Escribe:
Mercedes Petit
Hace setenta años, el levantamiento del sector fascista del ejército español detonó una revolución obrera y campesina y la guerra civil. El posterior triunfo del franquismo sólo se explica por la traición de las direcciones mayoritarias del movimiento obrero español, socialistas y comunistas.
Milicianos en Barcelona, 1936 |
A comienzos de los años 30 España era uno de los países más pobres y atrasados de Europa. La población mayoritariamente vivía en el campo. En la región vasca y Cataluña había cierto desarrollo industrial; en Asturias, minería. Los campesinos vivían en condiciones de extrema pobreza. Unos cuantos miles de latifundistas, entre los que aún existía la vieja nobleza heredada del feudalismo, y la poderosísima Iglesia Católica, poseían la mayor parte de las tierras. Millones de campesinos eran superexplotados por los grandes terratenientes y los usureros.
El rey y las sotanas eran los símbolos directos de esta situación. El odio de las masas se fue transformando en luchas, y en las elecciones de 1931 arrasaron en las elecciones municipales las listas de los distintos partidos republicanos. Tuvo que abdicar Alfonso XIII. Cayó la monarquía y se estableció la república.
Cinco años de enfrentamientos
Con avances y retrocesos, el ascenso revolucionario obrero y campesino se mantuvo y se fue profundizando durante los años siguientes. La oligarquía, la Iglesia y los partidos de la derecha monárquica defendían con uñas y dientes sus privilegios. Los partidos republicanos patronales y las direcciones obreras, socialistas y anarquistas (a los que se fue sumando el aún pequeño Partido Comunista), intentaban un equilibrio imposible entre las demandas de los de abajo y la protección de los intereses de los poderosos propietarios para mantener el sistema capitalista.
A fines de 1935, el mayoritario Partido Socialista (que dominaba la cocentral obrera), el pequeño PC (que contaba con el apoyo de la prestigiosa Unión Soviética) y un partido liberal burgués, formaron el Frente Popular (véase El Socialista Nº 21, 2/2/06). El POUM (Partido Obrero de Unificación Marxista), un partido de izquierda que había estado alineado en la Oposición a Stalin junto a León Trotsky, rompió con éste y apoyó el programa liberal burgués del Frente Popular. Los anarquistas le dieron “luz verde” y el 16 de febrero el FP ganó con el voto mayoritario de obreros y campesinos.
El gobierno del Frente Popular intentaba conciliar los irreconciliables intereses de las clases en lucha, sin lograrlo. El enfrentamiento se fue agudizando día a día con oleadas de huelgas y ocupaciones de tierras. La derecha fascista y monárquica conspiraba junto a un sector de las fuerzas armadas encabezado por el general Francisco Franco.
El triunfo del Frente Popular y la huelga general de mayo-junio en Francia (ver El Socialista Nº 32) fortalecen el proceso revolucionario español. En junio, el gobierno de Azaña rechazó el pedido del dirigente de la izquierda del PS Largo Caballero de armar a obreros y campesinos y aplastar a los conspiradores. El 18 de julio comenzó desde Marruecos el levantamiento de la oficialidad franquista, que pretendía acabar con la república y aplastar a las masas movilizadas.
Estalla la revolución
El gobierno republicano se paralizó, las masas no. En Madrid hicieron abortar el golpe fascista, y la población trabajadora, hombres y mujeres, se armaron de inmediato para la defensa de Madrid. En Cataluña y Asturias también se formaron de inmediato las milicias. Gracias a la iniciativa de obreros y campesinos fue aplastada la sublevación en la mayor parte del territorio español. Al armamento generalizado se le empezó a sumar la ocupación de tierras, el desalojo de los curas de las iglesias y el control de los trabajadores sobre distintos aspectos de la vida social.
El gobierno, mientras tanto, pretendía combatir al fascismo sin cuestionar la sagrada propiedad privada de la oligarquía que lo alimentaba. Eran los principales bomberos de la revolución. El socialista Largo Caballero asumió la presidencia. En Cataluña ingresaron al gobierno burgués del Frente Popular tanto la CNT anarquista como el POUM, que era muy fuerte en Barcelona. Su dirigente, Andreu Nin, asumió como ministro de Justicia.
La suerte de la revolución se jugó dentro del campo republicano, porque esas direcciones fueron las que aplastaron a los trabajadores y campesinos que estaban dando su vida y liquidando a los fascistas. Fueron desangrando a las masas. El Partido Comunista fue cumpliendo un papel cada vez más importante. Usando el prestigio de la URSS, y el envío con cuentagotas de armas, su hombre, Negrín, encabezó el gobierno. La GPU (policía secreta de Stalin) persiguió a los revolucionarios. Nin fue una de sus víctimas. Finalmente, con el apoyo activo de Mussolini y Hitler, y la pasividad de los gobiernos de Francia e Inglaterra, Franco se impuso en todo el país.
León Trotsky: ¿por qué ganó Franco?
[...] En 1936 -para no remontarnos más lejos- los obreros españoles rechazaron el ataque de los oficiales, que habían puesto a punto su conspiración bajo el ala protectora del Frente Popular. Las masas improvisaron milicias y levantaron comités obreros, ciudadelas de su propia dictadura. Por su parte, las organizaciones dirigentes del proletariado ayudaron a la burguesía a disolver esos comités, a poner fin a los atentados de los obreros contra la propiedad privada y a subordinar las milicias obreras a las direcciones de la burguesía y, para colmo, con el POUM participando en el gobierno, tomando así directamente su responsabilidad en el trabajo de la contrarrevolución. [...]
El proletariado español ha sido víctima de una coalición formada por imperialistas, republicanos españoles, socialistas, anarquistas, estalinistas y, en el ala izquierda, por el POUM. Todos juntos han paralizado la revolución socialista que el proletariado español había efectivamente comenzado a realizar. No es fácil acabar con la revolución socialista. Todavía nadie ha encontrado otros métodos para ello que no sean la represión feroz, la matanza de la vanguardia, la ejecución de los dirigentes, etc. [...] En el interior del bloque republicano han sido los estalinistas los que han llevado la política más coherente. Han sido la vanguardia combatiente de la contrarrevolución burguesa-republicana. [...] la GPU, en este caso, sólo ha actuado como el destacamento más resuelto al servicio del Frente Popular. Ahí residía la fuerza de la GPU. En eso consistía el papel histórico de Stalin. [...] (Clase, partido y dirección. Texto inconcluso de agosto de 1940).
fuente: www.izquierdasocialista.org.ar
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