por Alicia Sagra del Frente Obrero Socialista FOS
El 3 de septiembre se cumplen 72 años de la fundación de la IV Internacional. A diferencia de la Tercera que fue producto de la mayor victoria del proletariado mundial, la toma del poder en Rusia, la Cuarta es consecuencia de una gran derrota, la provocada por la contrarrevolución stalinista que arrebató ese poder a la clase obrera.
Esa construcción fue precedida por una larga batalla iniciada por Lenin, quien en 1922 llamó a Trotsky a formar “un bloque contra la burocracia en general y contra el Buró de Organización (dirigido por Stalin) en particular” [1] . Y fue continuada por Trotsky a partir de 1923.
Pero esa batalla fue derrotada, dejando un tendal de exilados, muertos y prisioneros en los campos de concentración de Stalin. Bolchevismo y stalinismo Después de la caída del Muro de Berlín, cuando esos crímenes salieron a la luz, fueron muchos los que renegaron de la construcción del partido revolucionario y abandonaron la lucha por el poder obrero, reemplazándola por la búsqueda de espacios dentro del sistema capitalista. Una de las justificaciones fue que “el stalinismo era la continuidad del leninismo”.
No hay mejor respuesta que la que daba Trotsky cuando recibía acusaciones similares: “La exterminación de toda la vieja generación bolchevique, de una gran parte de la generación intermedia que había participado en la guerra civil, y también de una parte de la juventud que había tomado más en serio las tradiciones bolcheviques, demuestra la incompatibilidad no solamente política si no también directamente física, entre el bolchevismo y el stalinismo. ¿Cómo es posible que no se vea esto?” [2]. Y para explicar el por qué de la degeneración burocrática Trotsky decía: “Recordemos el pronóstico que habían hecho los bolcheviques no solamente en vísperas de la Revolución de Octubre sino también un buen número de años antes. La agrupación fundamental de las fuerzas, a escala nacional e internacional, abre, por primera vez, para el proletariado de un país tan atrasado como Rusia, la posibilidad de llegar a la conquista del poder.
Pero ese mismo agrupamiento de fuerzas permite asegurar de antemano, que sin la victoria más o menos rápida del proletariado de los países adelantados el Estado obrero no podría mantenerse en Rusia. El régimen soviético abandonado a sus propias fuerzas, caerá o degenerará. Más exactamente: primero degenerará y luego caerá rápidamente. He tenido oportunidad de escribir sobre esto, más de una vez, desde 1905” [3].
La Cuarta como continuidad revolucionaria de la Tercera Internacional
Consecuente con esa definición, Trotsky supo reconocer la derrota sufrida. El estado soviético no se podía regenerar, el partido comunista y la Tercera eran irrecuperables. Pero los golpes recibidos no lo doblegaron. Por el contrario, siguió apostando al triunfo de la revolución mundial y se dedicó a la que consideró la tarea más importante de su vida: la construcción del nuevo partido revolucionario mundial que preservase el legado del leninismo, para que las nuevas generaciones estuvieran armadas para responder a las revoluciones que, más tarde o más temprano, estallarían. Así, el 3 de septiembre de 1938, en el pico de la contrarrevolución, durante el avance del nazismo y del terror stalinista, se fundó la IV Internacional. Las organizaciones que la componían eran muy débiles, pero a su frente estaba el dirigente revolucionario más probado por la historia. Conciente del peligro que representaba, Stalin, dos años después, el 20 de agosto de 1940, lo hizo matar.
Pasaron 70 años…
En estos años se obtuvieron grandes triunfos: se derrotó al fascismo en la Segunda Guerra Mundial, se expropió al capitalismo en China, Cuba, el este europeo, se derrotó al imperialismo yanqui en Vietnam. .. Pero esos triunfos fueron tácticos, porque no se consiguió superar la gran derrota estratégica: la pérdida de la dirección revolucionaria. La Tercera fue destruida y la Cuarta se dispersó. Mientras que el stalinismo, salió fortalecido de la Segunda Guerra, se convirtió en el gran obstáculo para el desarrollo de la revolución mundial y finalmente, acabó restaurando al capitalismo en todo el mundo.
