jueves, 16 de agosto de 2012

Las consecuencias del retorno al capitalismo


Escrito por Gabriel Casoni *   
Jueves 16 de Agosto de 2012 
Los debates sobre Cuba suscitan polémicas apasionadas. No podría ser diferente. La primera revolución socialista victoriosa en América Latina conmovió a generaciones y alcanzó conquistas colosales. Pero, también, ganó enemigos poderosos. El imperialismo la atacó con furia y odio.

Las relaciones sociales, con todo, no cesaron con la revolución. En sintonía con el proceso internacional de restauración en todos los antiguos Estados obreros, el capitalismo retornó a la isla. Así como en la ex URSS y en China, la restauración no vino a través de la intervención extranjera, pero sí por medio de la casta burocrática ubicada en el aparato estatal. En Cuba, entre tanto, hubo una especificidad: el capitalismo regresó por la acción de los mismos hombres que lideraron la revolución de 1959. Ese hecho produce confusiones y falsas esperanzas en la izquierda, en todo el mundo.

A despecho de cualquier ilusión en la dirección castrista, el capitalismo prospera en Cuba. Las empresas extranjeras dominan los sectores claves de la economía y avanzan sobre nuevos ramos. No existe más el monopolio estatal del comercio exterior ni la planificación central de la economía. El despido masivo de trabajadores públicos se articula con el aumento vertiginoso de los “trabajadores por cuenta propia”, de las pequeñas empresas y cooperativas. El pleno empleo, la calidad en salud y educación públicas, en fin, las conquistas sociales de la revolución, van siendo desmontadas una a una, en un proceso permanente y doloroso.

Incluso, entre la burguesía, no hay más duda sobre la restauración capitalista. La polémica, cuando existe, reside en el rumbo del proceso en curso. Las multinacionales españolas, canadienses y brasileñas conmemoran la apertura económica y exigen el fin del embargo económico. De otro lado, los gusanos instalados en Miami, con apoyo de EE.UU., quieren el reintegro de sus antiguas propiedades. Por eso apenas mantiene el bloqueo comercial.

Cuando el Papa Benedicto XVI desembarcó en Cuba para una visita de tres días, el periódico Miami Herald, uno de los portavoces de los gusanos y que no abriga ninguna simpatía por el gobierno cubano, afirmó que el pontífice encontraría una Cuba “bien diferente” y que Raúl Castro "aprobó la mayor expansión de la actividad económica privada que ya ocurrió bajo el régimen". El tono era eufórico, no era para menos: el Papa fue a “bendecir” la restauración.

Lo más curioso, sin embargo, es que ante los hechos incontestables, la abrumadora mayoría de la izquierda mundial aún considera a Cuba un país “socialista” o un estado “obrero”. La verdad es muchas veces desagradable, pero inevitable. El Estado cubano defiende y promueve las relaciones de propiedad capitalistas. Toda la realidad lo demuestra.

En este artículo, analizaremos los datos centrales y la dinámica de la economía de Cuba, así como su nueva ubicación en la división internacional del trabajo. En el análisis de las condiciones económicas, quedará sublimado el papel de las inversiones extranjeras y el intenso desarrollo de las pequeñas empresas en la isla. A lo largo del texto, abordaremos también el papel del gobierno cubano como agente de la restauración capitalista. Para ello, demostraremos las principales medidas llevadas a cabo en los últimos años, sobre todo en el último congreso del Partido Comunista. Por último, llegaremos a los escenarios políticos abiertos y a las posibilidades contenidas en la lucha de clases.

Economía inestable y ajuste neoliberal
La economía cubana navega en aguas turbulentas y se apoya en bases frágiles. El PBI (Producto Bruto Interno) del país no se recuperó de los impactos de la crisis internacional. En el 2011, la riqueza nacional creció apenas el 2,7%. La isla ostenta un déficit fiscal crónico (-3,6% en el 2011) y una deuda externa creciente (US$ 24 mil millones), la cual representa el 29% del PBI [2].

