Escrito por Coordinación europea de la LIT-CI |
Martes 27 de Marzo de 2012 |
Contra la guerra social de la UE y de los gobiernos de la troika
¡Abajo los recortes y las reformas laborales!
¡Ni un euro más para los banqueros!
¡No al pago de la deuda publica a los banqueros!
¡Por un plan de rescate de los trabajadores y el pueblo!
¡Por una respuesta europea unificada frente a la guerra social
Los gobiernos europeos han declarado una guerra social abiertacontra los trabajadores, la juventud y los sectores populares del continente, con la finalidad de imponerles un retroceso histórico. Esta guerra social se concentra con especial virulencia en la periferia
de la zona euro (Grecia, Portugal, Irlanda, España e Italia) e
involucra de pleno a la UE y al euro, los instrumentos político y
económico desarrollados por los imperialismos europeos al servicio de
los bancos y los grandes grupos empresariales. La guerra social es la
respuesta del capitalismo europeo a la crisis capitalista iniciada en
2007, una crisis que sólo puede ser comparada con la Gran Depresión, que
hoy tiene su epicentro en Europa.
La política de la UE expresa la necesidad de los imperialismos centrales, alemán y francés, de descargar en la periferia europea el peso de la crisis, con el fin de evitar que ésta alcance de lleno al centro, amenazando frontalmente sus intereses y empujando a economía mundial hacia el abismo. La política de la UE es también un instrumento básico para consolidar la hegemonía de la burguesía alemana sobre Europa. Los planes de pillaje que se abaten sobre Grecia son la avanzada de un drama que recorre toda la periferia europea.
La
respuesta de los trabajadores y los sectores populares a los recortes y
las contra-reformas se hace sentir en toda la periferia. Con la clase
trabajadora y el pueblo griego como vanguardia indiscutida, las huelgas y
las manifestaciones ganan las calles de Portugal, Italia y el Estado
Español, en una onda europea que incluye a los países del Este
(Rumanía), así como a Gran Bretaña y Bélgica.
En esta situación crítica, las secciones de la LITci (Liga Internacional de los trabajadores-Cuarta Internacional)
La Unión Europea y el euro: armas de guerra contra los trabajadores y los pueblos
La constitución de la Unión Europea y la posterior creación del euro,
culminando una larga evolución que data de finales de la II Guerra
Mundial, expresaban la necesidad de los imperialismos centrales europeos
de contar con los instrumentos que les permitieran lograr un doble
objetivo: el primero, poner en marcha un plan unificado para barrer las conquistas alcanzadas por la clase trabajadora europea en el período de posguerra y hacer así del continente “la región más competitiva del mundo”. El segundo, inseparable del anterior, presentar un frente común para disputar al imperialismo norteamericano
su parte del botín en el saqueo del mundo, enfrentando al mismo tiempo a
los “países emergentes”. La UE, cuyo corazón es la zona euro, no era,
sin embargo, ningún Estado unificado sino un bloque regional imperialista de Estados,
con un núcleo duro formado por el capitalismo alemán y francés
(asociados a la vieja potencia británica, con sus intereses específicos
en torno a la City y sus “relaciones especiales” con EEUU). Alrededor de
dicho núcleo se agruparon imperialismos de segunda y tercera división,
como Italia, el Estado español, Portugal o Grecia y, en una segunda
corona, los países del Este, “anexionados” tras el proceso de ampliación
y sometidos desde bien temprano a un proceso de recolonización por
parte, ante todo, del capitalismo alemán.
El euro fue, desde su creación, un instrumento fundamental para lograr la hegemonía alemana sobre Europa. Sirvió para afirmar la preponderancia, en primer lugar, de la industria alemana, cuyas exportaciones a la periferia se multiplicaron, en paralelo a la desindustrialización de ésta,
cuyos grandes déficits comerciales eran ampliamente financiados con los
excedentes de capital de los bancos alemanes y franceses, que tampoco
dudaron un instante en alimentar generosamente procesos especulativos
como la enorme burbuja inmobiliaria española.
Conforme
este proceso se desarrollaba y la periferia se sumergía en un mar de
deudas, su banca y sus finanzas -dependientes de la financiación alemana
y francesa- conseguían beneficios récord y afirmaban su predominio,
junto a sectores como la construcción o la energía, que no representaban
riesgo al dominio exportador alemán. Esta burguesía parasitaria de
la periferia se convertía así en beneficiaria y agente del sometimiento a
los imperialismos centrales.
