domingo, 12 de julio de 2009

Argentina: Derrota K y crisis en las alturas / Inmejorables condiciones para derrotar al Plan de Ajuste


La derrota del gobierno abrió una situación nueva en la que se acelera vertiginosamente la debacle del régimen, cuya primera expresión es la incapacidad del Estado (casi paralizado) para resolver la crisis sanitaria y la mayoría de las demandas insatisfechas del conjunto del pueblo argentino.

7 de cada 10 argentinos/as repudiaron electoralmente al gobierno, que perdió la mayoría en Senadores y Diputados, retrocediendo en varios de los distritos más importantes, como Capital Federal y provincias: Buenos Aires, Córdoba, Santa Fe y Mendoza o en la propia provincia del matrimonio presidencial, Santa Cruz.

Néstor Kirchner fue obligado a renunciar a la conducción del PJ, que quedó en manos del gobernador Scioli, duramente cuestionado por la mayoría de los sectores con los cuales tendría que abrir el “diálogo”, como Reutemann, Das Neves, la mayoría de los intendentes del Gran Buenos Aires, etc.

Con la huída de Néstor y la escasa autoridad de Daniel Scioli el kirchnerismo está tratando de evitar que la crisis golpee aún más al debilísimo gobierno de Cristina y al propio régimen. Por un lado haciendo renunciar a ministros y funcionarios cuestionados como Ricardo Jaime Secretario de Transporte investigado por la justicia y por otro intentando construir un acuerdo de “gobernabilidad” que la sostenga hasta el 2011.

Tambalea la “gobernabilidad”

La mayoría de las fuerzas opositoras de la derecha y la centroizquierda (Macri, De Narvaez, Carrió, Reutemann, Cobos, Binner, Solanas…) coinciden con ese objetivo, que implica fortalecer al parlamento para promulgar las leyes que reclaman los monopolios, de manera de profundizar el actual plan de ajuste y saqueo de los recursos.

Sin embargo este pacto reaccionario no será de fácil implementación. Por un lado por la precariedad del gobierno que lo impulsa, pero asimismo por la ausencia de opositores con autoridad suficiente como para erigirse en interlocutores válidos o en líderes del recambio.

Vamos a una situación en la cual, más allá de la voluntad de sus actores, es probable que se profundicen las peleas entre los políticos patronales del oficialismo y de la oposición, ya que son muchos los que quieren ocupar el centro de un escenario que está reservado para pocos.

La profundización de estas disputas “interburguesas” abrirá nuevas puertas y oportunidades para la intensificación y extensión de la resistencia obrera y popular, que continúa en ascenso y está generando una nueva camada de luchadores, mucho más radicalizados que los de antes.

¿Giro a la derecha?

El kirchnerismo sufrió una paliza después de haber puesto al frente de sus listas al “as de espadas”, Néstor Kirchner, acompañado por la mayoría de los caciques comunales y distritales, muchos de los cuales ya se están arrepintiendo de semejante “patriada”.

El oficialismo perdió en apenas un año y medio de gobierno casi tres millones de votos (8.651.066 a 5.871.345). Pero si la caída se midiera en función del padrón nacional de electores es aún más impactante, ya que las listas oficiales obtuvieron apenas el 18% del mismo.

Luego del conflicto agropecuario, el matrimonio K perdió al conjunto de las clases medias de las ciudades y del campo. Ahora comenzaron a quedarse sin el apoyo de los sectores del movimiento obrero que simpatizaban con su gestión, principalmente en los cordones industriales del Gran Buenos Aires.

Esta situación fue capitalizada electoralmente por algunos políticos y partidos de derecha, aunque no significa un giro popular hacia esas posiciones; ya que millones se aprovecharon de estos para castigar al gobierno, pero sin comprometerse más allá del voto “castigo”, como lo demuestra de alguna manera la gran fragmentación de la derecha, donde nadie sobresale sobre el resto ni cosecha grandes simpatías.

Las elecciones aplastaron al kirchnerismo, sin instalar a nadie en condiciones de unificar a los de arriba y abrir expectativas en lo de abajo, una situación más que precaria que profundiza la crisis política abierta durante la rebelión agraria.
A todo esto se le ha agregado otro elemento desestabilizador, la crisis sanitaria causada por el avance de la pandemia de gripe A.

La desidia y manipulación de la cifras de enfermos y muertos salió a la luz, empujando a la lucha a los trabajadores y al pueblo, muchos de los cuales ya están ganando las calles para reclamar que el estado se haga cargo de su salud.

Grandes oportunidades para derrotar al ajuste

El único político que despertó interés en el pueblo fue Pino Solanas, que no se presentó con un discurso de derecha, sino proponiendo la nacionalización de los recursos y la pelea por la recuperación de la soberanía. En ese sentido, es destacable que los votos del Proyecto Sur de Pino sumados a los obtenidos por la izquierda revolucionaria, suman más de 1.000.000.

Ese millón expresa -distorsionadamente- la verdadera tendencia de la realidad, que no se dirige ni hacia un proceso de calma o equilibrio entre las clases ni de retroceso de la resistencia obrera y popular, sino todo lo contrario.

La derrota del gobierno, la falta de alternativa, el ascenso de las luchas y la actual crisis producida por la emergencia sanitaria planten una situación favorable para el desenlace de los próximos enfrentamientos entre los trabajadores y el pueblo por un lado y los patrones y su gobierno por el otro, por lo tanto para construir la dirección que hace falta para pelear por una salida de fondo.

Cristina venía sosteniendo la situación con la postergación de pagos, el saqueo del Anses y las transferencias del Banco Central. Después del circo electoral tendrá que pagar los costos de fiesta con la única receta que conocen los gobiernos patronales: rebajando los sueldos, aplicando tarifazos y profundizando el saqueo y la superexplotación.

La concreción de estos planes no les resultará fácil. Es que a su extrema debilidad se le debe agregar el hecho más importante: los obreros y el pueblo argentino están decididos a no entregar el terreno conquistado durante los años de veranito kirchnerista, como tampoco a morir por causa de la gripe A y por otras enfermedades evitables.

La reacción de los docentes de General Sarmiento, que realizaron una asamblea de 700 y después tomaron las instalaciones del Consejo Escolar, obligando a las autoridades a finalizar las clases va de la mano de otros importantes signos de rebeldía ocurridos en distintos lugares.

Las asambleas que ocurrieron en los hospitales Tornú y Piñeyro o la marcha en La Plata de docentes, estatales y estudiantes reclamando barbijos y alcohol son ejemplos de lucha dentro de un contexto en el que crece la movilización al servicio de resolver las necesidades básicas insatisfechas, entre ellas el derecho elemental a la salud.

Los trabajadores y el pueblo deben tomar en sus manos la defensa de la salud que les niega el estado, exigiéndole al gobierno que provea los insumos, camas, respiradores, médicos y remedios necesarios para derrotar a la gripe, pero controlándolos, construyendo en cada hospital, escuela, fábrica, escuela o universidad los Comités de Crisis que se encarguen de organizar la lucha por la defensa de la vida de millones de argentinos.

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