Frente a los salarios de 18 dólares mensuales, los despidos masivos, el deterioro de la salud y la educación y el peligro de una brutal represión
Los trabajadores, la juventud y el pueblo cubano —que protagonizaron la primera y única revolución socialista victoriosa en América— hoy viven una situación desesperada. Los trabajadores y el pueblo cubano pasan hambre, porque no consiguen sobrevivir con un salario de 18 dólares mensuales. Por otra parte, esta situación tiende agravarse en forma cualitativa, pues el gobierno ha anunciado, para los próximos meses, nuevos ataques a su nivel de vida, entre ellos el despido de un millón trescientos mil trabajadores estatales.
Una parte de los trabajadores cubanos consigue sobrevivir a costa de algún familiar que le envía dinero desde el exterior. Pero la mayoría no tienen esa ayuda y por eso son obligados a humillarse frente a los turistas (dos millones y medio en 2010), a acosarlos pidiéndoles propinas por cualquier tipo de servicio (real o inventado), a vender los famosos habanos robados, a pedir un jabón, un champú o un simple caramelo, a la vez que crecen, en forma impresionante, dos flagelos que habían desaparecido con la revolución: la mendicidad y la prostitución.
Hasta ahora, a diferencia de lo que pasó en los países del Este europeo, cuando los partidos comunistas restauraron el capitalismo, en Cuba no se han producido grandes movilizaciones contra el gobierno. El prestigio de la dirección cubana, por haber sido en el pasado quien estuvo a la cabeza de la revolución contra el capitalismo y el imperialismo, fue un importante freno a la acción de las masas contra el gobierno y contra el Partido Comunista. Pero la paciencia de los cubanos parece estar llegando a su fin. El descontento con la situación y con el gobierno de los hermanos Castro, es actualmente generalizado y no está descartado que, a corto o a mediano plazo, se dé en Cuba una explosión similar a la que ocurrió en los países del Este europeo a fines de la década del ’80, o las que ahora estamos presenciando en los países árabes.
El gobierno y el Partido Comunista Cubano saben de ese peligro, por eso no permiten que llegue, por medio de la televisión, o la radio (ambas controladas por el gobierno), cualquier tipo de información sobre lo que las masas están haciendo en los países árabes. Por otra parte, hay que recordar que el pueblo cubano no tiene acceso a Internet y que en Cuba no existen, ni diarios ni revistas (a no ser los del Partido Comunista)
Sin embargo, frente a tanta explotación y humillación, es muy difícil que la censura del gobierno, para impedir que los cubanos sepan lo que está ocurriendo en el resto del mundo, tenga éxito.
De una u otro forma, más tarde o más temprano, los trabajadores cubanos se van a rebelar contra esta situación, y cuando esto ocurra, una nueva y gran amenaza se va alzar sobre sus cabezas: la represión. Por eso es que llamamos, desde ya, a “rodear de solidaridad a los trabajadores y al pueblo cubano”
Decir la verdad, por cruda que sea
Hay miles y miles de trabajadores, campesinos y estudiantes en todo el mundo, que consideran que Cuba y su dirección, en especial Fidel Castro, es la referencia para todos aquellos que luchamos por el socialismo. También son muchos los que son críticos a la dirección cubana, sin embargo, consideran que en Cuba, a diferencia de lo que pasó en los otros ex-Estados obreros (URSS, China y Este Europeo), no se restauró el capitalismo.
Para estos miles de compañeros, llegar a la conclusión de que el capitalismo se restauró en Cuba, sería una gran desmoralización. Pero a los trabajadores, a los campesinos, a los estudiantes y a los intelectuales de todo el mundo, tenemos la obligación de decirles la verdad, por cruda que ella sea. Porque sólo la verdad es revolucionaria y hay dos grandes verdades que todos tienen que saber y que explican el drama que viven los trabajadores y el pueblo cubano: la primera es que el hambre, el desempleo, los salarios miserables, los mendigos y las prostitutas, no son más que las consecuencias de algo que ya ocurrió en nuestra querida Cuba: la vuelta del capitalismo. Y la segunda verdad, que no se puede seguir ocultando, es que el odiado capitalismo no fue restaurado ni por los gusanos, ni por una invasión yanqui. En Cuba, al igual que en la ex URSS o en China, el capitalismo fue restaurado, en nombre del socialismo, por el gobierno y por la dirección del Partido Comunista.
