viernes, 14 de agosto de 2009

Carta abierta

En Carta Abierta abunda la paranoia: allí se puede leer sobre la maldad de los oligarcas y la desinformación de los medios.
Por: Sylvina Walger.


Nacieron en mayo de 2008 en pleno conflicto agrario con la idea de apuntalar a la presidenta Cristina. Amparados por las firmas de 750 intelectuales de fuste, de las más diversas ramas del saber. Entre sus inspiradores se puede mencionar a Horacio González, director de la Biblioteca Nacional, el filósofo Ricardo Forster, el ensayista Nicolás Casullo (lamentablemente falleció). Todos kirchneristas, algunos fanáticos, otros no tanto.

La condición para compartir las polémicas con que amenizan las mañanas de los sábados en el anfiteatro de la Biblioteca Nacional (una simple privatización del espacio público) es no disentir. Aunque cada tanto se le marca al Gobierno alguna contradicción, que no le faltan, más en esta época de derrota.

Detestan –y me quedo corta con la palabra– a los hombres del campo, a los medios (casi obsesivamente) con su consiguiente construcción de la realidad, tanto como a los periodistas y a la clase media urbana.

Son las huestes de Carta Abierta, un conglomerado de pensadores, artistas, etc, que se han propuesto profundizar la transformación del país que, a su juicio, viene produciendo la pareja presidencial.

El resultado de sus debates es conocido, hasta el momento circulan seis Carta Abierta, a las que les preocupa percibir la existencia de un “clima destituyente” que, cristianizado, significa “falta un escalón para el golpe”. Menciono este concepto por ser uno de los pocos inteligibles de toda esta producción intelectual.

Dos modelos de país están en juego: el nacional y popular, “que consiste en el mantenimiento, avance y profundización del proyecto nacional y popular retomado en mayo del 2003”. En fin un modelo que nos llevará hacia la emancipación de la “Patria Grande Latinoamericana”. Teniendo en cuenta lo difícil que resultan las relaciones con los vecinos –ni gas conseguimos– este último objetivo parece menos fácil de conseguir.

El otro modelo sería el oligárquico antinacional y antipopular (la restauración conservadora), constituido por los que defienden una Argentina para pocos, que encabeza la Sociedad Rural. Según con qué bando uno se identifique puede ser un patriota o un traidor.

Hasta ahora eran los kirchneristas los que etiquetaban, juzgaban y prontuariaban a sus enemigos, pero la costumbre amenaza con extenderse a los dos lados.

En una entrevista el politólogo Guillermo O’Donnell explicaba que en los años 60 y 70 hubo en la Argentina “un criminal maniqueísmo. Por un lado los montoneros y sus aliados, por el otro, la Triple A y sus ideólogos: una visión maniquea en que todo el bien está de un lado y el mal del otro”.

Sumergirse en estos textos sería el ideal de un ucrónico (ucronía no es nostalgia ni saudade, es vivir en un tiempo que pudo haber sido y no fue), es rememorar en el otoño de nuestras vidas conceptos muy poco freaks. El “enemigo principal” ahora son los medios de comunicación (todos menos Telesur), la “restauración conservadora”, el peligro de una “derecha ideológica de mercado”, la “nueva derecha”. En palabras de Horacio González: “Duele decirlo, pero el personal del campo y la Federación Agraria son la nueva derecha.

Y la televisión, sin saberlo, es capitalismo comunicacional bajo la forma de un supuesto progresismo”. Adicta a las telenovelas como soy, temo ser estigmatizada por seguir apasionadamente Doña Bárbara (venezolana, obvio).

Carta Abierta comenzó su expansión europea por España (más adelante crearán Carta Abierta latinoamericana) y allí (con una embajada movediza) juntaron más firmas y lograron hasta una nota en el denostado diario El País. Las propuestas de Carta más seductoras no podían ser. Al día siguiente, en cambio, el diario tituló en tapa “El Poder enriquece a los Kirchner”.

