo el coraje y los
esfuerzos de las masas en lucha, todas sus victorias parciales (como fue
el derrocamiento de los gobiernos y regímenes en el norte de África),
están destinadas a la derrota. No sólo eso: reformistas y stalinistas,
hoy como antes, se mueven sobre bases nacionales y, a veces,
nacionalistas. Véase a Ferrero que ataca a Monti [primer ministro de
Italia] por ser... subalterno de Alemania. O al pequeño grupo de Red de los Comunistas
(que, sin embargo, dirige en la sombra a la central sindical USB) que
hizo un video que exalta a Italia contra Alemania (usando la metáfora
futbolística) (3).
Tercero: porque la Internacional no nacerá como una sumatoria de partidos
Algunos
teorizan la formación de partidos primero y solamente enseguida la de
una Internacional. Pero, la construcción de una Internacional y,
simultáneamente, de sus secciones, es la única garantía de construir los
mismos partidos, con base en un programa realmente internacionalista
(y, por lo tanto, comunista), sustrayéndose las presiones nacionales y
burguesas. Fueron estas presiones las que llevaron a la explosión de la
II Internacional, el 4 de agosto (capitulación a la burguesía en la
Primera Guerra Mundial) y la disolución, a manos del stalinismo, de la
Tercera Internacional.
La
Internacional y los partidos que la componen sólo pueden ser
construidos en un proceso combinado: no se trata de tirar primero las
paredes nacionales y después colocar por encima la Internacional, como
si fuese el techo de una casa. La relación entre la construcción
nacional e internacional es dialéctica.
Ciertamente,
el desarrollo de los partidos es fundamental para el desarrollo de la
Internacional; pero, ningún partido puede dar el salto fundamental
(llegar a dirigir una revolución y tomar el poder) sin la ayuda, la
elaboración, el apoyo, la participación de la Internacional.
El propio programa revolucionario puede ser elaborado solamente a escala internacional. En un texto de 1928, Crítica al proyecto de Programa de la Internacional Comunista,
Trotsky escribe: “El partido revolucionario puede basarse solamente en
un programa internacional (...). El programa comunista internacional no
es, nunca, la sumatoria de los programas nacionales (...). El programa
internacional debe fundarse sobre el análisis de las condiciones y
tendencias de la economía mundial y del sistema político en su
totalidad, teniendo en cuenta todas las respectivas conexiones y
contradicciones, o sea, la interdependencia recíprocamente antagonista
de sus diferentes elementos. En la época actual, aún más que en el
pasado, la orientación nacional del proletariado debe y puede encontrar
el origen solamente en una orientación mundial, y no al contrario. Esta
es la diferencia principal y básico entre el internacionalismo comunista
y todas las variantes de socialismo nacional” (4).
No una Internacional cualquiera: la Cuarta
¿Qué
otras fuerzas del movimiento obrero, a excepción de los trotskistas,
dan batalla, al mismo tiempo, contra la burguesía (tanto aquella
“democrática” como la fascista) y contra los agentes de la burguesía en
el movimiento obrero (reformistas y stalinistas)? ¿Qué otras corrientes
del movimiento obrero defienden y desarrollan al marxismo, sin
convertirse en una secta estéril, como se transformaron todos los
remanentes del bordiguismo [corriente dentro del PCI con origen en las
primeras décadas del siglo XX], fuera del trotskismo?
Ninguna.
Solamente los trotskistas consecuentes reivindican aquello que, en el
fondo, sólo es el ABC del comunismo de Marx en adelante: la construcción
de un partido de vanguardia, la independencia ante la burguesía y sus
gobiernos, para ganar, al calor de las luchas de las masas, la
destrucción revolucionaria del capitalismo y para la instauración del
poder de los trabajadores, o sea, la dictadura del proletariado, primer
paso hacia el socialismo y la desaparición definitiva de la división en
clases de la sociedad.
Esto
explica porque, según nosotros, hoy decir “trotskismo” equivale a decir
marxismo. El trotskismo es el marxismo de nuestros días. Y ya que la
Internacional, que es necesaria y que deseamos y que estamos formando,
debe basarse en el marxismo y no, evidentemente, en cualquier variante
reformista, esta Internacional no podrá ser otra que la Cuarta, donde el
número, como explicaba Trotsky, indica un programa, una perspectiva.
Italia: otros tres grupos se reivindican del trotskismo, pero...
En
un texto de los años treinta, “El centrismo y la Cuarta Internacional”,
delineando las características que definen las fuerzas centristas (esto
es, oscilantes entre los reformistas y los revolucionarios), además del
eclecticismo, del desprecio a la teoría, de la aversión meramente
formal al reformismo, Trotsky escribe: “En el plano internacional, el
centrista se caracteriza, sino por su ceguera, por lo menos por su
miopía. No comprende que, en la época actual, el partido revolucionario
nacional sólo puede ser construido únicamente como parte de un partido
internacional”.
