miércoles, 21 de julio de 2010

Revolución y contrarrevolución en Kirguistán

Escribo POI (Rusia)

Hay que derrotar los planes del imperialismo y de los patrones kirguizos.

En junio los medios masivos de comunicación sacaron a la luz los sucesos en Kirguistán: una masacre interétnica que ha dejado centenares de muertos entre el lado uzbeko y kirguizo, barrios enteros quemados en la ciudad de Osh y miles de desplazados y refugiados.

Muchos medios informativos mostraron los hechos como simple locura, pero detrás de los terribles acontecimientos se esconde el intento por el cual con ésta carnicería pretenden montar un acto contrarrevolucionario con el objetivo de detener el más profundo proceso revolucionario, aun en curso, que ha vivido la región en las últimas décadas.

Un profundo proceso revolucionario

Detrás de la masacre en Kirguistán hay una intención de detener la revolución que a llevado a dar un salto sin precedentes en la vida política de ésta república, la cual desde la restauración del capitalismo ha sufrido la imposición de planes colonizadores neoliberales en el plano de lo económico (sobretodo siguiendo las recomendaciones del FMI que han hecho de esta república la mas pobre de la región), y en el plano militar (en el territorio de Kirguiistán se encuentran 2 bases militares extranjeras: una rusa y otra estadounidense, ubicada directamenta en el aeródromo de la capital Bishkek, de donde se abastecen los ejércitos de ocupación de la OTAN que operan en Afganistán).

En el 2005 se dio una revolución de masas, llevada hasta las últimas consecuencias, cuando fue derrocado un gobierno que se encontraba en el poder desde 1990.

En lugar del presidente Akaev llegó Bakiev (un antiguo miembro de la oposición al gobierno de Akaev).
Bakiev aceleró la política de privatizaciones en escala y el traspaso de las empresas a las corporaciones transnacionales y la caída en picada en el proceso de recolonización de la república.

La crisis económica ha agudizado la situación: han caído los ingresos del presupuesto aumentando la deuda. Se redujeron los ingresos provenientes de los inmigrantes kirguizos que trabajan en Rusia, muchos de los cuales regresaron a su patria para formar parte de las filas de desocupados. Además de eso, aspirando remendar el presupuesto, Bakiev aumentó brutalmente las tarifas de la administración de servicios comunales, haciéndole pagar las consecuencias de la crisis al pueblo pobre.

El gobierno trató de tapar el creciente descontento de la gente con un ataque abierto a las libertades democráticas. Esta nueva revolución se transformó en la respuesta de masas a los ataques económicos de su gobierno y a las detenciones políticas. Revolución que en abril de 2010 desafió al gobierno de Bakiev.

Las masas rebeldes en las calles habían desarmado a la policía que disparaba contra el pueblo, habían vencido a los francotiradores mercenarios ya desmoralizados y al ejército que se había negado a disparar contra el pueblo. Los rebeldes capturaron armamento y se organizaron en Kurultay (asambleas populares), las mismas que habían surgido en 2005, pero ya mucho más fuertes.

Después del derrocamiento de Bakiev, llegó al poder el gobierno provisional de Otunbaeva (una antigua integrante de los gobiernos de Akayev, después junto con Bakiev se pasó a la oposición; pasó a ser una persona clave del imperialismo, que trabajaba en el Ministerio de Asuntos Exteriores de la URSS, fué embajadora de Kirguistán en los EEUU y representante en la ONU). Tratando de detener la revolución, el nuevo gobierno fué obligado a cumplir con algunas exigencias del pueblo (bajar las tarifas de la administración de servicios comunales) y dejar una serie de promesas (detener los planes privatizadores de Bakiev y asi también la venta de los recursos y las empresas al capital extranjero). Para la ejecución de la mayoría de las promesas económicas el gobierno de la república semicolonial no dispone de los medios, especialmente en condiciones de crisis. El nuevo gobierno es extraordinariamente débil, pero se ve obligado a resistirse a esta potente revolución.