Tampoco puedo evitar que cuando leo “restauración conservadora” se me aparezca Luis Napoleón y su 18 Brumario que da tanto para reflexionar sobre nuestros populismos, como para imaginar a su bella esposa, Eugenia de Montijo, en Violetas imperiales, una película que llevaba a Luis Mariano como galán/cantante.

Resumiendo, en Carta Abierta lo que abunda es la paranoia. Allí se puede leer cómo implementar un proyecto nacional, acerca de la maldad de los oligarcas, la desinformación a que nos someten los medios diariamente. Sobre la clase media traidora que quiere comprarse un auto e ir a veranear, no le interesa la política sino el shopping.

Lo más grave es que si es cierto, como dicen, que los cartistas son el think tank del Gobierno (no lo parecen o el matrimonio no entiende nada), no han sabido explicarles con qué se iban a encontrar si se metían con el campo. Poco actualizados, Cristina, Néstor y su corte pingüina –estancados en 1910– ignoraban las transformaciones de la oligarquía, particularmente su dispersión producto de la división de la tierra por las herencias, lo mismo que las transformaciones sufridas por las clases sociales del país.

A los integrantes de Carta Abierta, que el patrimonio de los K haya aumentado un 158 por ciento en un año, no les mueve un pelo. El mismo Horacio González sostiene que incluso el modo de investigación periodística del patrimonio presidencial tuvo rasgos inquisitoriales. Prueba de que son tan idealistas como pragmáticos.

Que en el Chaco el gobernador Capitanich desvíe fondos para los pobres (que son más que bastantes) y que uno de cada tres niños salteños padezca desnutrición, eso no tiene ninguna importancia para los empecinados en acabar con la restauración conservadora.

El problema de la libertad (y sus variantes) tampoco parece preocupar a Carta Abierta, no figura ni allí ni en los foros de Canal 7. Hace poco el programa 6-7- 8, que conduce María Julia Oliván, terminó abruptamente, cuando el tema que tocaban los panelistas eran los millones del matrimonio Kirchner. Por más que intentaban desviar el tema a los millones de De Narváez, uno de los panelistas del programa admitió que le gustaba que “la fortuna de los K hubiera crecido de esa manera”. De repente la pantalla se oscureció, se escuchó un grito y apareció en imagen un aviso de MoviStar en el que la chica se asusta de la araña.

Cuando volvió la imagen reapareció Oliván, pero para despedirse y agregar: “Bueno, nos despedimos, qué lástima que no pudimos conocer la opinión del licenciado Forster” (quien esperaba su turno en el piso y había sido enfocado varias veces).

Ironías de esta vida, la profundización del cambio incluye la aceptación de la censura. Justamente esto, según se pudo ver, es la esencia de Carta Abierta: una nada superficial. En vez de un país para pocos, una jerga para una elite, pero nada que roce la realidad.

O’Donnell concluía su reflexión bastante preocupado. “Creí que esa visión maniquea se había extinguido con la democracia y me parece que está reapareciendo, de manera que puede llegar a producir daños terribles. Ésta es mi gran preocupación actual. Es muy riesgoso. Desgraciadamente los K y sus seguidores tienen una visión maniquea: Todo aquel que esté del otro lado es canalla o es el idiota útil de los otros”.

FUENTE: http://criticadigital.com/index.php?secc=nota&nid=27774

1 comentario:

  1. Que tal compañero!!!
    Estoy de acuerdo con vos, pero vos sabias tambien que Fidel tiene una cuenta de 550 millones de dolares??
    , ya se que te dolio como a mi y pensaras que es un verso de los yanquis, pero yo lo comprobe por mi laburo y es verdad.
    Como decia Churchil entre el Diablo y Hitler, prefiero el Diablo.
    Aunque me disguste el tuerto k en algunas cosas yo ni loco, ni mamado voto a Macri.
    Soy porteño y este bostero es UN DESASTRE!!!,VAGO E INCULTO!!!
    Saludos
    Oscar

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