El
endeudamiento de las economías europeas y, en particular, de la
periferia, disparado a partir de la implantación del euro en 2000,
formaba parte del proceso general de endeudamiento privado y
especulación que se desarrollaba a escala mundial, con epicentro en el
sistema financiero norteamericano (subprimes). Cuando la ola de
endeudamiento general ya no bastó para prolongar la crisis de
sobreproducción y la crisis capitalista finalmente reventó en 2008, los
Estados salieron en masa a salvar a los banqueros y a los grandes
capitalistas y dio comienzo la mayor guerra social contra la clase
trabajadora y los sectores populares desde los años 30 del siglo pasado.
En Europa, con la deuda privada de los bancos convertida en deuda
pública y con la periferia fragilizada y masivamente endeudada, la
crisis capitalista tomó a partir de 2010 la forma de crisis de
endeudamiento público. La crisis de la deuda pública se ha convertido así en la gran justificación de la guerra social y en el instrumento privilegiado
del capital financiero para apropiarse de la riqueza a costa del
empobrecimiento masivo de los pueblos. Es, al mismo tiempo, el arma para someter a los países de la periferia a los capitalismos centrales, en particular al alemán.
Deuda pública, recortes, contrarreformas y neocolonización
Los recortes criminales en los presupuestos públicos conllevan el desmantelamiento y privatización de los servicios públicos básicos de sanidad, educación, del sistema de pensiones y el aumento vertiginoso de la pobreza, mientras el desempleo (empujado
por la recesión que los planes de austeridad acentúan) avanza
disparado, alcanzando millones de hogares. Los recortes en los servicios
públicos van de la mano de los planes de privatización del patrimonio
nacional que aún permanecen en manos públicas. Y como parte inseparable
del paquete, las contrarreformas laborales, que en Grecia, el
Estado español, Portugal o Italia, liquidan la negociación colectiva y
entregan a los trabajadores a la arbitrariedad patronal, con todas las
facilidades para despedir con costes ridículos y los medios para aplicar
una reducción general de los salarios.
La
salida burguesa de la crisis capitalista implica este aumento brutal de
la explotación, en particular de la periferia del euro, con una
plusvalía que debe ser drenada hacia los bancos franceses y alemanes, en un festín macabro en el que participan como cómplices y socios menores los bancos y grandes empresarios del país. Pero poner a los países de la periferia volcados al pago de la deuda exige su control político.
Este proceso, que es parte constituyente de la ofensiva capitalista,
viene ahondándose desde el estallido de la crisis de la deuda. En
realidad, es ya algo evidente en Grecia, que vive la degradación de su status nacional: de socio menor de los imperialismos centrales a la condición de neocolonia.
Este movimiento, que tiene ritmos desiguales según los países, afecta a
toda la periferia y es inseparable, además, de los procesos de bonapartización del régimen político,
donde los gobiernos se someten directamente a la UE, tienden a
autonomizarse de las mayorías parlamentarias y a apoyarse crecientemente
en el aparato de coerción estatal, extendiendo las medidas de represión
y de restricción de derechos democráticos.
El saqueo de la periferia es inseparable de los instrumentos con que la burguesía europea lo lleva a cabo: la Unión europea y el euro, ahora reconfigurados alrededor de la “Unión fiscal”, votada a instancias de Angela Merkel, que acaba con la soberanía presupuestaria de los Estados de la periferia[1].
El
proyecto del euro no está en discusión para los imperialismos
centrales, aunque Grecia o incluso Portugal acaben fuera del mismo. El
euro fue un paso significativo en la constitución de la hegemonía
alemana sobre Europa y sigue siendo una pieza clavepara asegurarla y
para competir con EEUU y Japón.
La burguesía de la periferia,
dominada por las finanzas, no tiene reparo en colaborar en el proceso
de sometimiento de sus países a los dictados del capitalismo alemán y
francés, para poder así participar de la rapiña del capital imperialista
alrededor del mundo. Son los carroñeros de los grandes predadores.