En Cuba, en 1959, las fuerzas guerrilleras, comandadas por Fidel Castro, Camilo Cienfuegos y el Che Guevara, derrotaron a las fuerzas del dictador Batista. Poco tiempo después la Revolución Cubana enfrentó a todos los capitalistas, nacionales y extranjeros, y puso sus recursos económicos al servicio del desarrollo del país. Para hacerlo se tomaron tres importantes medidas en el terreno económico: la expropiación y nacionalización de todos los medios de producción (fábricas, tierras, comercio, bancos etc.), el monopolio del comercio exterior y la planificación centralizada de la economía. Fue con base en esa medidas que los trabajadores consiguieron una serie de conquistas, la mayoría de las cuales no existían, ni existen en otros países del continente (ni siquiera en los EE.UU): el pleno empleo, vivienda para todos, medicina gratuita y de alta calidad (también para todos), el fin del analfabetismo, el fin de la prostitución, altos índices de escolaridad (hasta hoy el 50% de los trabajadores cubanos han realizado 12 años de estudios) y finalmente, pero no menos importante, los cubanos conquistaron el orgullo de ser un pueblo que fue capaz de mostrar, para los trabajadores de todo el continente, que al capitalismo y al imperialismo se lo puede enfrentar y derrotar.
Sin embargo, esas tres medidas (nacionalización de los medios de producción, monopolio del comercio exterior y planificación centralizada de la economía), fueron eliminadas en los inicios de los años ‘90 por el gobierno y por la dirección del Partido Comunista, hasta tal punto que la propia Constitución del país fue cambiada para permitir la propiedad privada de los medios de producción. De esta forma los “derechos” del capital, que habían sido eliminados con la revolución, fueron restablecidos, y con la vuelta del capitalismo, las viejas lacras del periodo en que gobernaba Batista volvieron.
Los defensores del gobierno cubano dicen que el capitalismo no fue restaurado, que simplemente lo que se ha hecho es permitir la actuación de empresas extranjeras en el país, pero respetando las leyes cubanas y que, por otra parte, el grueso de las empresas son del Estado, que continua siendo “socialista”.
Todo eso no es así. Es verdad que las empresas extranjeras son obligadas a respetar las leyes cubanas, pero también es verdad que se aprobaron nuevas leyes, entre ellas la Ley de Inversiones Extranjeras, para posibilitar que las empresas extranjeras tengan muchos más derechos que los que tendrían, esas mismas empresas, en cualquier otro país del mundo. Por otra parte, el conjunto de las empresas que existen en el país, sean estatales, mixtas o de capital cubano o extranjero, no trabajan para una economía socialista (para un plan económico central), sino para el mercado nacional e internacional. También es necesario aclarar que los cubanos que trabajan en las empresas internacionales no tienen la protección del Estado “socialista” cubano. Por el contrario, el trabajador cubano no recibe el mismo salario que pagan esas empresas en otras partes del mundo. Los cubanos sólo ganan sus miserables 18 dólares mensuales, siendo que la mayoría de esas empresas son de propiedad mixta (asociadas con el Estado) ¿Cuál es por lo tanto el papel del Estado cubano? Garantizar no sólo los derechos del capital internacional para explotar cruelmente a los trabajadores cubanos, sino ser socio en esa explotación, que es cualitativamente superior a la que se llevan adelante en la mayoría de los países de América Latina y el mundo.
Cuba, el país de las desigualdades
Los cubanos viven en el peor de los mundos. Trabajan, al igual que sus hermanos del resto de los países, para una economía de mercado, pero en función de sus salarios, prácticamente no tienen acceso a ese mismo mercado.
Quizás la escena más triste que encuentra quien visita la Isla, es ver a los bellos niños cubanos, sin juguetes. No con pocos juguetes. Sin juguetes. Es que los juguetes son prohibidos. Son artículos demasiado superfluos para un padre o una madre que ganan 18 dólares mensuales.
Los salarios de los trabajadores cubanos, comparados con los trabajadores del resto del mundo, siempre fueron bajos, pero como producto de las medidas económicas tomadas después de la revolución, el salario social era muy alto. El pueblo gastaba muy poco en alimentación porque los trabajadores comían gratuitamente en las empresas, los niños en las escuelas, y los productos básicos para la alimentación (y también para la limpieza) eran entregados por el gobierno, a precios simbólicos, por medio de la libreta de abastecimiento.