En este contexto delicado, la dictadura cubana impone una agenda de “reformas” al país. Las definiciones del XI° Congreso del Partido Comunista Cubano, realizado en abril del 2011, profundizan la restauración capitalista en la isla. En nombre de la “actualización del socialismo en Cuba”, el gobierno lleva a cabo un verdadero paquete de “maldades” contra el pueblo.

Las principales medidas aprobadas son brutales, a saber: a) amplias facilidades para la apertura de empresas de capital mixto y cooperativas de trabajadores; b) liquidación de empresas estatales deficitarias; c) recortes de subsidios estatales en todas las áreas. d) golpe de gestión tanto en las empresas del Estado como en la máquina estatal; e) despidos en masa y extinción de beneficios sociales, como comedores populares, transporte escolar y, principalmente, de la “libreta de abastecimiento”, especie de librito con el cual los cubanos pueden adquirir gratuitamente productos de primera necesidad.

Según el economista José Angel Jiménez, investigador de la Universidad de La Habana, “Si los cambios propuestas por el PCC fueran implementados, será algo sin precedentes. Ni en las reformas hechas después del fin de la Unión Soviética (en la década del 90) fueron tan exhaustivos” [3].

El paquete de reformas busca viabilizar el desarrollo capitalista en la isla. El gobierno quiere dotar al país de normas jurídicas, garantías económicas y una arquitectura institucional que agrade a los inversionistas privados. Al mismo tiempo, es decisivo “secar” el aparato estatal, sobre todo en lo que se refiere a la previsión social, educación, salud y viviendas públicas. En una palabra: los Castro aprobaron un típico ajuste neoliberal.

Los temores de la dictadura y los efectos de la restauración
En que, pese al deseo del gobierno cubano en promover el “despegue” de la economía, las incertidumbres son inmensas. La crisis mundial se configura como una amenaza al crecimiento económico, el cual es extremadamente dependiente del turismo y de las inversiones extranjeras. Desde el punto de vista político, los levantamientos y revueltas contra las dictaduras en el mundo árabe son como un alerta a los hermanos Castro. La situación internacional inestable se combina con un cuadro interno de crisis socioeconómica e insatisfacción popular creciente.

La decadencia de Cuba, a partir de la caída de la URSS y de la restauración capitalista, fue brutal y continua. El PBI cayó casi el 35% entre 1989 y 1993; el déficit fiscal llegó al 33% del PBI en 1993, y las importaciones, a precios corrientes, cayeron el 75% en esos cuatro años. La condición de vida de la población empeoró tremendamente. Así, por ejemplo, hubo una caída de más del 30% en la adquisición de calorías y proteínas por parte de la población [4].

La lenta recuperación económica, iniciada a partir de los años del 2000, no significó una recuperación de lo tocante al antiguo padrón de vida. En realidad, el proceso se intensificó. Para dimensionar la regresión social verificada, basta recordar que el valor real de los salarios, en Cuba, en el 2011, representa cerca del 40% del valor promedio en 1989 [5]. El salario promedio, en Cuba, no pasa los US$ 20 dólares.

La nueva ubicación de Cuba en la división internacional del trabajo
La restauración capitalista está reconfigurando el papel de Cuba en la división internacional del trabajo, sometiendo aún más al país. La economía cubana es, hoy, aún más atrasada y dependiente de lo que era en tiempos de la relación desigual con el antiguo Bloque Socialista.

La estructura económica de Cuba muestra un crecimiento acelerado del sector de servicios, que pasó del 49% del PBI al 76% en los últimos cinco años (vale destacar el papel preponderante del turismo). Se verificó, también, un descenso en el sector primario, que cayó del 22% al 5%, y del sector industrial, que cayó del 29% al 19%. Las exportaciones crecieron a un ritmo anual del 3,5%, pero las importaciones aumentaron al 6% en los últimos cinco años. La manufactura, agricultura, construcción civil y transporte, juntos, no llegan al 25% del PBI del país [6].  El gráfico de abajo demuestra ese proceso:

Cada sector en miles de millones de dólares (US$)













Fuente: Anuario Estadístico de Cuba

La producción de azúcar, históricamente el motor de la economía del país, sufrió un verdadero colapso. Entre 1985 y el 2010, la producción sufrió una caída de cerca del 800%. Las consecuencias económicas y sociales fueron terribles. La reducción de ingresos en divisas extranjeras cayó en 3,5 mil millones de dólares, en el 2010 [7]. La oferta de energía eléctrica decayó y el desempleo, en el campo, sufrió una fuerte elevación.