Estamos
en la cúspide de un largo proceso histórico de decadencia de las
burguesías de la periferia europea. La UE y la moneda única fueron la
ilusión para volver a su pasado imperialista y colonial, mientras el
endeudamiento parecía ser el pasaporte de entrada en el club de los
grandes. Pero la crisis puso un final abrupto a las ilusiones. Las
burguesías de la periferia europea ya no tienen margen de maniobra, su
endeudamiento se ha convertido en su principal problema y está obligada a
imponer un retroceso histórico a las conquistas sociales. Ahora, si quieren seguir como socios menores de los imperialismos centrales, aún con ritmos distintos, deben entregarles el país
y asegurar que una parte mayor de la riqueza nacional vaya a manos de
la banca alemana y francesa. Ese es el precio a pagar para seguir en el
club. Por eso, no hay lucha posible contra el imperialismo alemán que no
incorpore la lucha contra las burguesías de la periferia de Europa.
Para
los trabajadores, los sectores populares y la juventud de la periferia,
no hay ninguna perspectiva de futuro en la UE y en el euro. Los
gobiernos al servicio de la banca y de la UE, sean de la derecha o de
la socialdemocracia, dicen que “no hay futuro fuera de la UE” y que
“salir del euro es el caos”. Pero el “caos” es el desempleo en millones
de hogares; son los despidos y los cierres de empresas; es no poder
llegar a fin del mes con salarios y pensiones miserables; son las
escuelas sin calefacción y con profesores con salarios recortados y cada
vez mas precarizados; es el deterioro general de la sanidad pública o
el tener que pagar para ser atendido en un hospital. Así, de la misma
manera que mantenerse en la UE y en el euro es una necesidad de las burguesías decadentes de la periferia, para la inmensa mayoría equivale al empobrecimiento y la ruina social.
Intentan
hacer pagar a los trabajadores y a los sectores populares la
permanencia en el euro y la UE con inmensos sufrimientos. Y no obstante,
sectores importantes de la patronal y del gobierno alemán se muestran
ya claramente partidarios de la salida de Grecia y Portugal de la moneda
única. Su problema sería, en verdad, el cuándo y el cómo:
no quieren antes de consumar el pillaje, pero sobre todo deben hacerlo
de forma “ordenada” y controlada, pues no pueden permitirse un contagio
que arrastre a Italia o al Estado español y haga explotar la zona euro,
provocando un tsunami financiero de alcance europeo y mundial.
Se acabó la etapa del estado del bienestar
No estamos ante un cambio más, sino ante un proceso de cambio cualitativo de las relaciones entre las clases dentro de cada país y de las relaciones entre los países europeos entre sí. Un cambio en el que deuda pública, recortes, contrarreformas y neo-colonización de la periferia forman un cuarteto inseparable
con el que los imperialismos centrales europeos quieren asegurar su
hegemonía y fijar las bases para competir con el imperialismo
norteamericano.
No hay opción de vuelta atrás al viejo escenario anterior a la crisis.
Sea cual sea el desenlace del proceso en curso, el Estado del Bienestar
se acabó, del mismo modo que se terminó la UE anterior a la crisis.
Ahora una parte importante de la riqueza nacional de la periferia no
podrá ser repartida y debe ser expatriada en beneficio de los
imperialismos centrales. Ya no va a ser posible mantener la paz interna
entre las clases con ayuda de presupuestos públicos que distribuyan
salario indirecto (educación, sanidad, pensiones) entre la mayoría de la
población. En este contexto, las victorias parciales de los
trabajadores ya no van a dar lugar a conquistas estables y sólo pueden
ser antesala de batallas más encarnizadas. El desenlace último será o bien un retroceso histórico de la clase obrera europea en el cuadro de una UE hegemonizada por el imperialismo alemán o bien la ruptura con la UE y el euro y la apertura de una vía internacionalista revolucionaria.
La socialdemocracia y las burocracias sindicales
Para
avanzar en la lucha por mantener sus conquistas y enfrentar a los
gobiernos, los trabajadores tienen un gran obstáculo a enfrentar, que
son los partidos socialdemócratas griego, español, portugués o italiano,
que desde el gobierno no han dudado en aplicar los planes de la UE y
los banqueros y que, después, desde la oposición, hacen frente común y
no obstaculizan realmente los gobiernos de derecha o "técnicos" que los
han sustituido y que son ahora los responsables de imponer los planes de
saqueo y empobrecimiento.
Un gran desafío que tenemos por delante es superar la enorme traba impuesta por las burocracias sindicales.
Cuando la ferocidad de los ataques exige una respuesta general
unificada en cada país, en la periferia y a escala europea, estas
burocracias, organizadas en la CES, se limitan a negociar, país por
país, la intensidad de los ataques, convocando movilizaciones que no
cuestionan a los gobiernos y ni siquiera se plantean el objetivo
derrotar las reformas laborales y echar atrás los “planes de
austeridad”. En realidad, jamás han cuestionado el pago de la deuda
pública a los bancos, ni la política de austeridad como tal, ni mucho
menos aún la pertenencia al euro y a la UE, de la que son abanderados.