Hoy la realidad es la opuesta. Con la restauración de la economía de mercado, los salarios son más bajos que antes y una gran parte del salario social ya ha desaparecido o tiende a desaparecer. En el grueso de las empresas los comedores han sido cerrados, los nuevos planes del gobierno pretende acabar con el doble turno en las escuelas, y finalmente, la mayoría de los productos, que hacían parte de la libreta de abastecimiento, han sido eliminados, a la vez que se anuncia el fin de la propia libreta.
Como producto de la revolución se hizo una profunda reforma urbana que permitió a todos los cubanos, pagando una pequeña cantidad, tener garantizada su vivienda. A partir de allí era responsabilidad del gobierno cuidar del mantenimiento de las fachadas, y responsabilidad de los moradores de garantizar el mantenimiento de la parte interna. Sin embargo, en la actualidad (desde hace como mínimo dos décadas) ni el gobierno garantiza el mantenimiento de las fachadas ni los moradores, de los barrios obreros y populares, con sus 18 dólares de salario, tienen condiciones para garantizar el mantenimiento interno. El resultado son barrios enteros en donde las casas están llenas de vidrios rotos, goteras, filtración de agua, paredes y pisos semidestruidos, instalaciones eléctricas expuestas y en pésimas condiciones, agujeros en el lugar donde algún día hubo una puerta o una ventana, incluso casas, las más antiguas, que se derrumban por la falta de mantenimiento. De esta forma las condiciones de vida de esas familias de trabajadores cubanos son muy similares, o incluso peores, a las de las familias argentinas que habitan las “Villa Miseria” o las brasileras que habitan las “Favelas”
Pero no todo es miseria en Cuba. Existen barrios llenos de antiguas mansiones, muy bien conservadas, en donde viven los nuevos burgueses, los burócratas del gobierno y los representantes de las empresas extranjeras.
También existen villas militares con muy buenas viviendas, tan bien conservadas que, a pesar de ser antiguas, pareciera que hubiesen sido recién construidas. Existen millones de turistas extranjeros que llenan los hoteles, restaurantes y bares de la Habana y de otras ciudades, a los cuales el pueblo cubano no puede ni aproximarse, a no ser para ofrecer servicios sexuales o su bella música, para al final salir pidiendo, de mesa en mesa, una propina para poder comer, porque los artistas, que no se alimentan sólo del arte, no reciben ningún tipo de pago por su actuación.
También existen villas militares con muy buenas viviendas, tan bien conservadas que, a pesar de ser antiguas, pareciera que hubiesen sido recién construidas. Existen millones de turistas extranjeros que llenan los hoteles, restaurantes y bares de la Habana y de otras ciudades, a los cuales el pueblo cubano no puede ni aproximarse, a no ser para ofrecer servicios sexuales o su bella música, para al final salir pidiendo, de mesa en mesa, una propina para poder comer, porque los artistas, que no se alimentan sólo del arte, no reciben ningún tipo de pago por su actuación.
A partir de la revolución, Cuba se transformó en el país más igualitario de América, pero hoy es exactamente lo contrario. La desigualdad social es tan chocante que crea, en los revolucionarios que visitan la isla, una mezcla de sorpresa, indignación y hasta malestar. Es triste escuchar de la boca de muchas personas de ese admirado pueblo cubano, culto, alegre y musical, frases tan chocantes como estas: “Cuando nos vestimos no comemos, y cuando comemos no nos vestimos” o “Los cubanos decimos que somos como los payasos: reímos por fuera y lloramos por dentro.”
Falsos argumentos
Quienes desde afuera de Cuba defienden el gobierno y el régimen castrista (adentro de Cuba es muy difícil encontrar alguien que lo haga), argumentan que el gobierno tuvo que abrir las puertas al capitalismo internacional para defender el “socialismo”, porque Cuba estaba aislada después del fin de la URSS y por lo tanto no tenía otra alternativa.
Este argumento es doblemente mentiroso. En primer lugar porque no es verdad que el gobierno cubano apeló al capitalismo para defender el socialismo. Apeló al capitalismo internacional para restaurar el capitalismo. No fue para defender el socialismo que se acabó con la propiedad estatal de los medios de producción, con el monopolio del comercio exterior y con la planificación centralizada de la economía, de la misma manera que no es una medida socialista echar a la calle a más de un millón de trabajadores, o desabastecer las farmacias populares para que los trabajadores tengan que comprar los remedios en las farmacias de los hoteles internacionales.