Hoy,
en Italia, existen, además del PdAC, otras tres organizaciones que se
reivindican del trotskismo o que tienen, en él, su origen. Sin embargo,
ninguna de éstas forma parte de una Internacional efectivamente actuante
sobre bases trotskistas, o sea, sobre el programa del marxismo
revolucionario (5).
Ni siquiera Sinistra Critica [Izquierda
Crítica], siendo, incluso, heredera de uno de los principales troncos
del trotskismo: el Secretariado Unificado de la Cuarta Internacional
(SU). El SU está, hace algunos años, en crisis, habiendo perdido, de
hecho, después de una política cada vez más oportunista, las principales
secciones nacionales. En Brasil, se dividió en pedazos, después de
sostener y participar en los gobiernos de Lula. En Francia, después de
la transformación de la LCR en NPA (Nuevo Partido Anticapitalista), la
propia afiliación formal fue anulada. El NPA no es más “sección” del SU,
en el cual, algunos de sus miembros apenas participan individualmente.
La misma cosa vale para la ex sección italiana, de la cual la última
expresión es Sinistra Critica. No solamente eliminó cualquier
referencia al trotskismo (considerado casi como un pecado de juventud),
sino que ahora mantiene, con la organización internacional, solo una
relación individual (definida “de solidaridad”) por parte de algunos de
sus miembros.
Dejando
de lado la forma más bien federalista, el proyecto declarado de quien
permaneció en el SU es la construcción de una Internacional (y de
partidos) que unan revolucionarios y reformistas, inevitablemente sobre
un programa no revolucionario. En los textos de Sinistra Critica
se utiliza la idea de “recojamos las banderas de un verdadero
reformismo, desechada por los reformistas” y una convocatoria a una
especie grotesca de futuro “retorno” a la Primera Internacional: como
si, por el camino no hubiesen existido algunas otras Internacionales (la
II, la III, la IV) y, también, la revolución rusa; como si no fuese el
propio Marx quien batalló por disolver a aquella “unión ingenua” (la I
Internacional) para “constituir una Internacional enteramente marxista”,
conforme a la expresión de Engels.
Bajo un aspecto (el organizativo) es diferente la situación de Falcemartello
[Hoz y Martillo], que se reivindica del trotskismo, aunque haya
retirado de su programa las posiciones fundamentales del marxismo sobre
el Estado. Este grupo, interno al PRC (Partido de la Refundación
Comunista), es parte de una organización internacional: la Corriente
Marxista Internacional (CMI), ligada al sector minoritario (fundada por
Grant y Alan Woods) que resultó de la división, en 1991, del grupo
británico Militant. La CMI reivindica un apoyo incondicional al
chavismo y abandonó todo proyecto sobre la Cuarta Internacional en favor
de la (fantástica) Quinta Internacional de Chávez. En el 2010 sufrió
una posterior escisión (del grupo español que, con sectores de América
Latina, creó una nueva corriente) pero, dejando de lado las dimensiones,
tiene un funcionamiento internacional. Aunque - aquí está el punto-
sobre bases programáticas que mantiene con el trotskismo solamente una
vaga relación, más nominal que substancial (6).
Por
último, se reivindica del trotskismo, y también exhibe hasta en el
símbolo la referencia a la Cuarta Internacional, el PCL de Ferrando.
Dejando de lado la heterogénea mixtura de posiciones sustentadas por sus
grupos locales (del castrismo al berlinguerismo -Berlinguer, antiguo
dirigente del PCI]) y, momentáneamente, la estructura profundamente no
bolchevique sobre la cual trata de construirse (el partido de los
simpatizantes), el hecho es que el reagrupamiento internacional del
cual, en teoría, forma parte el PCL, no tiene ninguna vida concreta.
Esto, no obstante que Ferrando ha declarado al periódico Manifesto, sería la “principal fuerza trotskista en el mundo”.
Se trata del CRQI (Comité por la Refundación de la Cuarta Internacional), compuesto por el Partido Obrero
argentino (fuerza con un peso real en el propio país, aunque marcada
por una fuerte tendencia electoral), en torno del cual giran pequeños
satélites: un grupo en Grecia, grupos de pocos militantes en cualquier
otro país (Finlandia y Uruguay pero que, a juzgar por las webs, sin
actividad hace algunos años, tal vez ni existan más) a lo cual se
agrega, apenas, después de la ruptura del grupo de Brasil (PCO), el PCL
italiano. El CRQI no es, ni siquiera, una federación suelta, como mucho
un grupo de discusión. No hace congresos y no tiene organismos
dirigentes permanentes, solamente una coordinación que se reúne
raramente; no disponen de prensa periódica, salvo El Obrero Internacional,
un boletín que dejó de salir en la séptima edición, en el 2007. Como se
puede constatar en la web del CRQI (7), la última declaración conjunta
remonta hace dos años; es que nos parece correcto definirlo más como un
grupo de discusión. Se trata, en suma, de una sigla que, solamente, usa
el Partido Obrero para demostrar no ser “nacional trotskista” y
que Ferrando exhibe periódicamente para no tener que admitir la verdad: o
sea, que el PCL no forma parte de ninguna organización internacional
realmente existente.