Pagó caro esa gran traición. Los procesos revolucionarios del 89,90,91, fueron volteando, uno a uno, a todos los regímenes del partido único, encabezados por los PC del Este europeo y la URSS, liquidando al aparato stalinista central. Eso llevó a la crisis y debilitamiento de las burocracias en todo el mundo y abrió la posibilidad del surgimiento de nuevas direcciones.
El imperialismo aprovechó la caída de los regímenes stalinistas para su campaña del “fracaso del socialismo” y de la “supremacía del capitalismo”. Pero, hoy en medio de la crisis mundial que provoca desempleo y destrucción de las condiciones de vida en los principales países imperialistas, ya nadie habla de esa “superioridad”.
La clase obrera europea responde con fuerza a los ataques de sus gobiernos. La resistencia iraquí derrotó la política de Bush. Afganistán empantana la estrategia de Obama y en Latinoamérica, el temor imperialista al ascenso latinoamericano, sostiene a los gobiernos tipo de Chávez o Evo Morales.
No hay dudas de que la historia le dio la razón a Trotsky. La burocracia stalinista acabó restaurando al capitalismo, mostrando la falsedad de la teoría del socialismo en un solo país y reafirmando que la revolución socialista será internacional o no será. Y justificó su confianza en la revolución mundial, ya que ésta se presenta una y otra vez. Pero, cuando “la realidad se hace más trotskista que nunca”, la IV Internacional no existe. Por eso no puede haber tarea más importante y más urgente que su reconstrucción. Lo que implica reafirmar su programa, que “se sintetizaba en tres palabras: dictadura del proletariado” y se apoya en dos pilares fundamentales: la democracia obrera y la independencia política de toda variante patronal. Significa además, rescatar el modelo del partido leninista basado en el centralismo democrático y defender la moral revolucionaria, de los permanentes ataques de la patronal y las burocracias.
Notas:
[1] Diario de la secretaria de Lenin.
[2] L. Trotsky, Bolchevismo y stalinismo.
[3] Idem
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La V de Chávez no tiene nada que ver con la IV Internacional
No se puede tomar el poder para expropiar a los capitalistas, desarrollar la revolución socialista mundial y derrotar al imperialismo, dirigidos por quien encabeza la conducción de un Estado burgués. Por eso la Internacional que queremos reconstruir no tiene nada que ver con el llamado de Chávez a construir la Quinta.
De Chávez podemos esperar cualquier discurso y evidentemente le es muy útil usar el nombre del socialismo e incluso del trotskismo, para confundir a las masas que vuelven a tener esperanzas en la revolución.
Lo que es lamentable y repudiable es que organizaciones que se dicen trotskistas apoyen ese llamado, como hacen la corriente de El Militante encabezada por Alan Woods o Marea Socialista [1], la organización venezolana de la corriente internacional encabezada por el MST.
Estos hechos son los que nos hacen decir, por un lado, que queremos encarar la reconstrucción de la IV no sólo con los que vienen del trotskismo, sino con todos los que acordamos en un programa revolucionario. Y, por otro lado, que no pretendemos encarar esa reconstrucción con todos los que se dicen trotskistas, sino sólo con aquellos que no han abandonado el programa, el método y la moral, que nos legara Trotsky.
Nota:
[1] “La convocatoria a una V Internacional debe ser en el marco no excluyente que planteó el presidente Chávez. Deben participar para hacer la experiencia todas aquellas organizaciones políticas verdaderamente de izquierda y sociales que estén por impulsar la lucha por el Socialismo a nivel internacional como alternativa al capitalismo agonizante”. Venezuela: la revolución en su laberinto, Stalin Pérez Borges y Carlos Miranda, revista de América Nº 5, 14 de enero de 2010.
Fuente: Lucha Socialista n° 208, Septiembre 2010
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