En segundo lugar cabe preguntarse: ¿por qué Cuba estaba aislada cuando aún era un Estado obrero? ¿Fue por qué los trabajadores y los pueblos del resto del continente y del mundo no luchaban o no hacían revoluciones? No. No fue por eso, sino porque la dirección cubana llevó adelante la misma política que tuvieron las direcciones de la URSS, China, Alemania Oriental, etc.: la coexistencia pacífica con el imperialismo, en lugar de revolución latinoamericana y mundial.
Como muestra más evidente de esa política está el caso de la Revolución Sandinista en Nicaragua. La dirección sandinista, después derrotar al ejército de Somoza y tomar el poder, se dirigió a Cuba para entrevistarse con Fidel Castro y este les dio el siguiente consejo: “No hagan de Nicaragua una nueva Cuba”. Es decir, no expropien ni a la burguesía nacional ni al imperialismo. Y ahí está los resultados. Nicaragua actualmente, dirigida por el ex comandante guerrillero y actual multimillonario Daniel Ortega, es no sólo un Estado capitalista, sino uno de los países del mundo en donde reina la mayor desigualdad social.
Fue justamente esa política, de coexistencia pacífica con el imperialismo en un mundo dominado por él, la que llevó a la crisis a todas las economías de los ex Estados obreros, y a todas las burocracias gobernantes a buscar, a fines de la década del ‘80, el apoyo de las potencias imperialistas para salir de esa crisis. No sólo en la forma de créditos, como lo habían hecho unos años atrás, sino con el restablecimiento de los derechos del capital para superexplotar a los trabajadores de esos Estados. Cuba, por ser dirigida por una burocracia, con intereses muy diferentes a los de los trabajadores de ese país, no fue ni podía ser una excepción.
La “democracia” en Cuba
Los defensores del gobierno cubano, de fuera de Cuba, dicen que en ese país hay democracia. Que es verdad que no hay democracia para los gusanos pero que hay democracia para los trabajadores y para el pueblo.
Dentro de Cuba nadie dice eso porque quien lo hiciese estaría arriesgado, en el mejor de los casos, recibir como respuesta una sonora carcajada. Los que dicen que en Cuba hay democracia para los trabajadores tendrían que decir: ¿qué organismo de los trabajadores votó el salario de 18 dólares? ¿qué organismo votó que había que echar a la calle a un millón trescientos mil trabajadores? ¿qué organismo de los trabajadores votó que los cubanos no pueden leer ningún periódico?, a no ser que sea Granma, el órgano oficial del Partido Comunista. ¿Qué organismo de los trabajadores votó que el pueblo cubano no puede acceder a Internet?
Pero sobre este tema de la democracia obrera también es necesario decir la verdad, por cruda que ella sea. Y la verdad es que nunca hubo democracia para los obreros y el pueblo cubano, ni siquiera en los momentos dorados de la revolución, cuando estaban expropiando a los capitalistas y al imperialismo, y eso explica mucho de lo que está ocurriendo en la actualidad.
Cuba era un Estado obrero porque a partir de la expropiación de la burguesía fue eliminado el derecho del capital a explotar a los trabajadores, pero en Cuba nunca fueron los trabajadores, por medio de sus organismos, quienes controlaron los destinos de ese país.
Lo que existía y existe en Cuba es un régimen idéntico al que existía en la ex-URSS y al que existe en China: un régimen basado en un partido único, el Partido Comunista, apoyado en las Fuerzas Armadas. Pero en realidad sería equivocado afirmar que el Partido Comunista dirigía o dirige Cuba. Quien está al frente del Estado cubano es un pequeño grupo en torno a Fidel y Raúl Castro, porque para que el Partido Comunista pudiese dirigir tendría que tener algún tipo de democracia interna y eso no existe. El partido Comunista Cubano prácticamente no realiza congresos. Ahora, en el mes de abril, van a realizar uno, después de 16 años, pero en realidad ese “Congreso” será una reunión de burócratas, pues los delegados, según informa Granma, serán elegidos por un plenario de secretarios generales.
La restauración del capitalismo en la Isla, combinada con la total falta de democracia, ha dado como resultado la existencia de una dictadura muy similar a las peores y más sanguinarias dictaduras del mundo. En realidad, en algunos aspectos, se trata de una dictadura mucho peor que aquellas. Por ejemplo, durante la dictadura de Mubarak, en Egipto, había algunos partidos legales de oposición, había varios diarios sometidos a la censura, pero había. Había pleno acceso a Internet y había algunos pocos sindicatos independientes. Todo esto es impensable en Cuba.