La Liga Internacional de los Trabajadores: algo cualitativamente diferente
La
verdadera Internacional es un partido internacional: algo superior y,
por lo tanto, bien diferente de la simple solidaridad entre militantes
de diferentes países; muy superior a las relaciones diplomáticas entre
organizaciones de diferentes países que otros practican (sean fuerzas
reformistas o stalinistas). Un partido internacional significa una
organización centralizada, con un congreso mundial y una dirección
internacional, que discute cada país y elabora conjuntamente un programa
y donde se toman decisiones generales que tocan al conjunto del partido
internacional, independiente de las fronteras de los países.
Es
un hecho que, hoy en Italia, solamente el PdAC forma parte de una
Internacional (pequeña, pero real y presente en decenas de países del
mundo y en diversos países europeos) empeñada en construir una
Internacional trotskista (o sea, comunista revolucionaria) con
influencia de masas.
La
Cuarta Internacional, que la LIT no tiene la pretensión de encarnar y
de la cual trata de ser un instrumento de su formación. La LIT realizó
su X Congreso Mundial (8) en noviembre pasado. Un congreso, en el cual
participaron decenas de delegados de todo el mundo, que demostró como la
LIT es hoy, de hecho, la principal organización trotskista
internacional, tanto por la difusión en diferentes países, como por el
crecimiento verificado en los últimos años. En Europa, aún en los
límites de nuestras fuerzas, somos la única fuerza revolucionaria
presente en varios países, con secciones propias y una dirección
continental.
Toda
la experiencia histórica nos demuestra que sin partido –y esto quiere
decir también, y sobre todo, sin partido internacional- las luchas están
destinadas a la derrota. Con la división de los proletarios en sus
fronteras, sólo ganan los patrones y sus agentes, los burócratas
reformistas y todos aquellos que predican y practican la colaboración de
clases con la burguesía. Por esto, la burguesía de todo el mundo atacó
la Primera Internacional y a los marxistas, después de la Comuna de
París. Por esto, los reformistas destruyeron, en la práctica, el 4 de
agosto de 1914 la II Internacional y Stalin disolvió la Tercera en
vísperas de la Segunda Guerra Mundial. Por esto, la Cuarta Internacional
tuvo, desde su nacimiento, que sufrir los golpes cruzados de la
burguesía “democrática” de todo el mundo, de los fascistas y de los
stalinistas.
El
agravamiento de la crisis del capitalismo a escala internacional hace,
hoy, más que nunca urgente forjar el único instrumento con el cual los
trabajadores y los jóvenes podrán liberar al mundo de la hidra de nueve
cabezas que es el capitalismo y que no desaparecerá por sí sólo antes de
haber destruido todo. Aquel instrumento, aquella espada afilada, la
única en condiciones de matar al monstruo, es solamente la
Internacional, la Cuarta Internacional que estamos construyendo, que
debemos construir. Aquel partido mundial que, para usar las palabras del
Programa de Transición: “se opone, irreductiblemente, a todos los
agrupamientos políticos ligados a la burguesía. Su tarea es acabar con
la dominación capitalista. Su finalidad es el socialismo. Su método es
la revolución proletaria”.
Notas
(1) León Trotsky, Programa de Transición.
(2) León Trotsky, La revolución permanente.
(3) Véase el vergonzoso video chauvinista con el cual la Red de los Comunistas hace publicidad del referéndum sobre la deuda: http: //bit.ly/rdcvideo.
(4) León Trotsky, La III Internacional después de Lenin.
(5)
No nos ocupamos en este artículo de otras fuerzas que, de varios modos,
ponen el tema de las relaciones internacionales, pero que lo hacen en
una óptica stalinista: como el grupo de Marco Rizzo (Comunisti – Sinistra Popolare .Comunistas - Izquierda Popular) o la Red de los Comunistas, que mantienen relaciones diplomáticas con lo que resta del stalinismo en Europa.
(6) Sobre las posiciones de Falcemartelo
al respeto del Estado, véase nuestro “El debate del octavo congreso de
Refundación. Ferrero, la oposición a Monti y a la burguesía... alemana”
y, en particular, el apéndice sobre “Falcemartelo y el marxismo”, artículo publicado en nuestra web, en la dirección www.alternativacomunista.it/content/view/1542/1/.
(7) www.crciweb.org/es/node/289
(8)
Sobre el X Congreso de la LIT, véase los artículos publicados en el
número precedente del Proyecto Comunista y varios artículos publicados
en nuestra web: www.alternativacomunista.org.
Traducción Laura Sánchez
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