La magnitud de la revolución ha asustado a los regímenes dictatoriales de las repúblicas vecinas. El presidente de Uzbekistán, Carimov (después del derrocamiento de Akayev en 2005 a fusilado a manifestantes en las protestas, temiendo la repetición del caso kirguíso en el país), de todos los refugiados uzbekos ha dejado pasar a través de la frontera solamente a las mujeres y a los niños para así, ante la primera posibilidad de desbordes del movimiento, mandarlos de vuelta a Kirguizistán, temiendo que Uzbekistán se contagie por la revolución.

La revolución le dió un duro golpe a los intereses del imperialismo en una región estratégica

A través de la región hoy en día pasa la vía de abastecimiento más estable para las tropas de ocupación en el vecino Afganistán.
En el aeródromo de la capital en Bishkek está ubicado el principal centro aéreo de transporte para el abastecimiento del ejército de la OTAN.

El imperialismo no puede permitir la extensión de la revolución, y ante la debilidad del gobierno se ve obligado a entrometerse, dejando abierta la posibilidad de invasión militar inclusive. Para el freno de la revolución el imperialismo usa cualquier táctica, en este caso hace que las étnias se combatan entre sí.

Esto, por un lado aniquila la potente energía de la clase obrera multiétnica kirguiza y de sus vecinos de las otras repúblicas. Por otro lado da el pretexto para el desarme del pueblo bajo la excusa de lograr la paz. Finalmente da un motivo para que las tropas intervengan y jueguen su papel como "mediadores entre las partes", y en realidad para reforzar la colonización e imponer el control directo militar sobre los países. Ahora mismo toda la burguesia discute ampliamente la necesidad del envío de tropas extranjeras a Kirguistán.

Intervención extranjera: todos de acuerdo

El imperialismo a través de la provocación de una masacre interétnica, prepara terreno para la posibilidad del envío de sus tropas. Y a pesar de todas las divergencías que pueda haber, todos están de acuerdo con la intervención militar. Bakiev enseguida después de su derrocamiento exigió el envío de tropas de la ONU, tratando así de defender sus intereses económicos al precio de la ocupación de su propio país por tropas extranjeras.

En este momento él encontró asilo político en Londres y le brinda al imperialismo un servicio con la provocación de la masacre interétnica en el sur del país. El nuevo gobierno de Otumbaeva, debil y fiel al imperialismo y dependiente de él, del mismo modo llamó a la intervención extranjera. El gobierno ruso no niega la posibilidad de intervenir pero a su vez no quiere arriesgarse en soledad y por ello no se apresura a adentrarse en el conflicto solo, buscando de esta manera un cómodo lugar en este gran juego del imperialismo, en particular del imperialismo yanqui. Detrás del consenso que une a todos en cuanto a la intervención hay una idea clara: detener la revolución.

Dos amenazas a la revolución

Hoy en día existen dos peligros para los trabajadores de Kirguistán y su revolución.

En primer lugar, la intervención de tropas extranjeras del imperialismo y de sus aliados bajo la máscara de "fuerzas de paz". En el marco de este plan el gobierno de Otumbaevoy intenta desarmar al pueblo, el cual posee gran cantidad de armamento en sus manos. Armamento que puede ser dirigido contra los ocupantes y contra el gobierno mismo y a su vez, en el sentido contraproducente puede llevar a la limpieza étnica de uzbekos en el marco de la lógica de los organizadores de provocaciones.

En segundo lugar, la masacre interétnica que divide a la población en lugar de unificarla contra el gobierno entreguista ya preparado para dejar el país a la merced de tropas extranjeras solo para poder conservar su poder y sus privilegios.

¡Derrotemos el plan del imperialismo y de los gobiernos vende patrias!

¡Hoy es indispensable derrocar el plan contrarrevolucionario del imperialismo y de las clases propietarias!
Detener el suicidio interétnico de los trabajadores provocado por Bakiev, los patrones, los gobiernos entreguistas y el imperialismo. Los uzbekos y kirguizos no tienen ningún motivo para dividirse. Hay que rechazar categoricamente las provocaciones y la enemistad creada artificialmente por instigadores. ¡Hay que combatir a muerte a los mercenarios y provocadores!

Formar milicias interétnicas de obreros y campesinos independientes del gobierno para oponerse a las bandas de provocadores, a las guarniciones de la policia estatal que desarman al pueblo y para resistir la posible ocupación del país por tropas extranjeras.