Se podría argumentar, en contra de lo que decimos, que en aquellas dictaduras, de Mubarak en Egipto, Pinochet en Chile o de Videla en Argentina, habían miles de presos políticos, de secuestrados, torturados y asesinados y que eso no existe en Cuba. Eso es verdad. ¿Pero qué va a pasar en Cuba cuando surjan las huelgas, las movilizaciones, grupos guerrilleros, y enfrentamientos con la policía, como ocurrió en aquellos países? ¿Qué va hacer la dictadura cubana? ¿se va a retirar del poder? ¿va a abandonar sus fabulosos privilegios conseguidos con la restauración del capitalismo?, o va a reprimir violentamente las acciones de las masas cuando estas cuestiones esos privilegios.
Para dar sólo una muestra de lo que puede suceder, veamos lo que está pasando en Libia. En ese país, al igual que en el resto de los países árabes, las masas salieron a movilizarse contra la miseria y contra el dictador, el coronel Gadafi. Frente a esa realidad Gadafi, al igual que la dirección cubana en el pasado, tuvo serios enfrentamientos con el imperialismo (hoy es su socio), pero hoy está reprimiendo sangrientamente esas movilizaciones a tal punto que ha provocado una guerra civil. ¿De qué lado se ha puesto Fidel Castro en esta guerra? Del lado del genocida Gadafi.
No es la primera vez que Fidel adopta una posición de este tipo. Cuando en 1967 los tanques soviéticos aplastaron la revolución checoslovaca contra la burocracia (la cual acabó llevando ese país a la restauración del capitalismo), Fidel se puso del lado de los tanques soviéticos contra los trabajadores y el pueblo de Checoslovaquia. Pero en este caso, frente a la guerra civil en Libia, no se trata solamente de una nueva posición equivocada. Se trata de una amenaza a las futuras e inevitables movilizaciones de las masas en Cuba.
Fidel ha dicho que no es el pueblo libio quien está queriendo derrocar a Gadafi, sino el imperialismo. Para eso usa como argumento los bombardeos de la OTAN y de los Estados Unidos, ocultando el hecho de que el imperialismo lo que quiere es retomar el control del país (del petróleo), cosa que fue cuestionado, no por Gadafi, sino por las masas insurrectas que se levantaron contra él.
Al colocarse del lado de Kadafi, Fidel no sólo está anunciando que va a hacer lo mismo que él, en su país, cuando las masas cuestionen su poder, sino que ya está adelantando los argumentos que va a usar para justificar la represión contra los trabajadores y la juventud. Va a decir que todo es obra de los gusanos y de la CIA.
¿No había ni hay otro camino?
No es verdad que Cuba no tenía o no tiene otra alternativa distinta a caer en los brazos del capitalismo mundial. Los impresionantes recursos que brinda la industria turística, la producción y las reservas de níquel, la producción de azúcar, de café y de tabaco, si estuviesen nuevamente en manos del Estado, y si el Estado funcionase nuevamente con base en una economía planificada, sería suficiente, como mínimo, para que los cubanos tuviesen acceso a los alimentos y a los medicamentos.
Claro que por más que expropie a la nueva burguesía nacional y a las empresas imperialistas, sería imposible que Cuba, en forma aislada, supere a los países capitalistas de la región y ni que hablar de las grandes potencias imperialistas. ¿Pero por qué Cuba, si expropia nuevamente al capitalismo, tendría que seguir aislada? Si explotaran decenas de revoluciones en todo el mundo contra el capitalismo. ¿Qué pasaría si la dirección cubana apoyase esas revoluciones para que triunfaran? Cuba no quedaría aislada. Por ejemplo, en Libia las masas están llevando a cabo una revolución armada contra el dictador Gadafi, muy similar a la que los cubanos llevaron adelante a fines de la década del ‘50 contra el dictador Batista. ¿Qué pasaría si la dirección cubana apoyase esa revolución? Las posibilidades de victoria serían muy superiores, y de esa forma Cuba quedaría cada vez menos aislada. Pero lamentablemente desde hace muchos años la dirección cubana no quiere nuevas cubas, por eso estuvo en contra de la expropiación de la burguesía en Nicaragua y en El Salvador, y ahora está en contra de la expropiación de los fabulosos bienes del Coronel Gadafi. Peor aún, en este caso está a favor del genocida.