Su oposición se limita a pedir que los recortes sean más suaves y a
solicitar una reforma fiscal. Su verdadera preocupación es negociar la
continuidad de sus propios privilegios, ahora directamente atacados o,
en cualquier caso, disminuidos y amenazados por las reformas y los
recortes.
En este momento, nuestros países viven un complejo, rico y desigual proceso de reorganización
frente a la burocracia sindical. Este proceso se expresa, en algunos
casos, en la formación de organizaciones sindicales alternativas, en
otros casos, en oposiciones sindicales y, en el caso de Grecia, en
comités electos y movimientos de coordinación desde la base. Desarrollar
este proceso exige no solo romper con los viejos y carcomidos aparatos
burocráticos sino, más aún, unificar todo este movimiento de oposición a
la burocracia bajo las banderas de la independencia de clase y de la
democracia obrera, superando todo sectarismo de aparato y avanzando
hacia la construcción de un sindicalismo combativo y de masas que sea
una alternativa al control de las burocracias. Esta lucha va a exigir
una adecuada combinación entre la denuncia de la burocracia sindical y
su emplazamiento ante los trabajadores a que asuma su responsabilidad
en la lucha.
No es justificable la negativa de la burocracia sindical a la convocatoria urgente de jornadas unitarias de huelga y de lucha a
escala de la periferia del euro y europea. No se puede entender cómo,
ahora mismo, pueden estar convocadas dos huelgas generales, una en
Portugal y otra en el Estado español, con una semana de diferencia. La
principal fuerza de nuestros enemigos es precisamente nuestra división
país a país, mientras ellos están unidos y disciplinados por la UE. No
podemos derrotar sus planes sin unir internacionalmente nuestras fuerza,
del mismo modo que no hay “salidas nacionales” a la crisis. Por eso es
fundamental acompañar todo este movimiento con pasos efectivos en la coordinación del sindicalismo combativo europeo.
La izquierda europea y el programa ante la crisis
El
cruce de caminos de la historia de Europa también pone a prueba a las
organizaciones políticas de la izquierda. Los “europeístas”, como el Bloco de Esquerda de
Portugal, no consideran otra opción que mantener el pago de la deuda a
los banqueros, eso sí, convenientemente “reestructurada”. Según Louçã,
el principal dirigente del Bloco, permanecer en el euro y en la UE es algo irrenunciable y, sobre esa base, hay que negociar el tamaño de la austeridad.
Esta posición es coincidente con la del PC portugués que, a su vez,
dirige la burocracia sindical de la CGTP. Pero Louçã vive en un
continente que sólo existe en sus sueños, porque la Europa de verdad, la
UE, no admite negociación alguna sobre el Estado de Bienestar en la
periferia. Esta política del Bloco, y del PCP, mantiene a los
trabajadores pegados a su burguesía y a la UE y sin alternativas frente
al empobrecimiento y el expolio. Una política similar es defendida en Grecia por Syriza[2] , que también dice que hay que “reestructurar la deuda”, es decir, reducirla, abaratarla y alargarla…para seguir pagando.
Estos partidos
se niegan a plantear el no pago de la deuda y también rechazan hasta
la inmediata suspensión del pago de la deuda pública, pues son
conscientes de que ello arrastraría a la salida del euro y a la ruptura
con la UE, lo que, desde su punto de vista, equivale a la ruina
completa del país. Pero esta es una política ciega y suicida, que hace
el juego al imperialismo alemán y francés. Porque todos saben que la
deuda griega, o la portuguesa, son simplemente impagables y que la UE
sólo busca el saqueo del país. Mientras Grecia y Portugal se hunden
aceleradamente, estos partidos se dedican a alertar sobre su hundimiento y a proponer como solución hacer más cómodo el tamaño de la soga de la que cuelgan los trabajadores y los sectores populares.
El partido de la Refundazione Comunista italiano se limita a una crítica chovinista al gobierno Monti por haber “cedido soberanía a Alemania”,
pero Monti también representa al imperialismo italiano, que es cómplice
necesario de Angela Merkel. La intención de los dirigentes de
Refundazione es volver por la tercera vez al gobierno con la misma
burguesía imperialista italiana que hoy sostiene Monti.