¡No dejar pasar a las tropas extranjeras! Expulsar a las bases militares extranjeras!

¡No a la trampa del "desarme" bajo la consigna de "paz"! El imperialismo, el gobierno de Otunbaeva y Bakiev quieren desarmar al pueblo para que sea más facil subordinarlo a los amos locales y a las tropas extranjeras.

La represión contra el pueblo bajo la cúpula de Bakiev claramente demostró que la población debe poseer armamento para su autodefensa y protección de sus intereses. Hay que obtener armamento después de cada ataque a las filas de la policía, despojandola de sus armas, capturar las mismas de las armerías y estableciendo relaciones estrechas con los soldados reclutas, atrayéndolos a su bando.

Exigir de Gran Bretaña la extradición de Bakiev, quien ordenó disparar contra el pueblo en abril y tomó parte en la organización de las masacres en Osh en junio de 2010.

Romper relaciones diplomaticas y económicas desde el momento en que fue refugiado Bakiev por Reino Unido de Gran Bretaña, inmediatamente expropiar todos los capitales ingleses y bloquear el abastecimiento a través de Kirguistán de soldados británicos en Afganistán. Prohibir el transporte de carga para los ejércitos de la OTAN.

Los áltos indices de miseria del pueblo no son resultado de los pobres obreros de otras nacionalidades, sino a causa de la concentración de la tierra, recursos, empresas y finanzas en manos de las clases poseedoras y de capitales de las multinacionales extranjeras.

¡Para superar la pobreza hay que cesar los pagos de deudas al exterior y el hurto de los medios de producción del país, nacionalizar sin compensaciones la tierra, el capital extranjero, los recursos naturales, las grandes empresas de la república y los bancos del país bajo el control de las asambleas populares! ¡Dar la tierra en uso gratuito a todos los los que deseen trabajarla! ¡Ninguna confianza en el nuevo gobierno ni en “la república parlamentaria”!.

Bajo Otunbaeva el poder y la propiedad se quedan en las manos de la minoría y del capital extranjero, y asimismo, mientras este gobierno persiste en el poder, en el territorio del país hay bases extranjeras militares, а las cuales los mismos gobernantes piden la intervención militar directa.

Unir a los trabajadores de todos los pueblos a través del sistema de Kurultay (Asambleas populares) en todos los niveles: de los pequeños pueblos a toda la república entera. Organizar urgentemente la Asamblea Kurultay suprema en base a la elección de delegados de base que trabajen para la discusión y la decisión de los problemas del pueblo. Los dueños del país deben ser los trabajadores kirguizos y no los propietarios de las tierras, la burguesía, los jefes de los clanes, las corporaciones extranjeras, el ejército o los gobiernos serviles.

Con el gobierno de Otumbaeva la vida de la población no mejorará porque este es un gobierno del imperialismo, de los terratenientes y de los patrones.

¡Para un verdadero cambio en favor de los trabajadores será necesario derrocar al gobierno de Otunbaevoy, tomar el poder y establecer el poder obrero, es decir, un gobierno de los trabajadores!
____________________________________________________________

Una región con historia en común

El Asia Central posee una historia antigua en común, comprendida por los territorios del actual Kirguistán, Uzbekistán, Turkmenistán, el sur de Kazajistán, el noroeste de China (Uyguri), partes de Afganistán e Irán. La combinación de los desiertos y los valles fluviales ha creado la base para la división de los pueblos nómades y agrícolas y asi mismo para la diversidad étnica.


El territorio siempre sufrio con los choques entre los pueblos nomades y los intentos de formar estados de agricultores y con los choques entre estos últimos.

En el territorio se formaban y se destruían los nuevos estados en las fronteras que se diferencian por completo de las actuales, contribuyendo a la aparición de distintas nacionalidades y al mismo tiempo a su fraccionamiento. El desarrollo capitalista ha llegado al territorio muy tarde y de las manos del capitalismo atrasado ruso, que ha conservado las reminiscencias feudales y la división entre clanes, etnias y nacionalidades.