En lo que se refiere a la producción de alimentos, los impactos de la restauración no fueron menores. En 1990, la exportación de alimentos excedía en más del 600% la importación, pero, en el 2009, el cuadro se invierte: la importación de alimentos supera la exportación en cerca del 500% [8]. En una frase: Cuba perdió la soberanía alimentaria con el regreso al capitalismo.

Exportaciones e importaciones cubanas de alimentos, 1989-2009
(Excluyendo tabaco y bebidas alcohólicas) (Millones CUP)
















Fuente: NU CEPAL, 2000 Cuadro A.86; ONE, 2012 Table 11.3

Es interesante notar que la caída de la producción de alimentos se dio en consonancia con la privatización de la tie­rra. Para eso, una parte sustancial de las haciendas estatales se convirtió en Unidades Básicas de Producción Coo­pe­ra­tiva (UBPC), reduciendo la participación de la propiedad estatal en la tierra cultivable, del 75% al 33% [9]. Actual­men­te, se tomaron nuevas decisiones para la entrega de tierras, a arrendamiento gratuito, a personas físicas y jurídicas.

La nueva ubicación económica de Cuba no se restringe al campo. Un índice significativo para medir el patrón de de­sarrollo de un país es el peso de la industria en la composición de la riqueza nacional. Como es sabido, Cuba nunca fue un país con un sector industrial relevante. Incluso, después de la revolución, se mantuvo, fundamentalmente, como un exportador de azúcar. Entre tanto, el retorno al capitalismo viene suprimiendo lo que había de industria en la isla. Para visualizarnos esa trayectoria descendente, basta recordar que la producción industrial del país, en el 2010, representó cerca del 50% del índice medio en 1989. En síntesis: el retorno al capitalismo desindustrializó Cuba.

            















Fuente: ONE AEC, 2004, Table 11.1 and 2IX.1, and subsequent issues.
Las empresas extranjeras en Cuba
En 1995, el gobierno cubano dio un paso cualitativo en el proceso de restauración capitalista. En ese año fue aprobada la Ley de Inversiones Extranjeras, que permitió el control de sectores estratégicos de la economía por el capital externo.


Lamentablemente, el gobierno cubano no detalla el número de inversionistas extranjeros ni la participación del “capital nacional” en los negocios. Mientras, con algunos datos disponibles de la embajada española en Cuba, es posible medir la dimensión y la profundidad del proceso en curso. En el 2000, había 392 asociaciones con empresas extranjeras, los capitales provenían de 46 países [10]. Pasado más de 10 años, es de esperarse que ese número se haya elevado sustancialmente.

Según la embajada española, más del 50% de los proyectos de inversión en Cuba son de países de la Unión Europea. Los principales inversionistas son: España (turismo, transporte de petróleo, industria, servicios financieros, abastecimiento de agua, cemento) y Canadá (turismo, energía y níquel) [11].

Los inversionistas de otros países tienen un papel creciente, principalmente China, Venezuela y, ahora, Brasil. En el 2007, Venezuela y Cuba firmaron 15 acuerdos de cooperación, que incluyen un elevado número de empresas mixtas. Brasil viene ocupando un espacio mayor en los últimos años, sobre todo en las áreas de petróleo (Petrobras), níquel e infraestructura (Odebrecht).