En cuanto al NPA francés, su candidato a la presidencia, Philipe Poutou, afirma: "creemos que la única manera de poner fin a los dictados de la rentabilidad y la competitividad [de la UE] es la construcción de una Europa de los pueblos. El verdadero problema no es si estamos ‘a favor’ o ‘en contra’ de Europa"[3].
Pero no vale hacer trampa. El problema no es si estamos ‘a favor’ o ‘en
contra’ de Europa en general, sino de la Europa particular y concreta
que hoy existe, esa Europa imperialista que es la Unión Europea,
instrumento de opresión y colonización de los pueblos de Europa al
servicio de los imperialismos centrales.
A los trabajadores griegos, portugueses, italianos o del Estado español no se les puede decir que hace falta “una ruptura económica y social con el sistema capitalista” en
general y dejar de lado el problema real del pillaje de sus países a
través de la UE y del euro. No se puede hablar de política
anti-capitalista en serio si se elude el enfrentamiento con la forma
concreta en que la burguesía europea golpea a la clase trabajadora y los
pueblos de Europa.
El programa de Philipe Poutou es el del NPA y el del Secretariado Unificado afirma: “En Europa, la respuesta a la crisis no es el proteccionismo nacionalista y la salida del euro.
Eso llevaría a una competencia exacerbada entre los países europeos y a
nuevos ataques contra los pueblos (…) por no mencionar el desarrollo
de los movimientos chovinistas y xenófobos. La respuesta que se necesita
es una Europa, social, democrática y ecologista, que rompa con las
políticas e instituciones europeas[4].
Por
supuesto, no podemos sino concordar con el rechazo al proteccionismo
nacionalista,pero no estamos de acuerdo en que, de nuevo, se haga
trampa. Porque lo que están defendiendo de verdad el NPA y el SU es
que no hay más opción a la ruptura con el euro y la UE que el
proteccionismo nacionalista burgués. Y esto no es verdad. Este
dilema es efectivamente el de las burguesías europeas, en particular las
de la periferia, pero no el de la clase trabajadora y la izquierda. La
burguesía y los gobiernos de la periferia amenazan, un día sí y otro
también, con que la salida del euro equivale a precipitar a los países
en el abismo. Pero lo único seguro es lo contrario: los planes a los que
condicionan la permanencia de los países de la periferia en el euro y
la UE son la condena segura de los trabajadores y los sectores
populares al empobrecimiento y la ruina social.
Poutou
dice que las medidas necesarias para que los trabajadores no paguen por
la crisis del capital son las que abren el camino a “una ruptura económica y social con el sistema capitalista”, pero eso significa romper con la UE y el euro, eso sí, en el marco de una salida internacionalista a la Europa del capital.
El NPA, con esta política, acaba entregando a la ultraderecha del Front National la bandera de la ruptura con el euro y la UE,
ya que no deja sino dos opciones: quedarse en el euro y la UE
(justificándolo con una retórica cada vez más hueca acerca de un
pretendido proceso constituyente que reformaría unas instituciones
irreformables y armonizaría socialmente la UE por arriba) o abrir el
paso al Front National y su política xenófoba. Pero el NPA deja de lado
otra alternativa, en realidad la única que puede ofrecer una salida
favorable a la crisis histórica del capitalismo europeo: romper con el euro y la UE, demoler este engendro antidemocrático y antisocial del capital financiero que es la UE y levantar la bandera de la solidaridad internacionalista y de la lucha por una nueva Europa, la de los trabajadores y los pueblos, la de los Estados Unidos Socialistas de Europa.
Un programa frente a la catástrofe
La
solución para detener la catástrofe que asola Grecia y se abate sobre
la clase obrera, la juventud y las clases medias de los países de la
periferia, sólo es posible rompiendo con la sangría y el pillaje de los
países y uniendo fuerzas. La lucha inmediata es, por supuesto, echar atrás los recortes, las reformas de las pensiones y laborales, conscientes de que elloexige unificar las luchas en cada país y ofrecer una respuesta común en toda la periferia europea.
Pero parar la sangría exige como medida imprescindible e imperiosa el No pago de la deuda a los banqueros y fondos especulativos.