No es verdad que Cuba no tenía otro camino distinto a abrazar el capitalismo. Quien no tenía otro camino es la dirección cubana por no haber defendido, desde hace décadas, el camino de la revolución internacional y sí el de la coexistencia con el capitalismo.
Rodear de solidaridad a los trabajadores y al pueblo cubano
Llamamos a los obreros, a los campesinos, a los estudiantes y a los intelectuales, de América Latina y del mundo, a ser solidarios con un pueblo cubano que está aguantando hambre, soportando una brutal dictadura y que está siendo amenazado de ser masacrado cuando comience a levantarse contra sus explotadores y opresores.
Esa solidaridad debe comenzar por conocer y divulgar lo que realmente pasa en Cuba. Ese conocimiento será una barrera importante para evitar que se acuse de agentes de la CIA a los futuros luchadores cubanos y con ese pretexto sean golpeados, encarcelados o fusilados como está haciendo el amigo de los hermanos Castro, el coronel Gadafi, en Libia.
Extendemos este llamado al conjunto de las direcciones de las organizaciones de izquierda, inclusive a aquellas que son defensoras del actual régimen. Lo hacemos porque creemos que estas organizaciones, que están siendo cómplices de la brutal explotación a las que están siendo sometidos los trabajadores cubanos, aún no han manchado sus manos con la sangre de esos mismos trabajadores.
Llamamos en especial a los miles de activistas honestos que en toda parte del mundo, sin conocer bien la realidad cubana, creen que Cuba es el bastión del socialismo.
Puede ser que no confíen en lo que decimos, porque aunque siempre estuvimos del lado de la revolución cubana, nunca defendimos al régimen de los hermanos Castro. Pero los llamamos a que se informen por sus propios medios y que, si fuese posible, viajen a Cuba para ver cómo viven y qué piensan los trabajadores y el pueblo cubano, para así verificar si lo que estamos diciendo en esta declaración corresponde a la verdad o no. A partir de allí lo único que les pedimos es que cuenten la verdad a sus compañeros de trabajo o estudio.
El régimen cubano está manchando las gloriosas banderas del socialismo
Quizás lo más nefasto de todo lo que ocurre en Cuba es el hecho de que el gobierno justifica todo su proyecto contrarrevolucionario (restauración del capitalismo por medio de una brutal dictadura) en nombre del socialismo, porque eso provoca estragos en la conciencia de las masas, en primer lugar de las propias masas cubanas.
En Cuba queda muy poco, casi nada, de la revolución. La revolución ahora solo se la puede encontrar en los museos, y sus símbolos: los retratos del Che, de Fidel y de Camilo Cienfuegos, se han transformado en suvenires, pero sólo para los turistas porque por más que se busque y rebusque, en Cuba es prácticamente imposible encontrar a un joven cubano con una camiseta con el retrato del Che Guevara, con una bandera cubana y ni que hablar del retrato de Fidel.
Los cubanos, de esta forma, muestran, no solo por lo que dicen, a toda hora y en todo momento, sino en sus propias vestimentas, que no quieren saber nada del gobierno, pero junto con esto, la nefasta política del gobierno y del Partido Comunista hace que muchos se alejen no sólo del gobierno sino del socialismo, porque es inevitable que, lamentablemente, muchos piensen: “si esto es el socialismo, yo no soy socialista,” o peor aún, que digan: “si esto es socialismo, estoy a favor del capitalismo”.
Sin embargo no tenemos derecho a ser pesimistas. Las revoluciones que derrumbaron las dictaduras de los partidos comunistas del Este europeo, las movilizaciones de masas de Europa y la revolución árabe, no nos dan ese derecho, tampoco en Cuba, porque si bien es verdad que la Revolución del ‘59 sólo se la puede encontrar en los museos, también es verdad que una nueva y poderosa revolución, contra el actual régimen dictatorial y restauracionista, se está gestando. Por ahora se expresa en descontento contra la dictadura, pero no va a pasar mucho tiempo para que ese descontento, que ya se está transformando en muchos sectores en odio, se transforme en acción, y cuando esto ocurra se va a entender por qué los cubanos tienen tanto orgullo de su gente y de su país, a pesar de las humillaciones diarias a que son sometidos.
Comité Ejecutivo Internacional de la LIT-CI (Liga Internacional de los Trabajadores – IV Internacional)
São Paulo, 19 de marzo de 2011
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