La Isla posee la más liberal ley de inversiones extranjeras de América Latina. Recientemente, el gobierno anunció que, ahora, las inversiones extranjeras pueden ser dueñas del 100% de las empresas. Estas pueden repatriar integralmente sus ganancias, sin impuestos. En Brasil, el límite de repatriación es del 27%. Pero, no es sólo eso: el gobierno cubano prohibió, al Estado, por ley, expropiar propiedades de extranjeros en el país.
Pero, hay otro aspecto sombrío en el mundo de las empresas extranjeras en Cuba. En la isla, los sindicatos están prohibidos de realizar huelgas y manifestaciones. Sin embargo, muchos defensores de los Castro argumentan “que no se puede permitir una huelga de trabajadores contra el Estado socialista, pues ayudaría a los gusanos”. No estamos de acuerdo con ese argumento, pero pondremos ese punto polémico de lado, por ahora. Queremos preguntar, en relación a los trabajadores de las empresas extranjeras en Cuba: ¿a ellos les sería permitido el derecho de luchar contra la explotación de las multinacionales, de realizar huelgas por sus salarios?

Lamentablemente, la respuesta es negativa. En efecto, las leyes son aún más duras en ese caso. Cuba es un verdadero “paraíso” para las empresas extranjeras y mixtas (en asociación con la nueva burguesía nativa). Veamos algunas de las reglas del sector: a) los trabajadores sólo pueden ser contratados por medio de agencias creadas por el Estado; b) los inversionistas pagan a las agencias en dólares, pero las agencias estatales pagan a los trabajadores en pesos cubanos, ellas se quedan con el 95% de los salarios de los empleados; c) antes de ser contratado, se realiza una profunda investigación política del trabajador interesado; d) la jornada de trabajo es de 40 a 45 horas por semana y, ocasionalmente, más; e) está prohibido formar sindicatos y realizar huelgas [12].

En el ámbito de la izquierda trotskista, muchas son las corrientes (como el PTS y el Nuevo MAS de Argentina), que aún consideran a Cuba como un Estado obrero, incluso “burocratizado” o “en vías de restauración”. La falta de coincidencia, entre esa evaluación y la realidad cubana, es cada vez más enorme. Si el programa para Cuba se restringe a las tareas de la revolución política (la derrota de la dictadura y su sustitución por organismos democráticos de la clase obrera), ¿qué deberían hacer los trabajadores en el poder ante las propiedades extranjeras y mixtas en los sectores fundamentales de la economía? Y más: ¿deberían volver al monopolio del comercio exterior y a la planificación de la economía?  Ahora, ¿esas no son, precisamente, las tareas de la revolución socialista? Lamentablemente, el PTS y el Nuevo MAS argentinos prefieren continuar enfrentándose con la realidad.

Los trabajadores, por cuenta propia y las pequeñas empresas
El gobierno cubano, presionado por los impactos de la crisis económica mundial, se definió por un plan de incentivo al crecimiento del sector privado, buscando disminuir drásticamente el peso del sector estatal y, por consiguiente, de los subsidios a la población y de los gastos sociales en pensiones, salud y educación. Una parte de ese plan se concretizó en la Reforma Económica (“Lineamientos”), aprobada por el Parlamento del país, en el 2010.

Una meta fundamental, contenida en la Reforma es la expansión desenfrenada de los trabajadores por cuenta propia, de las pequeñas y micro empresas, además de las cooperativas. Para sentar las bases para ese incremento sin precedentes de la propiedad privada, el gobierno cubano inició el despido masivo de trabajadores estatales, que deben llegar al millón de despedidos hasta el 2015. Los nuevos desempleados, por su parte, buscan la sobrevivencia en pequeños negocios privados, que se multiplican en proporciones geométricas en la Isla.

El número de licencias concedidas por el gobierno a los pequeños negocios privados debe llegar a la espectacular marca de 380 mil, en el 2012. El gráfico abajo demuestra el crecimiento vertiginoso del trabajo por cuenta propia y de las pequeñas empresas:
                            Licencias concedidas en miles














Fuente: Dr. Pavel Vidal Alejandro y Dr. Omar Everleny Pérez Villanueva, Centro de Estudios de la Economía Cubana, Universidad de La Habana.