Ningún euro de los presupuestos públicos debe ir a los banqueros sino a
las necesidades sociales! Es urgente unir en cada país y coordinar en
toda la periferia europea, a todas las fuerzas dispuestas a luchar por
ello, con el fin de convertir esta exigencia en un gran movimiento de masas
Los
tertulianos a sueldo del capital agitan en los medios de comunicación
con el argumento de que esta medida llevaría a una quiebra catastrófica
de los bancos y, tras ellos, de la economía. Pero eso tiene una
respuesta sencilla: hay que estatizar los bancos (expropiando a
los grandes accionistas e inversores), unificarlos y ponerlos bajo
control de los trabajadores y las organizaciones populares,
salvaguardando los depósitos de los pequeños ahorradores y poniendo el
crédito al servicio de reorganizar la economía en beneficio de la
inmensa mayoría.
No
hay cómo conciliar las necesidades básicas de los trabajadores y el
pueblo y el “rescate” de los bancos. Toda medida seria para rescatar a
la población trabajadora chocará directamente con las necesidades
vitales de las burguesías de la periferia y los imperialismos centrales.
Por ello la salida del euro y la ruptura con la UE emerge como una necesidad política inmediata si de lo que se trata es de rescatar a los trabajadores.
Sabemos que el país que tome este camino se va a enfrentar a un boicot despiadado
para hundirlo. Por eso, como medidas elementales de autodefensa y como
medio necesario para organizar adecuadamente su economía, deberá
establecer el monopolio estatal sobre el comercio exterior y el pleno control de los movimientos de divisas, así como nacionalizar las empresas estratégicas, poniéndolas bajo control de los trabajadores. De la misma manera, para asegurar el trabajo para todos y acabar con la precariedad laboral, deberá repartir el trabajo entre todos (escala móvil de horas de trabajo), poner en marcha un amplio plan de obras públicas y reorganizar la industria y los servicios.
La crisis griega,
como avanzada de las crisis de la periferia, muestra que la única clase
que puede impedir la bancarrota del país, parar la profunda deriva
antidemocrática e impedir el pillaje del país, es la clase trabajadora.
Pero ello exige acabar con el gobierno títere de la UE y sustituirlo por
un gobierno de los trabajadores y el pueblo, apoyado en las
organizaciones que sustentan la movilización en las empresas y en las
plazas. Sólo un gobierno así puede tomar las medidas necesarias que
hemos explicado.
Esto
no es, por lo demás, una alternativa limitada a Grecia. La lucha y el
triunfo en un país, desde una perspectiva histórica, no es sino una
solución provisional, porque sin la solidaridad internacionalista de los trabajadores
del continente y del mundo, cualquier movimiento revolucionario está
condenado al fracaso. Por otro lado (a diferencia de lo que proclama el
KKE - partido comunista griego), no hay posibilidad material alguna
de construir el socialismo si no lo hacemos a escala europea y, más
allá todavía, a escala mundial. De ahí la necesidad vital de recuperar la perspectiva de la lucha por los Estados Unidos Socialistas de Europa, retomando la bandera de la III Internacional antes de caer bajo las botas de Stalin.
Este
es el compromiso de las organizaciones europeas de la Liga
Internacional de los Trabajadores (LIT-CI), es la lucha que queremos
llevar juntos, codo a codo con a los militantes y activistas. Es decir
llamamos a los trabajadores, la juventud y el pueblo a luchar por una
salida obrera a la crisis que exige plantear la cuestión del poder para
la clase obrera. Es en esta lucha que queremos construir nuestras
organizaciones y reconstruir la Internacional revolucionaria que
necesitamos como el aire que respiramos.
Marzo 2012
[1] a)
habrá sanciones automáticas a todos los países que sobrepasen el límite
de déficit público fijado; b) el Tribunal de Justicia europeo podrá
multar a los Estados que no aprueben las leyes que garanticen el pacto
presupuestario; c) el Eurogrupo (consejo compuesto por los ministros
económicos) tendrá la última palabra sobre los presupuestos de los
Estados, que antes de ir a los parlamentos, pasarán por la criba de
Alemania; d) la Comisión europea dictará las líneas de política
económica a los gobiernos
[2]SYRIZA
(“Coalición de la Izquierda Radical”) frente electoral lanzado en 2004 y
compuesto por varias organizaciones de la izquierda griega y
personalidades políticas. La principal organización es Synaspismos (SYN-
Coalición de la Izquierda de los Movimientos y Ecología). Tiene nueve
diputados en el parlamento.
[4] Informe aprobado por el Comité Internacional del Secretariado Unificado. 22 de febrero de 2011. Las negritas son nuestras.
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viernes, 6 de abril de 2012
Manifiesto de la Coordinación Europea de la LIT-CI
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