Con la Revolucion de Octubre en Rusia, los pueblos del antiguo imperio zarista conquistaron la independencia y en la region se creo una serie de repúblicas soviéticas en el marco de la URSS, con sus fronteras inevitablemente “cortando” los territorios donde vivian estos pueblos debido a la variedad étnica y migraciones internas.

En la región de la Asia Central viven kirguízos, uzbekos, tadjikos, los uygures (hoy también los turcos-meshetintsy mandados por Stalin a ese lugar, y los rusos) etc. Las fronteras del Kirguistán, Uzbekistán, Tadjikistán son muy confusas, situacion agravada por las poblaciones de otros pueblos que viven dentro de cada república vecina. Las fronteras reales nacionales fueron fuertemente destruidas. Así en la ciudad Osh "kirguísa" la mitad de la población son uzbekos, en las ciudades Bujará "uzbekas" y Samarkanda la mayor parte de la población son tadjikos (también el grupo importante nacional en Afganistán) etc.

Con el establecimiento del poder soviético, el triunfo del internacionalismo revolucionario y el salto en el desarrollo social, todo esto no era un gran problema. Incluso en condiciones de la política represiva de Stalin nacional y de la burocracia que se combinaba armoniosamente con los medievales clanes nacional-familiares (la forma de gobierno tradicional en la región), los logros socioeconómicos del estado obrero han asegurado la paz en la región, cuando los obreros de todas las nacionalidades vivían fraternalmente, sin conflictos. Hasta ahora la época del estado obrero se recuerda en la región como la edad de oro, cuando no había enemistad entre los pueblos, cuando todos vivían juntos. Pero todo esto ha sido modificado con la restauración del capitalismo: la región ha entrado en un período de guerras y choques sangrientos interétnicos.

Revolución y contrarrevolución en Kirguistán

El sur de Kirguistán se encuentra en la región del valle de Fergana, region con la mayor altura en el territorio de la ex URSS, con la mayor densidad de población, mayor cantidad de terratenientes y variedad étnica. La situación se complica con la existencia de los clanes familiares. Y el variado cuadro nacional de la region siempre fue utilizado por los gobiernos y la elite para dividir al pueblo trabajador.

Acontecimientos similares a los actuales, ya sucedieron en esta parte de Kirguistán, por ese entonces cuando todavía era la Republica Socialista Soviética de Kirguistán a finales de los ´80s cuando la burocracia estalinista dirigente del PCUS restauró el capitalismo, en toda la URSS comenzaron levantamientos revolucionarios contra la dictadura restauracionista.

En las repúblicas nacionales esto fué concretado con la lucha de los pueblos por la autodeterminación, la cual el gobierno restaurador de Gorvachov aplastó con el uso de la fuerza. Para debilitar la lucha de los trabajadores y los pueblos, el gobierno y la nueva burguesía enfrentaron a los pueblos entre si mismos, organizando provocaciones. Por ejemplo, en el lado Kirguizo se esparcieron rumores, que en algun lugar los Uzbekos atacaron un jardín de infantes y asesinaron también niños.

Analógicamente tales rumores se esparcieron por el lado de los uzbekos. Este esquema funcionó en todas las regiones de las distintas nacionalidades, donde las provocaciones encontraron suelo fértil en los prejuicios que existían históricamente, y alimentaron la desconfianza entre los pueblos.

En el marco del proceso revolucionario y su oposición contrarrevolucionaria, en muchas repúblicas, especialmente en el Asia Central y en el Cáucaso, donde el mapa nacional es bastante complejo, se produjeron sangrientos choques interétnicos.

De esta manera la lucha de los obreros y los pueblos es desviada por la burocracia restauracionista y por la nueva burguesía que hace que los trabajadores se posicionen de su mismo lado. Exactamente asi en 1990 en la misma ciudad de Osh fué provocada una guerra entre uzbekos y kirguizos, la cual pasó a la historia como "la masacre de Osh".

Las provocaciones en condiciones específicas de la región se constituyen en chispa en barril lleno de pólvora. Esta vez los acontecimientos se desarrollaban del mismo modo, a partir de las provocaciones análogas (en este caso «los uzbekos han atacado una residencia comunal femenina»).

No hay comentarios:

Publicar un comentario