Para facilitar la expansión de la iniciativa privada, el marco regulatorio del gobierno es bastante flexible. Las pequeñas empresas pueden contratar, libremente, fuerza de trabajo, establecer vínculos bancarios y financieros, alquilar y adquirir propiedades particulares, entre otras facilidades. Otro dato, que llama la atención, es la evolución del número de trabajadores vinculados al universo de las pequeñas empresas. Su crecimiento es vertiginoso: el gobierno esperaba llegar a 320 mil trabajadores en ese sector, hasta finales del 2011 (ver gráfico abajo). Y el proceso siguió en curva ascendente. El Banco Central de Cuba anunció, ahora en agosto, que el número de trabajadores que ejercen actividades en el sector privado, llegó a 390 mil [13]. La expectativa declarada es de llegar a 600 mil licencias hasta finales del 2013. Pero, no sólo eso. El ministro de economía de Cuba afirmó que el empleo, en el sector estatal, cayó el 7% en el primer semestre del 2012, y anunció un aumento del 35% de los trabajadores privados o "por cuenta propia"[14]. Incluso, según el ministro, la perspectiva, a mediano plazo, es que el sector privado corresponda al 40% del PBI.













Fuente: Anuario Estadístico de Cuba
Las perspectivas políticas
El desarrollo capitalista en la Isla no ocurre sin contradicciones e incertidumbres. El gobierno cubano va por caminos peligrosos. Los males inherentes al capitalismo y el desmontaje de las conquistas sociales, pone en peligro a la dictadura, que teme que los vientos de las revoluciones árabes lleguen a la Isla. No en vano, en un discurso reciente, Raúl Castro atacó a los “grupúsculos oposicionistas” que aspiran a que “aquí suceda, algún día, lo que pasó en Libia” o “pretenden hacer como en Siria”.

Más que temer a los gusanos de Miami, la dictadura tiembla ante la posibilidad de una revuelta social. Hablando en nombre de la “revolución y de la defensa del socialismo”, busca mantener el control social y las fuentes de sus privilegios materiales. En rigor, los Castro conducen un desarrollo “a lo chino”. En otras palabras: una economía capitalista con el mantenimiento de la dictadura del Partido Comunista.

Para la dictadura cubana, sin embargo, no bastó tener privilegios por su posición en el aparato estatal, fue necesario ser propietaria. En el curso de la restauración capitalista actual, se vinculó a las empresas extranjeras, convirtiéndose en socia de grandes empresas. Paralelamente, viene promoviendo la expansión de la propiedad privada (a gran escala), por medio de los miles de pequeños negocios capitalistas que van creciendo en la Isla.

En efecto, estamos ante una nueva clase propietaria cubana. El temor frente a la posibilidad de movilización popular, sin embargo, les hace esconder sus negocios, no divulgar sus números y posesiones. Así, se comprende, toda fraseología “socialista” del régimen, que le recuerda al pueblo en todo momento: “Fuimos nosotros quienes hicimos la revolución, no vamos a traicionarla, confíen en sus comandantes”. Parafraseando a Marx, la dictadura busca, de ese modo, oprimir a los cerebros de los vivos con los fantasmas del pasado.  

El pueblo cubano, por su parte, está insatisfecho, aunque no explotó en una revuelta social. Pero, ¿por cuánto tiempo va a perdurar la aparente calma? El regreso del desempleo, los salarios miserables y el incesante desmantelamiento de las conquistas sociales, ¿hasta cuándo serán soportables? El discurso “socialista” del gobierno y sus mecanismos diseminados de represión, ¿por cuánto tiempo frenarán la lucha popular? Es difícil, incluso, precisar el ritmo y la evolución de la lucha de clases en Cuba. Lo que es probable, sin embargo, es la intensificación de las contradicciones sociales y políticas.

En ese sentido, la crisis económica mundial y el ascenso de las luchas en todo el mundo, contribuyen a un escenario de inestabilidad en Cuba. Un nuevo chapuzón recesivo, a escala global, tendrá consecuencias duras para la maltratada economía de la Isla. En el campo político, las revoluciones que derrotaron a las dictaduras en el mundo árabe y las luchas de los trabajadores europeos contras los planes de austeridad, pueden servir de ejemplo a las masas cubanas. Al mismo tiempo, la magnitud de los ataques a las conquistas sociales, el retorno del desempleo y el aumento de la carestía, también contribuyen a la elevación de la temperatura en las relaciones sociales.

El mejor escenario para la dictadura está vinculado a la perspectiva de crecimiento económico sustentable y mantenimiento del control sobre el movimiento de masas. En consecuencia, es imprescindible el fortalecimiento del aparato represivo, la continuidad del discurso “socialista”, la recuperación de la economía, en términos globales, y una masiva inversión externa en el país, que viabilice las reformas del gobierno.

En los desenlaces de la lucha de clases, asimismo, estará la última palabra. La organización revolucionaria, por su parte, tiene el deber de construir un programa revolucionario para Cuba. Este programa debe tener la estrategia de hacer una nueva revolución socialista en Cuba. Este programa revolucionario debe tener, como la tarea inmediata, la lucha por la caída de la dictadura de los Castro y por amplias libertades democráticas, que incluyan la libre organización sindical y el derecho de huelga, el fin del partido único y la inmediata disolución del aparato de represión. Esas tareas, en el terreno democrático, son parte esencial de la nueva revolución socialista que Cuba necesita.

En relación a los ataques a las conquistas sociales del pueblo cubano, es necesario luchar contra los despidos en masa en el sector público y contra el fin de los subsidios estatales. La exigencia de aumento general de los salarios debe ser levantada para combatir la carestía y el hambre que asola a los trabajadores. ¡El cierre de las empresas estatales y el recorte de inversiones en las áreas sociales deben ser rechazados! Nuestra consigna: ¡Abajo la reforma neoliberal! ¡En defensa de las conquistas sociales del pueblo cubano, como educación y salud públicas, deben estar todos los revolucionarios!

En lo tocante a las tareas transitorias, ¡es necesario luchar por la estatización de las empresas extranjeras y mixtas, bajo el control de los trabajadores! ¡El regreso del monopolio sobre el comercio exterior y el retorno a la planificación centralizada de la economía por el Estado, son centrales, para que los trabajadores controlen, por medio de sus organizaciones de clase y basadas en la democracia obrera, el rumbo del país! ¡La segunda revolución socialista en Cuba, también, debe estar al servicio de la construcción de la revolución latinoamericana y mundial!

Todas esas tareas solamente pueden ser llevadas a cabo por la movilización y organización independiente de los trabajadores y del pueblo cubano. En ese sentido, es imprescindible la construcción de una organización marxista revolucionaria en Cuba, o sea, trotskista, que levante la bandera del programa socialista y organice, en sus filas, a la vanguardia del proletariado y de los campesinos pobres.



* Este artículo contó con la colaboración de Yuri Lueska.
[2] Mauricio Front. Actualización en perspectiva. Universidad de la Habana. 
[4] José Luis Rodríguez García. La economía cubana: experiencias y perspectivas (1989-2010). En: www.scielo.br.
[5] Archibald R. M. Ritter, Carleton University, Ottawa, Canada. Cuba’s Economic Problems and Prospects in a Changing Geo-Economic Environment (Problemas de la economía cubana y perspectivas de cambio en el desarrollo geoeconómico).
[6] José Luis Rodríguez García. La economía cubana: experiencias y perspectivas (1989-2010). En: www.scielo.br.
[7] Archibald R. M. Ritter, Carleton University, Ottawa, Canada. Cuba’s Economic Problems and Prospects in a Changing Geo-Economic Environment (Problemas de la economía cubana y perspectivas de cambio en el desarrollo geoeconómico).
[8] Idem.
[9] José Luis Rodríguez García. A economia cubana: experiências e perspectivas (1989-2010). In: www.scielo.br

          
 


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